Tribuna

La nueva premio Nobel de economía Claudia Goldin

Lluís Ramis de Ayreflor

Lluís Ramis de Ayreflor

La academia Sueca ha concedido el premio Nobel de Economía, a una mujer por tercera vez en su historia -en sus 55 ediciones-, que sin querer juzgar intencionalidades de género, significa solo un 5% de los Premios Nobel de economía concedidos. La primera vez fue en 2008, y la siguiente hace cuatro años, a una francesa que fue la persona más joven en conseguirlo.

Esta introducción viene al caso porque la americana premiada de 77 años, lo es por sus trabajos de estudio sobre «La brecha de género y su contribución al análisis histórico del papel de la mujer en la economía americana».

Su principal trabajo se titula Understanding the gender gap, an economic history of american women, publicado en 1990. Así, la academia ha necesitado 33 años en reconocer sus méritos, y lo ha hecho cuando hay una gran conciencia sobre el tema y la defensa de esta lucha es una cuestión comúnmente aceptada, como ella indica en otras publicaciones, se ha avanzado mucho. Quien ha avanzado menos, en mi opinión, es el jurado que lo otorga.

Los méritos de la nueva Nobel son claros: fue la primera mujer en conseguir cátedra fija de economía, primero en la Universidad de Pensilvania y luego en la prestigiosa de Harvard.

Afortunadamente, la Fundación del BBVA fue más diligente y le concedió en 2019 el premio Fronteras del Conocimiento en la sección de Economía, reconocimiento que sirvió para que sus teorías y aportaciones para disminuir la brecha salarial fueran conocidas en España, y en algunos casos aplicadas, como la de los permisos de paternidad, convirtiéndose en un referente para todos los defensores del tema.

Destacaré alguno de los puntos de su obra, que siempre está basada en estudios empíricos y no en la teoría, eso sí, referidos siempre al mercado laboral de EE.UU.

Su investigación determina que el sistema retributivo basado en horas de trabajo de mediados del siglo XX, empeoró el anterior sistema de las mujeres trabajadoras de EE.UU., que era por unidad producida. El hecho de que se primara alargar las jornadas de trabajo perjudicaba a las mujeres que, según sus necesidades económicas, se veían obligadas a escoger entre carrera profesional o familia.

En los años sesenta, el concepto de anteponer carrera profesional a la familia, empezaba a entrar con cierta fuerza.

Goldin atribuye la razón de ir disminuyendo la brecha al incremento de toda formación, incluida la universitaria, en las mujeres, la cual les da una seguridad profesional.

Según ella, las diferencias salariales son menores en mujeres sin hijos que las que tienen hijos. Para llegar a esta conclusión se basa en su estudio que muestra que, entre un hombre y una mujer con estudios recién terminados en los años 90, la diferencia era de tan solo un 8%, mientras que veinte años después la diferencia se agrandaba hasta el 23%.

Para la premio nobel, el principal problema por resolver actualmente corresponde a temas internos de los hogares y principalmente, a que los hombres cambien su actitud frente a la responsabilidad en sus casas y ante la familia, que estén dispuestos a anteponer ésta a su carrera profesional, para que las empresas valoren las necesidades de cambios.

Su último libro The Race between Education and Technology, escrito junto L. Katz analiza la correlación que hay entre nivel educativo y estructura salarial y llegan a la conclusión que el sistema educativo americano, es lo que convirtió a EE.UU. en la primera potencia económica mundial.