TRIBUNA

Un varapalo para el Gobierno de coalición que fortalece al PP

El PP se ha apresurado a valorar el liderazgo de Feijóo anunciando una batalla final por la conquista del poder centrado en las elecciones europeas

El lídes del PP, Alberto Núñez Feijóo (i), y el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda (d).

El lídes del PP, Alberto Núñez Feijóo (i), y el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda (d). / Álvaro Ballesteros | Europa Press

Xavier Cassanyes

Xavier Cassanyes

Los resultados electorales de las gallegas, que tenían que poner en cuestión el liderazgo nacional de Feijóo, fortalecen al presidente del partido popular y silencia los ruidos internos. A falta de la reválida de las elecciones europeas, la estrategia anunciada es que el PP aumentará, si cabe, la presión sobre el Gobierno de coalición con el propósito de desquiciarlo y que arroje la toalla tras el previsible resultado, hoy por hoy desfavorable, del examen de junio.

Tras el fracaso socialista y de Sumar, lo de podemos es puro ridículo, el gobierno de Sánchez y el bloque de la investidura ha quedado debilitado. Sumar queda desautorizado en Galicia, la patria de la fundadora, y el BNG se ha convertido en la oposición ante una nueva mayoría absoluta del partido popular que tiene su feudo caciquil como lo tuvo el PSOE en Andalucía.

No es que se puedan extrapolar los resultados de Galicia a escala de estado, ya se sabe que los gallegos y debido a una ley electoral bien restrictiva y favorable a las zonas rurales, tienen un fuerte componente conservador y hasta clientelista, por un populismo caciquil bien armado desde la plataforma de la diputación de Ourense: reducto del franquismo que nunca ha abandonado los sillones del palacio de la diputación.

Estas elecciones se presentaron como un enfrentamiento entre el personalismo de Feijóo y el cambio político, y los gallegos han respaldado a su último adalid en los destinos de España. ¿Será el orgullo patrio de ver, otra vez, a un gallego en la cúspide del poder en Madrid, la guinda que ha movilizado a los gallegos? En Galicia, recordaba Enric Juliana en La Vanguardia, «con una ventaja de sólo 41.506 votos en el cómputo general, el bloque conservador consigue seis escaños de ventaja sobre el bloque progresista», por una ley electoral, preconstitucional de 1977, que favorece al PP al otorgar una mayor representación a las zonas rurales, menor pobladas, más envejecidas; pensionistas que temen todo cambio que pueda alterar situación.

El PP se ha apresurado a valorar el liderazgo de Feijóo anunciando una batalla final por la conquista del poder centrado en las elecciones europeas. Si supusieran un triunfo claro para el PP pondría a Sánchez ante una situación límite, como después de la derrota electoral de las autonómicas, esta vez, sin la presión inminente de las urnas de final de mandato.

Y aquí entra en acción Junts. Tras el giro de posición por las diferencias en la ley de amnistía, veremos hasta qué punto mediático o real, podría tener la tentación de dar la espalda y provocar la caída del gobierno Sánchez. Eso no se esperaría hasta después de las elecciones de junio, cuando se vea cómo queda la Ley y se vislumbre su recorrido judicial. Aquí el PP incluso podría dulcificar su posición.

No se olvide que un núcleo importante en Junts piensa que cuando peor mejor y que no tendría angustia en derrochar la ley de amnistía con el sueño de contar con el apoyo de los tribunales europeos.

Nada más ilusorio. Primero porque la «realpolítik» europea no daría la espalda a los de Junts si tirarán de la cuerda hasta tensarla demasiado. Y, segundo, con una previsible vuelta de tuerca de la derecha, y la extrema derecha, en las próximas europeas, es muy probable una presión sobre los tribunales para que refuercen las autoridades de los estados en esta nueva coyuntura global en la que las crisis van a orientarse hacia salidas de compromiso en que, si alguien gana algo, es la parte más fuerte. No la que tenga más razón tenga. Esto vale por Ucrania, para Gaza, como para la nueva inestabilidad en el círculo polar.