Entrevista | Antoni Serra Ramoneda Doctor honoris causa de la Universitat de les Illes Balears

Antoni Serra Ramoneda: «Madrid cree que en Cataluña nos estamos dando puñetazos»

Antoni Serra Ramoneda (Barcelona, 1933) es una figura clave de la economía como catedrático y rector de la Autónoma de Barcelona, además de presidente de Caixa Catalunya. El jueves será investido honoris causa de la UIB

Antoni Serra Ramoneda: «La desaparición de cajas como Sa Nostra se nota mucho en la Obra Social, y como mínimo, en los cajeros automáticos»

Antoni Serra Ramoneda: «La desaparición de cajas como Sa Nostra se nota mucho en la Obra Social, y como mínimo, en los cajeros automáticos» / DM

Matías Vallés

Matías Vallés

¿Divisa usted una crisis económica en el futuro próximo?

Hombre, crisis, crisis, no sé, pero seguro que habrá momentos difíciles tal como vienen las cosas. La deuda pública tendrá consecuencias. Pero hoy por hoy no se nota. Tenemos las protestas de los agricultores, claro, pero la gente gasta bastante dinero, parece contenta, viaja mucho, los restaurantes están llenos, hay una euforia económica. Los veo muy despreocupados.

Usted apadrinó a la Universitat de les Illes Balears, que ahora le nombra honoris causa.

Yo era por entonces secretario general de la Autónoma de Barcelona, y en Mallorca surgió la inquietud de tener estudios universitarios. Entidades como la Escuela de Comercio buscaron el paraguas de nuestra universidad para convertirse en el primer paso hacia una Facultad de Económicas. Viajé a menudo a Mallorca para entrevistarme con Bernardo Oliver, llegamos a un acuerdo y en Palma se impartieron cursos nuestros.

Estuvo al frente de la Autónoma, ¿qué diferencia hay entre un rector y un empresario?

Mire, hay muchas. Un rector también se ha de ocupar del entramado económico, pero la autoridad que tiene es muy diferente a la de un empresario. Sobre todo, la que yo tenía en aquellos momentos, porque en definitiva el nombramiento del profesorado lo hacía Madrid, los planes de estudios los diseñaba Madrid, la disciplina la imponía Madrid. Desde este punto de vista, el rector tenía una capacidad limitada por la dependencia absoluta, necesitaba autorización de Madrid.

¿La Caixa Catalunya que usted presidió era la otra Caixa?

Era la segunda de Cataluña, porque había una gran diferencia con la primera, y llegó un momento en que fue la tercera de España por recursos administrados.

¿Guarda animadversión a José Montilla, que le relevó?

No, porque Caixa Catalunya dependía de la Diputación de Barcelona, que tenía el privilegio de proponer al presidente. Después de veinte años, Montilla consideró conveniente un cambio en la presidencia, y así fue.

Le sustituye otro Serra, Narcís.

Lo tuve de alumno en la Universitat de Barcelona, y además es primo mío.

El Serra viene de familia.

Es primo lejano mío, no primo hermano. Y además lo es por su segundo apellido, por vía materna, porque se llama Narcís Serra Serra.

¿Esta familiaridad hizo que el relevo fuera menos traumático?

Nos conocíamos, pero tenemos una forma diferente de hacer las cosas.

¿En qué son diferentes?

Narcís venía de cargos importantísimos en Madrid, donde reformó las Fuerzas Armadas. A mí me cayó un peso considerable al nombrarme presidente de Caixa Catalunya, para él era peix menut.

Dijo en TV3 sobre la Caixa que «no tengo miedo de que me llamen ladrón, sino tonto».

Sí, porque aseguro con sinceridad que cumplí la normativa íntegramente. Sobre todo la que se refiere a la remuneración, algo que no sucedió en otras cajas, y procuré recordar siempre que se trataba de una entidad medio benéfica. Y dije lo de «tonto» porque hubo algún nombramiento y posiblemente alguna operación que me la colaron, por decirlo así.

Se calificó usted de «bombero», por su trabajo en la Caixa.

Antes de mi llegada, el consejo de administración estaba dividido en un sector prosocialista y otro proconvergente. No se ponían de acuerdo, con el bloqueo consiguiente. El presidente era el mallorquín profesor Sureda, que no podía ganar ni perder ninguna votación. La caja estuvo a punto de ser intervenida, porque no había manera de que funcionara. Se creyó conveniente que yo cogiera la presidencia sobre todo por una razón, porque convergentes y socialistas se pusieron de acuerdo en que yo no tenía adscripción política. Dicho de otra manera, era una persona de la que ni unos ni otros sabían a quién votaba.

Ha mencionado a Lluís Sureda, el profesor centenario que hace un par de semanas me contó que usted cesó nada más llegar al cargo que hacía la vida imposible al mallorquín.

