OPINIÓN

De Félix Pons a Francina Armengol, del siglo XX al siglo XXI

La década en la que el abogado Pons presidió el Congreso de los Diputados ningún parecido razonable tendrá con la legislatura que afronta la farmacéutica Armengol

Foto de archivo de Félix Pons junto al Rey don Juan Carlos

Foto de archivo de Félix Pons junto al Rey don Juan Carlos / José Jaume

José Jaume

José Jaume

Félix Pons accedió a la presidencia del Congreso de los Diputados en 1986, al arrancar la legislatura en la que el PSOE de Felipe González obtenía su segunda mayoría absoluta con 186 diputados (202 en 1982). Pons venía del Gobierno donde ocupó apenas un año la cartera de Administraciones Territoriales. Antes, en 1983, había estado en la oposición en el Parlamento balear. En 1977 fue diputado en las Cortes Constituyentes. Larga carrera política que abandonó en 1996 para volver a ejercer la abogacía. Su prematura muerte truncó una carrera profesional caracterizada por la sobriedad y la acreditada solvencia que caracterizó al socialista extraído de la Democracia Cristiana en la que su padre, opositor decidido a la dictadura franquista, se desenvolvió.

Francina Armengol, farmacéutica, es contrapunto llamativo a lo que Pons ha representado. Su cuna política echa las raíces en nada menos que Esquerra Republicana. Armengol es esencialmente nacionalista. Anclada en el PSOE por pragmatismo entiende la «plurinacionalidad» de España como consecuencia insoslayable de su historia. Es, además, declaradamente republicana, querencia que, si estaba en Félix Pons, nunca fue aireada por éste, siempre escrupuloso en el respeto a las convecciones constitucionales. Armengol ha sido también pieza fundamental en la transmutación del PSOE balear en un partido, dentro de los límites que marca el PSOE, que intenta parecerse al PSC. Cierto que nunca se ha conseguido: cuando llegan elecciones el PSIB-PSOE deja de ser PSIB para ser exclusivamente PSOE. Es un asunto que jamás han digerido plácidamente los dirigentes nacionalistas del PSIB.

Pons se condujo durante las tres legislaturas que presidió el Congreso de los Diputados de acuerdo con su reglamento, sin desviarse un ápice de lo que éste establecía y de los que consideraba sacrosantos postulados de la Constitución. Fue el gran presidente del Congreso en el siglo XX. Ningún otro, antes y después, le ha igualado. Las mayorías que obtuvo el PSOE le facilitó el trabajo, pero es constatable, para quienes conocimos al personaje, que estaba fuera de sus parámetros jurídicos dar vía libre a las actuaciones que hoy se plasman en el Congreso, o los que previsiblemente habrá en la legislatura que se inicia.

Y ahí, en tiempos tan diametralmente diferentes, entra en escena Armengol, que accede al cargo que conlleva ser la tercera autoridad del Estado, después del Rey y del presidente del Gobierno. Antonio Maura, media docena de veces presidente del Consejo de Ministros en los inicios del siglo XX. Félix Pons, presidente del Congreso al periclitar el siglo. Francina Armengol, que lo presidirá cuando las Españas entran en fase ignota, de la que puede aguardarse cualquier desenlace; que no se entienda imposible paralelismo con los tiempos de la Segunda República que desembocaron en el golpe de Estado, la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista. No, está Europa, España pertenece a la OTAN. El mundo es otro. Armengol preside un Congreso de los Diputados en el que el independentismo tiene vara muy alta. Decisiva. Congreso en el que las derechas hispanas se revuelven porque inesperadamente se quedan sin acceder al Gobierno que consideraban ya en su mano. Cortes Generales en las que nada será igual: o España cambia para que siga siendo España, o las tensiones territoriales tal vez la descoyunten.

No será plácida la presidencia de Armengol. No le valdrá estudiar lo que hizo Pons. Qué puede dar de sí la expresidenta de Balears, ayuna de formación jurídica, que no es el primer caso, porque la popular Ana Pastor también adolecía de la misma, al igual que el socialista Patxi López. Tampoco descartemos que la legislatura no se inicie formalmente, vayamos a repetición de elecciones o a legislatura brevísima. Todo eso es con lo que puede vérselas Francina Armengol, que, destaquémoslo en lo que vale, va por delante de Marga Prohens en los actos institucionales en Balears. Y no olvidemos que es Armengol la que ve al Rey para saber quién se presenta a la investidura.

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