Respeto arbitral sí, a la lengua también

Campo del Petra.

Campo del Petra. / UE PETRA

Editorial

Editorial

La expulsión del entrenador del equipo de alevines del Petra, Miquel Santandreu, por parte de la árbitra Laura Santos el pasado sábado ha desembocado en una gran polémica en torno al respeto y a la lengua, que ha sobrepasado el ámbito meramente deportivo. Según recoge el acta del encuentro, en el minuto 25 del partido el técnico fue amonestado por decir «esto es de vergüenza» ante una jugada con miradas discrepantes. Hasta aquí algo demasiado habitual en los campos, pero no por ello menos merecedor de reproche. La autoridad arbitral hay que respetarla, especialmente en encuentros entre chavales, incluso aunque el colegiado, en este caso colegiada, se haya podido equivocar. Somos humanos, capaces de los mayores aciertos y de los mayores errores, y esos extremos también se aprenden a gestionar con los valores del deporte. Pero la trascendencia del partido no vino por esa salida de tono. La colegiada añade en su escrito que tras el incidente, el entrador «pasa a dirigirse a mí en catalán. Al rogarle que se dirija a mí en castellano, perpetúa su dialecto, llegando a comprender ciertas faltas de respeto, sin conseguir que cese, decido expulsarlo». Decir que una persona «perpetúa su dialecto» cuando está utilizando la lengua propia de su comunidad destila ignorancia o desprecio. Ante el expediente abierto por la Federación de Fútbol de les Illes Balears, el club del UE Petra acepta la primera tarjeta, pero no la segunda por considerar que se la impone por hablar en catalán y exige unas disculpas de la árbitra, quien se escuda en que lleva tres meses residiendo en la isla y no entiende el catalán. Unos y otros están de acuerdo en una cosa, condenan las amenazas recibidas en redes por la colegiada. No son de recibo, como tampoco lo es que a un mallorquín se le obligue a abandonar su lengua en su propia tierra, bajo amenaza de sanción.

La lengua vuelve a polarizar a la sociedad. Esta polémica deportiva tiene su caldo de cultivo en las posiciones extremistas propiciadas por Vox, que han arrastrado al Partido Popular a postulados frentistas, alejados del centrismo sobre el que tradicionalmente se han cimentado los grandes consensos y avances. La posición inicial del conseller de Turismo, Cultura y Deporte, Jaume Bauzà, -«primero el respeto, después la lengua»- fue corregida de inmediato en la rueda de prensa posterior al Consell de Govern por el portavoz Antoni Costa : «La redacción del acta no es todo lo afortunada que debería ser». El ibicenco adoptó una posición más arbitral, a tono con los equilibrios de un Govern que por un lado lanza mensajes de tranquilidad a las ‘camisetas verdes’, que ven amenazado el marco de normalización lingüística vigente desde la transición, y por otro insta a los acólitos de sus socios de la ultraderecha a que animen a los padres a pedir la escuela en castellano para poner en marcha las aulas segregadas o libre elección de lengua. Un partido difícil.