Víctor Vilarrasa: “Mallorca presenta bajo riesgo de terremotos y tiene un municipio con una anomalía térmica que podría permitir producir electricidad en el subsuelo”

El investigador del Imedea ha organizado un congreso sobre sismicidad inducida que se celebrará entre el 11 y el 13 de marzo en Ca n'Oleo, en Palma

Víctor Vilarrasa, del Imedea.

Víctor Vilarrasa, del Imedea. / V. V.

M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

El investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea) adscrito a la UIB Víctor Vilarrasa y su equipo, al frente de varios proyectos europeos, han organizado un congreso que se celebrará a partir de este lunes y hasta el miércoles en Ca n’Oleo en Palma al que acudirán especialistas de diferentes partes del mundo con el fin de entender las causas y conocer las herramientas para predecir la sismicidad inducida. Entre los invitados constan Leo Eisner de Seismik, Jesús Carrera del CSIC o Peter Meier de GeoEnergie Suisse. Este congreso es el punto final de un proyecto del Consejo Europeo de Investigación liderado por Vilarrasa.

Vilarrasa fue uno de los estudiosos que desvelaron las causas de los terremotos inducidos por el almacén de gas Castor. La inyección de gas en el subsuelo produjo no sólo una sobrepresión, sino también un efecto de flotación del gas, que hizo que la falla de Amposta se moviera. El movimiento de esta falla desestabilizó otra más profunda desconocida hasta ahora, causando los terremotos de mayor magnitud que fueron percibidos por la población de Castellón

Investigación en geotermia

Uno de los campos en los que está investigando Vilarrasa es la geotermia, que produciría energía renovable. Es una de las aplicaciones que tiene. “Su principal ventaja es que está disponible las 24 horas del día, los 365 días del año. Y no dependes del viento o de si hace sol”, explica. “Y en una isla como Mallorca sería ideal porque consume muy poco territorio”, señala.

“El subsuelo tiene un gran potencial para dar energía porque la temperatura bajo tierra no es la misma que la de la superficie. En general, la temperatura aumenta tres grados por cada cien metros de profundidad. Nosotros buscaríamos temperaturas de más de cien grados”, expone Vilarrasa, al frente del proyecto Georest, Predicting Earthquarkes induced by fluid injection.

Hay un municipio de Mallorca con una anomalía térmica en el subsuelo que quizá permitiría producir electricidad bajo tierra

Hay un municipio de Mallorca con una anomalía térmica en el subsuelo que quizá permitiría producir electricidad bajo tierra / -

Captura y almacenaje de CO2

Una de las aplicaciones en las que investiga Vilarrasa es la de la captura y almacenaje de CO2. “Todavía hay industrias que generan muchísimo, como el acero o el cemento. Durante su proceso se dan una serie de reacciones químicas que liberan dióxido de carbono. El subsuelo puede contribuir entre el 20 y el 30% a la reducción total de emisiones de CO2. Esta contribución provendría de ese almacenaje geológico de carbono, por un lado, y, por otro por la energía geotérmica y el almacenamiento de energía subterráneo”, explica. “Este último caso sería ideal por ejemplo para almacenar el hidrógeno, puesto que las baterías no tienen suficiente capacidad”, añade.

Sin embargo, pueden presentarse inconvenientes en estas aplicaciones de la geoenergía: cuando se inyectan fluidos o se extraen, hay varias alternaciones que pueden inducir sismicidad si se desestabilizan las fracturas o fallas. «El problema viene a profundidades a partir de 2 kilómetros o 1,5 kilómetros y solo en algunos casos, especialmente cuando se inyecta en rocas poco permeables. De ahí que se busquen rocas permeables como el marés que no deja de ser una arena solidificada por la que el agua y otros líquidos pueden fluir fácilmente. No siempre se encuentran rocas permeables, cuando se da con roca más rígida lo que se busca es que el agua fluya por sus fracturas, pero a veces se mueven y generalmente provoca microseísmos”, apunta.

Terremotos en Mallorca.

Terremotos en Mallorca. / DM

En Islandia, el 65% de la electricidad se genera por geotermia. “Allí funciona muy bien, pero algunos puntos sí han generado un terremoto de magnitud 4, pero allí están acostumbrados. Aquí en España, terremotos así sí serían un problema para la gente”. Otro ejemplo que pone Vilarrasa se da en el mar Cantábrico, “donde hay un proyecto relacionado con almacenaje de gas y se generan pequeños terremotos, pero no se notan en la superficie”. “Es importante encontrar las zonas más idóneas para estos proyectos, es decir, zonas con un riesgo bajo de sismicidad”, apunta. Proyectos de este tipo vienen aplicándose en Noruega desde mediados de los años 90.

Hay un municipio de Mallorca con una anomalía térmica en el subsuelo que quizá permitiría producir electricidad bajo tierra

Hay un municipio de Mallorca con una anomalía térmica en el subsuelo que quizá permitiría producir electricidad bajo tierra / -

El caso de Mallorca

“Mallorca es una zona sísmicamente poco activa, el riesgo de terremotos es bajo, pero se precisan prospecciones profundas para saber si este tipo de procesos serían adecuados. El conocimiento del subsuelo profundo es muy limitado”, advierte Vilarrasa.

En cuanto a la implantación de algunas de estas aplicaciones de geotermia en la isla, el investigador señala que hay varias propuestas. La primera, en la central térmica de es Murterar en Alcúdia, “una de las más contaminantes de Europa”. “Una opción sería no cerrarla y usar biomasa en lugar de carbón. Se podría capturar el CO2 e inyectarlo a grandes profundidades”, expone.

La central térmica de Es Murterar ante una laguna.

La central térmica de Es Murterar ante una laguna. / Manu Mielniezuk

Por otra parte, “en Llucmajor hay una anomalía térmica: a 200 metros de profundidad la temperatura es de 70-80 grados, no de 30, que sería lo normal. En este sentido sería un lugar adecuado para producir electricidad, pero habría que hacer más estudios. Estoy hablando de una falla que está entre Llucmajor y Campos por donde suben fluidos calientes de la Tierra”, indica. “Es posible que esta zona sea una reminiscencia de cierta actividad volcánica que hubo entre Mallorca e Ibiza, en medio del mar, hace millones de años, una actividad que a día de hoy está dormida”, concluye.