La espiral de la libreta

Menores, pornografía, sexo grupal

Olga Merino

Olga Merino

Los hechos en crudo: en los últimos 11 meses se han registrado al menos ocho agresiones sexuales en Badalona perpetradas por 20 menores, la mayoría de los cuales aún no ha cumplido los 14 años y están, por tanto, eximidos de responsabilidad penal. Algunos son reincidentes. Algunos filmaron las vejaciones. Cuatro de esos delitos se produjeron en las galerías comerciales Màgic, situadas entre la autopista del Maresme y el parque público Turó d’en Caritg. El último episodio tuvo lugar el sábado 3 de junio a un kilómetro y medio de ese centro, en un descampado cercano a la playa, donde una niña de 13 años fue presuntamente forzada por una manada de 8 agresores, uno de cuyos integrantes había contactado con la víctima por la red social Instagram.

¿Qué lleva a un niño de 12 años a violar?

En el caso concreto de Badalona, buena parte de los menores implicados proviene de Sant Roc, uno de los barrios más pobres de Catalunya, nacido en los años 60 para realojar a los barraquistas de Montjuic y el Somorrostro. Se trata de chicos de etnia gitana, sí; el explicitarlo no supone racismo ni abundar en el estigma, sino un intento de escanear el problema. Sant Roc arrastra desde hace décadas carencias educativas y sociales. ¿En qué otro enclave se hace la vista gorda con un absentismo escolar en secundaria del 42%? El gueto, la marginalidad, es lo que trae. A la mayoría les aguarda un futuro de mierda: se dedicarán a la chatarra, a los mercadillos o al menudeo de droga o vivirán de la pensión de la abuela, ¿para qué estudiar, pues? Lo han contado en estas mismas páginas profesores de la zona, a quienes han disuadido de abordar en clase el asunto de las violaciones grupales. Alucinante.

Más allá del debate sobre la rebaja de la edad penal, como propone el futuro alcalde Xavier García Albiol, la responsabilidad recae, creo, en la dejación de funciones de los adultos. ¿Qué valores se está transmitiendo a los jóvenes? ¿Qué patrones de conducta?

Sexo violento

La violencia machista es transversal; ahí está el caso de Dani Alves en la discoteca Sutton, en la zona alta de Barcelona. La pobreza en sí misma no engendra violadores. La falta de una educación sexual, tampoco. La mayoría de los adultos no la tuvimos; nos apercibimos de que no era la cigüeña quien traía los bebés en los corrillos del patio o en los dibujos guarros en las puertas de los váteres, pero se nos impusieron límites muy claros, a veces con métodos no demasiado pedagógicos. Pero hoy se suma internet: según Save The Children, el 53,8% de los niños accede a la pornografía antes de los 13 años. Sexo violento que cosifica a la mujer, gratis, sin límite ni veto. ¿Nadie los supervisa?

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