Asfalto para el bosque de Bellver

Miguel Vicens

Miguel Vicens

Las actuaciones municipales en el bosque de Bellver no destacan últimamente por su sensibilidad con la conservación y el cuidado del entorno. Si hace un año, el Ayuntamiento inauguró, entre críticas vecinales y de entidades ecologistas, el polémico e innecesario parque de aventuras, una zona de juegos infantiles de 3.000 metros cuadrados ubicada junto a la entrada de la calle Polvorí, en el barrio de El Terreno, este año ha decidido regalarnos por Navidad el asfaltado completo del vial de acceso que une esa entrada con el cuartel de la policía montada. Ni pista forestal, ni camino acondicionado ni nada, de nuevo una lengua de betún hasta el pie del monumento, que es la forma definitiva de zanjar el asunto.

Construir una zona de juegos infantiles en el último bosque de la ciudad, como si el propio bosque no fuera suficiente y necesitara toboganes para respirar, fue interpretado por muchos ciudadanos como una agresión gratuita a ese entorno natural por parte de la administración municipal, así como una manera indirecta de fomentar su uso masivo y no su protección y cuidado. Del mismo modo, el asfaltado completo del vial de acceso al cuartel de la policía montada, tal como se hubiera ejecutado hace cuarenta años, sin miramientos y sin plantear otras soluciones más respetuosas, supone ahora una oportunidad perdida de mejorar un entorno que solo en los últimos dos años ha perdido 1.500 pinos por la plaga de Tomicus, lo que obliga a Cort a ejecutar permanentes tareas de reforestación, mientras los barrios limítrofes de la Bonanova, Gènova, sa Teulera, Son Dureta y el Terreno, ejercen cada vez una mayor presión urbanística, sembrados de grúas que interrumpen la visión panorámica del castillo.

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