Opinión

Pandion

Ejemplar joven de ‘àguila peixatera’, en Porto Pí.

Ejemplar joven de ‘àguila peixatera’, en Porto Pí. / B. Ramon

El segundo rey de Atenas llamado Pandion era bisnieto del anterior. Su padre era Cécrops II y la madre era Metiadusa. Fue el octavo monarca y en su reinado llega Orestes. Pandion tuvo cuatro hijos con Pília: Egeu, Palant, Nisos y Licos. Nisos de Mégara tuvo a Escila que traicionó a su padre por el amor de Minos. En esta leyenda, Nisos se transformará en águila marina y después su hija por capricho de los dioses, en Ciris. Culebrones a parte, la cosa es que el fotógrafo Tolo Ramon tuvo que bajar de su montura, parando la moto comprobó que esa silueta de la imagen no era muy común en ese muelle. Atento y cauteloso, comprobó que era un ejemplar joven de àguila peixatera, en Porto Pí, un tanto desorientado. Apuntó sigilosamente y disparó este instante fabuloso a este auténtico milagro de la naturaleza.

Pandion haliaetus haliaetus. «Àguila pescadora, peixetera, àliga d’estany, peixera…» Haliaetos del griego, águila marina. Linnaeus (1746) lo describe como «halcón de pies azulados, coloración marrón por encima y blanco en la parte inferior». Un ave de envergadura y muy elegante, lleva un vistoso antifaz oscuro que va de la base del pico hasta la nuca. Se lanza al agua desde alturas considerables, con las garras por delante para capturar los peces que son su alimento. Mide de 52 a 60 centímetros. Cuando se urbanizó la costa de Catalunya y Valencia se extinguió de ese litoral. El 2014 recolonizó Eivissa. Hay una pequeña población sedentaria en el Mediterráneo. Los Pandiónidos son por ellos mismos una sola especie. Garras adaptadísimas a la pesca y preparadas para las escamas más espinosas. Constituye por si sola una familia. Rapaz ictiófaga, traslada el pescado a su posadero más cercano justo después del lanzamiento y captura.

Mallorca y Cabrera son muy importantes para la población sedentaria y reproductora. En invierno se acercan ejemplares de países nórdicos. Los pescadores aquí un tiempo la llamaban sa foradadora d’aigo. Algunas perecen ahogadas cuando el pez, que tiene menos agallas que ella, es demasiado grande. Un pescado de tres kilos ya duplica su peso. Actualmente, en las redes, se reproducen imágenes de auténticas y temerarias proezas realizadas por este animal.

Sobrevuela a una altura entre 20 y 50 metros. Patrulla y de repente interrumpe la ruta, las alas se cierran y se deja caer verticalmente, en el justo instante de picar el agua abre las alas y avanza las garras. En ese momento miles de gotas salpican el entorno, puede sumergirse unos instantes para reaparecer luchando con el peso de su presa.

Crían en acantilados marinos y en nidos voluminosos que pueden restaurar durante años. Muy famoso era en los setenta y ochenta el que ocupaba la parte superior del agujero de sa Foradada, en Miramar. También puede estar en la copa de un árbol pero con una elevación que permita dominar una gran extensión de agua. Se alimentan en bahías, calas y zonas húmedas. Albuferas y salobrares. Ríos e incluso embalses. Cría en el norte de Europa, también, y pasa el invierno en África subsahariana. Pone de dos a cuatro huevos. A mediados de marzo en el sur y en el norte a primeros de junio. Hacen solo una nidada. Incuban ambos, pero la hembra mucho más tiempo. El macho le traerá alimento al nido que han construido ambos. Él transportando material y ella colocando o restaurando. Incuban de 35 a 38 días. Si escasea el alimento el último suele palmar. El nido lo culminan con materiales más suaves en su tapizado interior. Todo está muy pensado. La hembra permanecerá con ellos, el padre traerá el sustento. A los 51/59 días se produce el primer vuelo y este es el momento. La familia junta lo ha estado unas ocho semanas. Después del salto y la primera salida viene la emancipación que se produce una semana más tarde. Este bello ejemplar de la foto, inexperto del todo, parece que ha hecho una pausa técnica. A los padres seguramente no les parecería bien el lugar elegido, sabe todo el mundo cómo van estas cosas. Hay momentos vitales que trascienden las especies y son aplicables a todos los seres vivos sin excepción.