Por ley natural

Àlex Volney

Àlex Volney

Aerolíneas Federales vuelven a ser el grupo del verano con su No me beses en los labios unos 40 años más tarde. Todo va cogiendo un tufillo a segunda transición. Además que se puedan usar las otras lenguas en el Congreso no puede representar un problema. Lo más patético es que no se esté llevando a la práctica desde hace años. Lo complejo y más tortuoso es que haya sido la caprichosa aritmética la que ha colocado la vergüenza, antinatura, en el tablero. El nacionalismo español tan inofensivo o peligroso como cualquier otro ha postergado esta cuestión durante decenios secuestrando la democracia que pagamos todos. ¿En qué cabeza cabe, todavía hoy, creer que imponiendo una lengua sobre otra o silenciando a una de ellas se va a poder avanzar en algún aspecto? Cada lengua ofrece visiones posibles, y particulares, de interpretar el mundo. Diferentes maneras de concebir o recrear la vida en todos sus registros.

Se ha estado usando las lenguas, durante años, para confrontar a los ciudadanos cuando son simplemente herramientas de comunicación. La corrupción del lenguaje y la manipulación demagógica han postrado estas cuestiones hasta que el caprichoso escrutinio del 23-J ha reflejado la voluntad popular incitando, y provocando, a actuar y a no esconder la cabeza bajo el brazo. Si hay una cuestión auténticamente vergonzosa es que cualquier ciudadano no intente hablar en las tres lenguas cooficiales cuando se da la ocasión por seguir secuestrados eternamente en el electoralismo y la política endogámica más fascistoide. Hasta el monarca conoce a la perfección el número de independentistas que por minuto pueden generar políticos de la talla Aznar, Abascal o cualquier otro nacionalista excluyente español. Igual que dejar el reparto de carnets del buen catalán en manos de ciertos personajes y personajillos que han ido configurando su modus vivendi con el crónico enroque de la cuestión.

Si lo que viene anunciando la nueva Presidenta del Congreso, Francina Armengol, llega a buen puerto, va a haber muchas jubilaciones anticipadas de no pocos presuntos políticos que van a tener que marchar para dejar entrar a políticos, esos que han permanecido siguen viviendo de esa confrontación y de ese cuento crónico. En otras zonas europeas de conflictos semejantes se ponen las manos en la cabeza cuando observan el eterno bucle mesetario que protagoniza, un día tras otro, el órdago totalitarista de querer someter a tu vecino no por convicción, por conservar el puesto, que en este país es el mejor remunerado, el del político corrupto, ética y moralmente, que vive de la eterna confrontación en un campo que en cualquier otro lugar es motivo de diversidad con cierta tensión, pero generando puestos de trabajo o riqueza y diversidad cultural, incomparable con el monolingüismo. Observen el caso suizo, sin ir más lejos.

Solo la carencia de tan solo dos dedos de frente o una visión ultranacionalista puede explicar la cansina resistencia a que emerjan las otras tres lenguas que nos unen más que nos separan. El monolingüismo no está científicamente demostrado que sea mejor para el ciudadano, suele ser defendido por aquellos que van a sueldo con semejante artimaña. Cuatro lenguas en un Congreso no tiene que ser motivo de discrepancia y debería ser un motivo de orgullo de lo más sólido a defender democráticamente.

Habrá quien salga con la caída del Imperio Austrohúngaro por su multiculturalidad cuando analizando los hechos, y una vez más, demuestra que los nacionalismos radicales y violentos fueron los únicos responsables de ese capítulo y del inicio de otro mucho peor en la historia europea. Más recientemente lo dejó muy claro el escritor Milan Kundera en su fabuloso Secuestro de occidente, meticulosa explicación de los orígenes del órdago de sangre de Putin, cuarenta años antes.

El Estado Español hace años que vive en la eterna inhibición de un estado federal que juega a ir emergiendo sin que se note. Parece que los llamados padres de la Constitución hicieron ya algunos cálculos y debieron concluir, más o menos, en la misma ecuación. Hoy, cuando más cerca se ha estado del vértigo ante el precipicio de la involución neofascista, la gente ha acudido a votar y ha surgido un resultado mucho más propio, en lo racional, a la sociedad real y a la Ley Natural. La más sólida garantía de convivencia, y de acabar con debates inútiles, es el horizonte que se abre en este caluroso y largo verano. Es una gran oportunidad que viene refrendada por las urnas, en unos comicios que aparentemente son legales mientras no se demuestre lo contrario. Si este gran avance, esta gran propuesta de poner una gran realidad sobre la mesa, también vive su correspondiente recorte y frustración es muy probable que en pocos años se vayan a precipitar los hechos hacia una más que probable disolución que interesa solamente a los de cualquier color pero que viven aposentados en el ‘cuanto peor, mejor’. Hay problemáticas que se solucionan o caen por su propio peso y de forma natural.

Frase que resume, en política , lo que ha sido la semana: ¿Qué se puede esperar de un sistema del cual el presidente de la federación futbolística es calvo pero se hace llamar Rubiales? Giremos, de una vez, esas seculares y endémicas tendencias.

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