Carta a los Reyes

Jorge Dezcallar

Jorge Dezcallar

Si el fin de año es buen momento para recapacitar sobre los últimos doce meses y para hacer buenos propósitos, como ese de que si a alguien he ofendido le pido encarecidamente que corrija lo que haga falta para que no vuelva a suceder, los Reyes Magos son otra cosa. 

Pocas fiestas hay en el mundo tan bonitas como la de ls Reyes -lo siento por los republicanos- una fiesta que solo se celebra en España y en algunos países americanos a los que llegó junto con la colonización. Para que luego diga López Obrador las tonterías que dice. No hay nada cómo la ilusión de los niños cuando se van a la cama hechos un manojo de ilusiones para despertar a una mañana donde toda la magia es posible. Todavía recuerdo mi decepción cuando a preguntas mías mi padre me confirmó que era cierto lo que decían en el colegio y yo no quería creer. Pensé que acababan así los sueños más bonitos de mi vida y una vez más me equivocaba, porque luego he seguido disfrutando la misma ilusión y la misma magia, primero con hijos y luego con nietos. O incluso mejor porque satisface más dar que recibir. 

Y por eso he escrito esta carta a los Reyes Magos, con la esperanza de que me traigan algo de lo que pido. 

Lo primero es el final de la guerra de Ucrania y de la masacre de Gaza. Son muchos inocentes los que padecen por la insania expansionista de Putin o por los bombardeos vengativos de Israel pues, como dice Mahmoud Darwish, «los palestinos temen el miedo de Israel». Y lo sufren. Allí todos tienen miedo y todos sufren. Son conflictos terribles que han salpicado de sangre inocente las uvas y el cava de nuestras celebraciones de fin de año. Por eso he pedido a los Reyes Magos que pongan fin cuanto antes a tanto sufrimiento. 

En segundo lugar deseo que mejore el ambiente político en España y entre los españoles, que acaben los insultos y las descalificaciones entre adversarios, que disminuya la polarización política que solo ve buenos de un lado y malos del otro, cuando de todo hay en ambos lados. Que den vacaciones a los mamporreros que todos los partidos tienen para que pueda mejorar el ambiente entre ellos dado que su radicalización no la comparte la ciudadanía, y que sean posibles acuerdos sobre asuntos que a todos interesan y que exigen imperativamente el entendimiento entre los grandes partidos. Yo también pediría a esos partidos pequeños que desairan a la Corona que sean más educados con el monarca y le faciliten su tarea porque su actitud irrespetuosa no es ni madura ni democrática. No nos merecemos tanta radicalización y por eso he pedido a los Reyes Magos que traigan un poco de paz y de educación a la política española. Esta segunda petición me temo que puede ser más difícil de conseguir que la primera. 

Este año es de elecciones. Votará más del 50% de la población mundial aunque en algunos lugares, como Rusia, ya conocemos el resultado. A nosotros nos afectan las propias de Galicia, País Vasco, Parlamento Europeo... y las lejanas de Taiwán y Estados Unidos, aunque no votemos en ellas, por las consecuencias que pueden tener en nuestras vidas en este mundo interdependiente que vivimos. He pedido a los Reyes que vote con sensatez todo aquel que tiene la suerte de poder hacerlo con libertad. Que no somos tantos. 

Y como 2024 será año de Juegos Olímpicos en Francia, una cita que siempre entretiene el verano, también he pedido a los Reyes que nuestros compatriotas ganen muchas medallas para alimentar el orgullo nacional, que es algo que a los franceses les sobra -sin que se sepa muy bien por qué- y que a nosotros nos hace mucha falta. Bismarck decía que España era el país más fuerte del mundo porque los españoles llevaban siglos intentando destruirlo sin conseguirlo. Por eso he pedido a Sus Majestades de Oriente un poco de autoestima para mis conciudadanos, porque tenemos un país estupendo y no nos lo creemos. O como decía Santiago Sánchez Cogedor al llegar a Barajas tras pasar quince meses en una cárcel iraní: «No sabemos lo afortunados que somos por haber nacido en este país». Pues eso, no lo estropeemos.