Holocausto español

Àlex Volney

Àlex Volney

Así de acertadamente lo bautizó en su momento el historiador de Liverpool Paul Preston. Mucho antes fue descrita la barbarie española por el ultracatólico y monárquico Georges Bernanos. Sus ediciones en castellano y catalán son como las aguas del Guadiana. Nada es casual.

El escritor francés que había nacido en París en 1888 fue alumno de los jesuitas y profesaba un militante menosprecio hacia los hombres de iglesia, había estudiado derecho y letras, militaba en la derecha realista de Charles Maurras y trabajó para Action Françoise. Se había casado durante la Primera Guerra Mundial, admirador de Juana de Arco, su mujer Jeanne descendía de un hermano de la Dama de Orleans. Tuvieron tres hijos y tres hijas. De joven era un mal estudiante y sacaba muy malas notas para llegar a ser luego un escritor importante. Con tal descendencia se puso a trabajar de inspector en una compañía de seguros, le costaba hacer frente a las necesidades económicas. Por accidente de moto cojeó toda su vida. En 1934 abandona Francia y a principios de octubre del mismo año se instala en Sóller, el alquiler le costaba 130 pts al mes y podía comer pescado, cordero, hortalizas y fruta por cuatro chavos. Todo era baratísimo y veía la quimera de vivir de intelectual realizada en el paraíso que para algunos era la isla. El 15 de octubre de 1934 escribía, mientras Franco reprimía Asturias, que había dejado muchas mensualidades de alquiler por pagar en el país galo. Quería vivir de la pluma tranquilo, pero los problemas no acababan aquí y la Guerra Incivil los acentuó. Se dedicará a dar fe y testimonio del genocidio cometido contra la militancia republicana y de izquierdas y lo va a hacer con un realismo afilado con unos detalles contrastados más tarde por un heterodoxo número de historiadores que en casi todos los hechos descritos le van a dar la razón.

«Bernanos mai no fou republicà a França i mai no fou republicà a Espanya» así lo definía Josep Massot desde su estudio de Montserrat. «Mai fou enemic dels cops d’estat… ni de les croades». Siempre se autoproclamó de derechas y escritor que escribía para la derecha. Los hechos que reflexiona en Les Grands Cimitiers sous la luna son «des del punt de vista catòlic i monàrquic francès», libro dirigido a los franceses y advirtiendo de las consecuencias de la influencia alemana e italiana.

Estamos tratando de un libro único y excepcional en muchos aspectos y que supuso un punto de inflexión en la opinión pública internacional. Va a contraponer la Francia romana a la Alemania germánica, en lo que es un punto de vista muy personal como marco a la objetivización de los hechos sucedidos en Mallorca. En ese contexto su hijo Yves le va a contar las cobardes salvajadas perpetradas contra personas desarmadas absolutamente y describe a su padre la impunidad de las torturas y asesinatos perpetrados por la Falange de su amigo el marqués de Zayas. Amigo y esposo de una aristócrata francesa. Su hijo falangista va a ser una fuente de información de primera mano que le va a remover las católicas entrañas. Se había relacionado con la derecha local, no sabía catalán y conocía poco el castellano, se hizo con Josep Sureda Blanes y Guillem Colom, pero sus mejores amigos literatos eran Lorenzo y Miguel Villalonga, paradigma de la derecha españolista con sus furibundas proclamas radiofónicas. Bernanos va a atacar con dureza la actitud de la Iglesia mallorquina (en uno de los pocos ataques anticlericales, en la parròquia de Santa Fe en la Calatrava, el rector acude de urgencia a casa de una persona buena y culta (y cristiana) como era D. Emili Darder i Cànaves, alcalde de Palma, que le va a salvaguardar las relíquias para luego ser asesinado cobardemente ante la turba y tildado de ateo) y de los católicos mallorquines que no se lo van a perdonar, también señala al obispo por mirar hacia otro lado a sueldo de Mussolini. Va a criticar a los militares por servir a España «bajo el reino de la muerte» . Todo el pequeño círculo le da automáticamente la espalda y la isla rápidamente se le va a hacer insoportable. La despiadada represión azotaba Mallorca. Se pasará de «escapar com a conills», que describía a las tropas fascistas de Porto Cristo el soldado de reemplazo, el poeta Miquel Gayà que estuvo allí en el bando franquista, a ver como el apoyo italo-germánico hizo girar la contienda en el punto justo que aborrece nuestro protagonista y católico escritor que incluso el 18 de julio había recibido en el Grand Hotel de Ciutat un homenaje por parte de intelectuales de todas las tendencias. Finalmente el golpe de estado que soñaba el francés le salió rana. Su pequeño círculo en Mallorca se va a enemistar con él y en mayo de 1938 volverá a Francia, acabará el libro y lo publicará. La polvareda que va a levantar será considerable. En julio del mismo año marcha a Paraguay y luego a Brasil, los franceses de derechas lo acusan también de «tránsfuga de la cruzada». Preocupado por la situación ya no volverá a Francia hasta que lo llame el general de Gaulle para que vuelva en 1945.

La cruel represión del terrorismo fascista afloró los remordimientos en la família Bernanos. No olvidemos que en su monárquico y católico discurso también cabe que «La peor desgracia de las revoluciones no consiste en matar mucho, sino en matar estúpidamente…» .

No ha sido casual la aparición y desaparición de su obra en España. El incómodo autor apela a «La ira de los imbéciles» cuando escribe lo que presenció en directo. Horrorizado teme al futuro y retrata el presente y a esa infame y tétrica proyección que algunos querrían hacer volver. Conservador y católico queda impresionado por la ira y hambre de muerte de los suyos. Espantado de lo que se avecinaba y se cernía sobre el continente va a dejar para la posteridad un documento que va a hacer temblar algunos podridos cimientos desenmascarando la violencia cobarde de camarillas y grupos de delincuentes que uniformados y transportados de pueblo en pueblo extendían el terror y el sufrimiento. El obispo queda retratado y Bernanos, ofendido como católico y apostólico, no lo dejará al margen de los hechos.

Alrededor de unas tres mil víctimas, hoy muchas de ellas todavía en las cunetas esperan ser devueltas a sus familiares. Después de unos años y agotada la edición Los grandes cementerios bajo la luna de G. Bernanos es recuperada en la traducción de Juan Vivanco por la fabulosa editorial Pepitas de Calabaza que estos días la devuelve al público. Muchas gracias queridos amigos.