TRIBUNA

Abusos sexuales a menores, vale la pena denunciar

El que pudiera reunir el coraje y la valentía suficientes como para poder denunciar a mi agresor por estos execrables delitos ha supuesto para mí el inicio de un camino de liberación personal contra este fantasma, este monstruo que me ha perseguido toda mi vida y que me habían condenado a la mayor de las infelicidades

Centro de Protección Nazaret

Centro de Protección Nazaret / B. Ramon

Toni Estela

Toni Estela

Soy Toni Estela. Como sabéis puse una denuncia contra un monitor-educador del centro de Protección Nazaret por los graves abusos sexuales y la explotación sexual a la que me sometió a mí y a otros niños este profesional de este centro entre los años 1980 y 1986 cuando yo tenía 11 años. Estos gravísimos hechos me han producido una interminable cantidad de secuelas en mi salud física, mental y emocional a lo largo de los años, un grandísimo sufrimiento que en la actualidad sigue repercutiendo en mi vida presente. El que pudiera reunir el coraje y la valentía suficientes como para poder denunciar a mi agresor por estos execrables delitos ha supuesto para mí el inicio de un camino de liberación personal contra este fantasma, este monstruo que me ha perseguido toda mi vida y que me había condenado a la mayor de las infelicidades. Estoy muy contento y orgulloso de mí por haber sido capaz de vencer todos los obstáculos, temores y fantasmas que me condenaban al silencio y a un sentimiento de vergüenza que me estaba ahogando y acabando con las ganas de vivir.

Los abusos sexuales a menores son el mayor crimen contra la infancia porque condena a un niño o niña de por vida a vivir un infierno haciendo que tenga que arrastrar una pesada carga que le hará sentirse profundamente infeliz. Los abusos sexuales a menores desgraciadamente existen en nuestra sociedad y han existido siempre. Las instituciones de Protección a la Infancia tienen la grandísima responsabilidad de proteger a los niños y niñas vulnerables cuando por alguna razón justificada no pueden permanecer con sus padres biológicos que sería lo deseable, procurándoles un entorno seguro para su desarrollo y crecimiento. Sabemos sin embargo que en estas instituciones en Baleares se han producido abusos sexuales a menores que han sido condenados unánimemente por la sociedad, los medios de comunicación y hasta por las instituciones europeas. Miles de niños y niñas en los últimos 40 años han pasado su vidas en instituciones de protección en Mallorca. Sabemos que un porcentaje de ellos ha sufrido abusos sexuales en estos centros y que hemos ido conociendo testimonios diversos en los que, adultos ahora, reconocían haberlos sufridos, sin embargo han optado por vivirlos en silencio por el miedo a ser señalados, estigmatizados o causar sufrimiento a sus familiares más cercanos si los denunciaban o los hacían público.

Mi testimonio personal denunciando estos hechos ante la Justicia quiero que sirva para que aquellos adultos que habéis sido víctimas de ellos en centros de protección os animéis a dar un paso y los denunciéis. Os aseguro que vale la pena pues es la manera de librarse de esta terrible pesadilla, a mí me ha devuelto la sonrisa, la paz interior que no conocía hasta ahora. Estoy proponiendo ante los partidos políticos y la sociedad un debate para que estos delitos no prescriban, como tampoco prescribe el sufrimiento por ellos producido. También planteo que el IMAS, responsable y titular de la Protección Infantil, abra como ha hecho la Conferencia Episcopal Española y el Defensor del Pueblo un proceso según el cual adultos que fueron víctimas de abusos sexuales o malos tratos en Centros de Protección en Mallorca puedan comunicar estos hechos al órgano creado al efecto, se evalúen y en caso de ser confirmados se proceda a la reparación de los mismos, ofreciendo las ayudas terapéuticas y de todo tipo que puedan servir para la rehabilitación integral de estas víctimas paliándose de esta manera en parte la gran injusticia y el grave daño producido en estas personas.