PENSAMIENTOS

Para ti la perra gorda

Felipe Armendáriz

Felipe Armendáriz

Para ti la perra gorda, decían nuestros padres y abuelos para zanjar una discusión. Los céntimos, esas cosas tan pequeñitas, poseen su importancia, especialmente desde la llegada del euro.

La peseta también tenía sus submúltiplos, pero en los 70 dejaron de estar en nuestras carteras. A lo sumo circulaban unidades de 50, que servían como reclamo comercial para dar la impresión de un precio más barato. La peseta se fue extinguiendo, devaluándose hasta llegar a convertirse en la «lenteja» de los últimos años, una auténtica birria, una miniatura que solo servía para perderla. Habría que hacerle un monumento al diseñador de aquella pesetita, donde a duras penas aparecía la efigie de don Juan Carlos, que hoy ya ni cabe en España.

Arribó el euro el uno de enero de 2002 y con él las alegrías, las penas y los céntimos. Muchos nos acordaremos del «eurazo», cuando las cosas que valían cien pesetas pasaron a costar 166,386 pesetas, o sea un euro. Entonces nos hicieron un traje, un trile consentido. No protestamos porque andábamos perdidos e ilusionados con el invento, que ha consolidado nuestras esencias europeas a costa de nuestros bolsillos.

Los céntimos son esas chapas rojizas que nos devuelven en las farmacias y que, al llegar a casa, olvidamos en una cajita sin mirarlas siquiera. Son el único circulante que, de vez en cuando, aparece perdido en las calles. Los niños los recuperan y se los enseñan, ilusionados, a sus mamás, siempre atareadas.

Existen múltiples interpretaciones del sueño denominado «recoger centavos». Uno, dormido, cree que ha encontrado miles de ellos en la vía pública. Los va cosechando y eso se valora como un buen o mal augurio: ¿quién lo sabe? Lo cierto es que nadie se va a hacer rico con ese sistema.

Más los céntimos son trascendentales. De hecho, el Gobierno acaba de suprimir o rebajar el IVA a muchos alimentos y productos de primera necesidad.

Es una medida extrema en la lucha contra la inflación y supone disminuir un poquito el coste de la cesta de la compra. También se han dado pequeñas ayudas para aminorar el precio de los combustibles. El prodigio ocurre cuando se suman los millones de transacciones subvencionadas y el IPC disminuye a escala nacional.

Milagros también hace la entidad vinculada a la Iglesia católica «Mans Unides», que acaba de poner en marcha su campaña «Céntimo Solidario». Esta ONG lleva «desde 1960 luchando contra la pobreza, el hambre, la enfermedad y la falta de educación y contra las causas que las provocan» en el mundo. Ahí es nada.

La iniciativa consiste en rebuscar en esas cajas y cajones donde yacen las moneditas y sacarlas del sueño eterno. Existen cuatro puntos céntricos de recogida en Palma (uno en la propia Casa de la Iglesia, en la calle Seminario).

«Quítate un peso de encima para una buena causa», nos invitan. Mans Unides promueve numerosos proyectos en países en vías de desarrollo y lo puede hacer gracias a los donativos y al altruismo de sus voluntarios. La calderilla, la morralla, puede ser, de esta manera, algo útil y solidario.

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