Superior de los Jesuitas en Mallorca

Javier Monserrat: «Montesión estaba en ruina y se hubiera derrumbado sin la intervención, así de claro»

El sacerdote y responsable mallorquín de la orden ha sido catedrático de filosofía en la universidad de Comillas y profesor titular de psicología científica en la Autónoma de Madrid

Javier Monserrat: «Montesión estaba en ruina y se hubiera derrumbado sin la intervención, así de claro»

Javier Monserrat: «Montesión estaba en ruina y se hubiera derrumbado sin la intervención, así de claro» / Manu Mielniezuk

Matías Vallés

Matías Vallés

¿Todos los mallorquines somos jesuíticos?

¿Ya comenzamos? Por jesuítico suele entenderse reservado, que mide lo que dice, que no confía sus puntos de vista, viene en la Real Academia. Y los mallorquines son también discretos, no se comprometen demasiado,...

¿Abona entonces usted la equivalencia entre mallorquines y jesuitas?

Hay cierta similitud, pero tengo una imagen positiva y no peyorativa del carácter mallorquín.

¿Los jesuitas se sienten superiores?

Tenemos una vocación de excelencia, y creamos las grandes instituciones intelectuales de la Iglesia en el siglo XIX, pero todo ha cambiado desde los tiempos en que coincidí con una agrupación que englobaba a más de cuarenta jesuitas que eran catedráticos y profesores titulares de universidad.

¿Me ha hecho un perfil psicológico nada más verme?

No soy un profesor de ese tipo de psicología, «Ánimo, muchacho, tienes que mejorar tu autoestima». Enseño psicología científica en los campos de la percepción y la atención, de la evolución de la mente animal a la humana.

¿En esa mente está Dios?

Esa presencia no se podría detectar de ninguna manera por procedimientos científicos, pero los cristianos y las otras religiones creemos que el ser humano está afectado por una realidad llamada Dios, que abarca el Universo.

Entonces Dios está fuera del Universo.

Lo abarca desde dentro.

Si le demostraran que Dios no existe, ¿lo creería? No lo creería, pero tampoco creería a quien me quisiera demostrar que Dios existe. Un niño con cáncer es la negación de Dios.

Plantea evidentemente un problema a la idea de Dios. Tengo argumentos y razones a favor de su existencia, pero hay dos certezas básicas que alejan a la divinidad. La primera es que no lo vemos, parece que se ha ocultado. La segunda fuerza disuasora es el dramático sufrimiento humano. Los creyentes otorgamos un voto de confianza total «a pesar de todo esto».

Montesión no es hoy la primera opción de las clases opulentas mallorquinas.

En el pasado, las clases pudientes y la gente bien iban siempre a colegios jesuitas, también en Mallorca. El padre Arrupe le dio un giro a la orden, que se enfoca ahora a metas sociales. Sigue siendo la primera opción de quienes fueron alumnos en el pasado, que envían a sus hijos por la tradición, pero los nuevos privilegiados han dejado de ir porque no se fían de los jesuitas, no cuadran con sus convicciones.

¿Comulga usted con el viraje social de Arrupe?

Es un legado muy digno, aunque somos conscientes de haber perdido sectores de influencia. Hemos de atender a toda la sociedad con un modelo integrador, sin pegar bofetadas a nadie.

Ha vendido usted Montesión, no le dé más vueltas.

Montesión no se ha vendido, sigue siendo propiedad de los jesuitas. No se ha enajenado la manzana, se ha firmado con Víctor Madera un contrato de explotación muy bien diseñado. El empresario asume la transformación física y material, que financia. Recuperará su inversión con un descuento en el canon que pagaría por la explotación como residencia sanitaria. Esa amortización se desarrolla durante sesenta o setenta años, porque no sé cuál es el plazo fijado en el contrato, y vuelve a la orden.

¿Los antiguos alumnos pidieron su cabeza por la transformación del colegio?

El promotor de la iniciativa era Felio Bauzá, presidente del Consell Consultiu que es amigo mío y muy jesuítico. Le tengo aprecio, y por amor al colegio propuso el lema «Que no se cierre Montesión». Le aconsejé no hacerlo, porque las ideas en que se basaba eran incorrectas. La iniciativa perdió fuelle.

