desde el siglo xx

Yolanda Díaz, esa mujer

Yolanda Díaz ha conseguido desembarazarse de etiquetas, que nadie le eche en cara ser comunista,

que siempre ha sido anatema favorito de la derecha

Yolanda Díaz.

Yolanda Díaz. / EFE / Víctor Lerena

José Jaume

José Jaume

Al cumplirse un cuarto de siglo del triunfo de los militares golpistas en la Guerra Civil, allá hacia 1964, al aparato de propaganda de la dictadura, en el que Manuel Fraga (fundador de Alianza Popular hoy reconvertido en PP) ensayaba sus dotes sobre la manipulación de las masas, le dio por realizar una película (es un decir) con la que alcanzar la cúspide de la orgía propagandística de los «25 años de paz». El engendro, dirigido por Saénz de Heredia, primo hermano del fundador de la fascista Falange, José Antonio Primo de Rivera, se tituló Franco, ese hombre. Fue de obligada atención por los colegiales de entonces. 60 años después llega, por méritos propios, una mujer a la refriega política, y lo hace presentando cartas credenciales que todavía están por conocerse si son viables, pero que abren interesantes perspectivas.

Yolanda Díaz, esa mujer (a ella sí que se le puede adjudicar el epíteto), es una política que, viniendo de donde viene, el partido comunista, ahí es nada, ha sabido desprenderse de molestas etiquetas. Sumar, suma, o lo que es casi lo mismo: restar, no resta. Pedro Sánchez, a despecho de quienes le insultan a diario, que son muchos y aguerridos, se ha percatado que es la indispensable que requiere para salvar las elecciones de finales de año. Ocurre que Yolanda Díaz está siendo capaz de amalgamar a la dispersa izquierda periférica, que es mucha y mal avenida, y a los disminuidos partidos estatales que malviven a la izquierda del PSOE. Lo está haciendo sin prisas, sin pausas. Su valoración es buena, la primera en el ranking de líderes políticos, en el que Núñez Feijóo sigue cayendo y Sánchez aguanta el tipo. Jordi Évole le hizo el pasado fin de semana soberbia entrevista. El resultado fue que en los medios de la derecha el nerviosismo se palpó de tal manera que puede concluirse que Yolanda Díaz está en condiciones de poner patas arriba el mapa político. Tal vez asistamos a descomunal encontronazo electoral entre Yolanda Díaz e Isabel Díaz Ayuso, esa otra mujer, que tiene acogotado al PP y por la que suspira el electorado de la derecha hispana. Entre ellas posiblemente acabarán por dirimirse futuras partidas. Nunca dejemos de lado a Sánchez, que no será ese hombre, pero que sí se revuelve como gato panza arriba sin dar por perdida ninguna contienda.

Yolanda Díaz tiene que solventar un asunto molesto, que, según vayan las cosas, lastrará expectativas. Es Podemos, o lo que queda del artilugio confeccionado por Pablo Iglesias, que reclama, a través de sus vicarias, Ione Belarra e Irene Montero, que se le tenga consideración aparte, que se le dé condición preferente. No lo hará Díaz, y o bien Podemos traga, que es lo mismo que decir que traga Iglesias, o Podemos se llevará un revolcón electoral que lo jibarizará dejando malheridas a las izquierdas. Yolanda Díaz lo sabe, no parece que eso altere su determinación.

Acotación jocosa.- A la inefable Marga Prohens, que nadie en el PP ha sido capaz de dar con explicación de las razones por las que se le ha permitido encabezar la candidatura, su número dos, Sáenz de San Pedro, hete aquí que sentenció que Vox existe porque el PP no lo ha hecho bien. Si el PP en Mallorca tuviera vitola de partido serio se le exigirían manu militari explicaciones a Prohens por su nueva metedura de pata al no haber escarbado en lo que decía o dejaba de decir su número dos. Para Vox es imposible dar con mejor banderín de enganche: el fichaje estrella del PP declara que Vox plasma el deber no cumplido del PP. A 40 días de las elecciones a la extrema derecha le basta con ventear que quien va en la lista del PP considera que ellos han hecho acto de presencia por las carencias del PP. Si Marga Prohens acaba por ser presidenta de la Comunidad Autónoma, y hay sólidas posibilidades de que suceda, el correcto Jaime Martínez no será alcalde de Palma. Si el PP dice que la alcaldía no es negociable se tendrá que tragar sus palabras. La Comunidad Autónoma bien vale la alcaldía de Ciutat. Vox atará muy corto al PP.

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