En la mente de Hamás

Jorge Dezcallar

Jorge Dezcallar

Vaya por delante mi convicción de que el terrorismo, y lo que hizo Hamás el 7 de octubre es terrorismo, nunca tiene justificación. Y aunque no sea fácil penetrar en las mentes llenas de odio y fanatismo de los terroristas, ellos creen tener razones para lo que hacen sin que tener razones les de la razón porque no es lo mismo.

Los miembros de Hamás son radicales fanáticos pero no son imbéciles y sabían que Israel respondería con toda su fuerza, que es mucha, al ataque del 7/X y se prepararon para una lucha sin cuartel que sabían muy bien que perderían. Pero no les importa porque su propia muerte, que daban por descontada, les llevaría como mártires al paraíso. Un precio glorioso a cambio de lo que esperan conseguir:

En primer lugar, lo más importante, que el mundo vuelva a recordar la causa palestina de la que últimamente no se hablaba porque la guerra de Ucrania ocupaba todos los telediarios. Su ataque acaba con la pretensión israelí -y en particular de los gobiernos de Netanyahu- de que ya no hay problema con los palestinos y que podían seguir colonizando Cisjordania y ampliando los asentamientos ilegales.

En segundo lugar, Hamás está logrando poner al mundo entero contra la desproporcionada reacción de Israel en Gaza que causa muchas víctimas civiles. Hamás sabía que Israel reaccionaría con violencia y la desea, quiere que los gazatíes sufran y cuanto más mejor porque de esa forma el atacado, Israel, se convierte a los ojos del mundo en agresor de una población indefensa, será acusado de crímenes de guerra y perderá simpatías como ya está ocurriendo.

En tercer lugar Hamás desea cambiar los doscientos y pico rehenes (otro crimen de guerra) por la liberación de miles de palestinos en las cárceles israelíes. Eso hará que aumente su prestigio ante los jóvenes palestinos que malviven sin presente ni futuro bajo la ocupación israelí. El liderazgo de Hamás será sin duda destruido por Israel pero ya ha entrado en la mitología del pueblo palestino. Saben que su sacrificio es semilla fértil de nuevos luchadores y que si el problema se cierra ahora en falso, como siempre ha ocurrido, se repetirá en pocos años.

En cuarto lugar lo que ocurre en Gaza deja al descubierto la hipocresía y la doblez de Occidente que pone -debidamente- el grito en el cielo cuando Rusia invade y ocupa suelo ucraniano, pero que calla y otorga -vergonzantemente- cuando es Israel la que ocupa tierra palestina y desoye durante años -con apoyo norteamericano- las resoluciones de la ONU.

En quinto lugar Hamás ha impedido o al menos aplazado el acercamiento entre Israel y Arabia Saudita. Si los Acuerdos Abraham que supusieron el reconocimiento de Israel por Bahrain, EAU, Marruecos y Sudán fueron un golpe para los palestinos porque ninguno de ellos movió un dedo por su suerte, que ahora diera el paso un país de la importancia de Arabia Saudita hubiera sido mucho peor.

En sexto lugar Hamás recuerda al mundo que no podrá haber paz entre los árabes e Israel, y paz para Israel, sin futuro para los palestinos y eso pone de nuevo sobre la mesa la complicada fórmula de dos Estados que Netanyahu creía haber enterrado para siempre.

En séptimo lugar Hamás desea hacerse con el liderazgo del movimiento palestino que actualmente comparte con al-Fatah, que gobierna -corruptamente- lo que Israel le deja de una Cisjordania donde se multiplican los asentamientos. Con su ataque tratan de vender una imagen de luchadores por la causa palestina frente al ‘colaboracionismo’ de la Autoridad Palestina.

En octavo lugar, y esto ya sería el no-va-más, Hamás desearía que la lucha se extendiera a Cisjordania y Jerusalén Este en forma de una nueva Intifada, y también a los grupos que en Líbano (Hizbollah), Siria e Irak obedecen a Irán, país con el que Hamás comparte el deseo de borrar de la faz de la tierra a la que llaman «entidad sionista». Cuanto más dure el conflicto y más sufra la población civil de Gaza, más probabilidades hay de que la guerra se extienda.

La conclusión final es que ahora Israel, que saldrá vencedora, no puede seguir pretendiendo que no hay problema palestino, y deja claro que su propia seguridad requiere de justicia y de futuro para los palestinos. Israel no puede seguir sentado sobre sus bayonetas... por poderosas que sean.