¿El complejo de edificios de Montesión se estaba hundiendo?

Así de claro, se estaba hundiendo. Montesión mostraba un estado ruinoso. Sin la intervención, en un plazo de pocos años se habría derrumbado. Por eso me lo pensé cuando llegó la propuesta, pero accedí porque estoy seguro de que Madera hará un buen trabajo.

Con el giro de guion que plantea, usted ha salvado Montesión.

Desde luego que no personalmente, pero la iniciativa que hemos puesto en marcha acabará salvando Montesión.

¿El colegio de Montesión también ha caído en las garras de los psicopedagogos que no enseñan nada?

Recuerdo como alumno un colegio donde estábamos de ocho de la mañana a ocho de la tarde, con un profesorado formidable y una familiaridad que se ha perdido porque los alumnos salen hoy en estampida a las tres. No es el Montesión antiguo, ha cambiado de un modo inexorable.

Claro que hay que estar loco, para meterse hoy como profesor en un aula.

He sido profesor muchos años, y jamás he tenido un problema en clase. Al revés, he notado un respeto extraordinario.

Reclamaba usted un nuevo Juan XXIII, ¿se conforma con el papa Francisco?

Es un Papa muy comprometido humana y socialmente. Es valiente y respeto profundamente su obra, pero por formación científica reclamo un cambio del modelo interpretativo grecorromano. Es necesario, porque el mundo no es como dijo Aristóteles, hay que reinterpretarlo de acuerdo con la ciencia. Con Francisco no ha habido progreso en este camino intelectual.

No le tiene usted ningún respeto a la muerte.

Soy creyente, y respeto a quienes no lo sean, pero no he vivido una fe a tontas y a ciegas. Sé lo que digo, he estudiado y, consciente a los ochenta años de que me encuentro en la última etapa de mi vida, no me arrepiento y no tengo miedo a la muerte.

Algo habrá sacrificado a su fe.Reconozco la frustración de no haber tenido familia e hijos, pero me he realizado.¿Cómo pueden ustedes vivir sin sexo?

Mantienes las apetencias y los instintos, por eso vemos escándalos que son lamentables. El celibato es una opción y procuras prescindir, pero no sabemos qué ocurre en la privacidad. En conjunto, me he encontrado a más personas buenas que malas en este camino.

Señor profesor de atención y percepción, ¿el teléfono móvil nos ha esclavizado porque somos los que vemos?

Efectivamente, hay una esclavitud del móvil que nos configura una personalidad receptiva y no reflexiva, acrítica. Según Habermas, el gran problema actual de la sociedad capitalista consiste en haber absorbido totalmente la vida de las personas.

De ahí que la gente esté muy ocupada para distraerse con religiones.

El análisis de Habermas puede aplicarse a las religiones, que lo tienen muy difícil. Nos han embaucado con el consumo permanente, nos quitan la capacidad de reflexión y, lo más terrible como humanos, nos convierten en autómatas.

¿Vemos lo que queremos ver?

No, abro los ojos y el mundo se me impone con su energía formidable, sin prevención. Por eso hemos de tener cuidado con lo que vemos.

Pese a todo, me temo que es usted optimista.

Es posible, porque creo en el futuro de la humanidad.

Su nombre se oye a menudo junto a la palabra «superdotado».

No tengo uno de esos egos desde los cuales puedes arrojarte si quieres suicidarte. Me distinguen la capacidad de reflexión y de profundización, necesarias para escribir las setecientas páginas de Hacia el nuevo concilio. Lo repartí a todos los obispos y no me han dicho nada en contra. También me siento a gusto en el mundo de las ideas, como la extraordinaria mecánica cuántica.

¿En qué estaba usted equivocado?

Cuando comencé a pensar, a eso de los 22 años, desde el primer momento veía las carencias del paradigma grecorromano del que le hablaba. He ido desarrollando las ideas que concebí desde el principio, y ahora vienen las cosas de las que me arrepiento. Soy muy racional y organizado, veo gente que sufre y no he podido abrazarles. Habría necesitado emplearme con más corazón, estar más abierto al dolor de los demás, pero otorgué preferencia al nivel intelectual.

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