Sí. Vamos a ver, esta persona ya ha muerto y no me gusta meterme. Cuando le he dicho que en el consejo había dos bandos, entré con mucho miedo, y pronto me di cuenta de que esto era un montaje del director para reducir el poder del presidente. Es decir, el director estaba acostumbrado a hacer lo que quería, porque el presidente de la Diputación también lo era de Caixa Catalunya. Por ejemplo, Samaranch no se ocupaba, y dejaba hacer. Cuando Tarradellas cambia la ley y nombra a Sureda, este quiere ejercer un poco más. La dirección cree que pierde competencias y maniobra para hacerle la vida imposible. Siempre he reconocido que fue una injusticia lo que le hicieron al mallorquín.

¿Cómo definiría usted a Sureda Carrión, un gran desconocido incluso en Mallorca?

Es un hombre muy inteligente, muy reflexivo y demasiado buena persona.

¿Por qué se hunde el sistema de cajas de ahorro?

Evidentemente por una razón básica, por el boom inmobiliario. Hubo una sobreinversión, pero creo que pudo haberse encontrado una solución diferente a la adoptada por las autoridades políticas españolas, y que implicó la desaparición de las cajas. Supongo que ahora también notan en Baleares la falta de muchas cosas que hacía Sa Nostra. Por ejemplo en Obra Social, que en Cataluña se nota mucho. Y como mínimo, en los cajeros automáticos.

Llamó usted «tragedia» a las preferentes.

Porque seguramente el público español no estaba lo bastante maduro para este tipo de títulos. Y la gente los suscribió sin darse cuenta de que había una parte considerable de riesgo. Se consideraron engañados, lo cual no es cierto del todo. Es lo mismo que sucede ahora con las hipotecas. Los compradores querían una hipoteca indexada, hasta que los índices empiezan a subir y se dan cuenta de que preferían una hipoteca de tipo fijo. Es un problema social.

¿Una gran empresa equivale a un partido político?

Las grandes empresas, Telefónica por poner un ejemplo, tienen una presencia política importante, y nadie se engaña al respecto. Ahora bien, en Cataluña la mayoría de empresas son de tipo familiar y no tienen esa influencia política, nada que ver.

¿Cataluña es un conflicto?

Soy catalán, vivo en Cataluña y no noto el conflicto, porque hay gente que piensa, sobre todo en Madrid, que aquí nos estamos dando puñetazos. Eso no lo percibo, pero que Cataluña es un problema para España, y mal resuelto, me parece indiscutible.

¿Votaría usted por el regreso de Puigdemont?

Sí, sí, votaría para que se encontrara una solución. Ignoro los detalles, y no hablo de independencia, pero creo que Cataluña necesita un régimen especial de autonomía. Arrastramos este problema desde hace siglos.

Las empresas españolas son muy buenas en distribución, Zara o Mercadona, pero no tanto en creación.

En parte es correcto. Tenemos empresas importantes y de excelente funcionamiento, pero no han sido empresas tecnológicamente punteras ni de los sectores más dinámicos. Nos falta investigación y creatividad.

¿Ha hecho bien Baleares jugándose toda su economía al turismo?

En el discurso que he preparado para el honoris causa explico que en los años cuarenta veraneaba en Mallorca. Conozco Portocristo o el Port de Sóller, y la isla es un auténtico paraíso. Estaba claro que tenía que explotar sus recursos naturales por vía turística. Ahora bien, puede ser que hayan hecho un gra massa. No me quiero meter en asuntos ajenos, sucede también en Cataluña.

Escribió usted el libro ‘Avatares de un burgués de Barcelona’.

Soy de extracción burguesa, de una familia del textil, teníamos una fábrica de tejidos bastante importante aquí en el Llobregat. Nací burgués, lo fue mi educación y no niego la condición burguesa. No soy un proletario. Después, pueden encontrarse buenos y malos burgueses, también con chorizos entre ellos. De todo hay, como en la viña del Señor.

¿En Cataluña mandan los burgueses?

Siempre ha sido una sociedad eminentemente burguesa. Cataluña no ha tenido nunca poder político, así que mandaba la burguesía.

¿Qué se hizo de los tiempos de Mario Conde y otros?

Fue una época de locura, cuando aparecieron estos personajes que de golpe deslumbraron a mucha gente, y que parecían unos genios en contra de lo que se demostró. Concretamente, conozco bastante bien el caso de Ruiz Mateos, que vivía a base de recibir créditos que no devolvía. Así, también yo soy capaz de hacer negocios y de crear empresas importantísimas.

¿Las universidades tienen un futuro más negro que las cajas?

Las hay de todo tipo. Las universidades se han de reconvertir para adaptarse a los cambios considerables del mundo actual. En el futuro se llamarán universidades o como usted quiera, pero siempre habrá centro de formación avanzada o superior, que puedan crear una elite intelectual, aunque la referencia al elitismo suene extraña.

Están criticando a Joe Biden por su edad a los 81 años, ¿cómo lo ve usted desde sus impecables 91 años?

Noventa, todavía no he llegado a los 91. No sé si lo recuerda, pero el canciller federal Adenauer gobernó hasta los 87 años, y tenía la cabeza en perfecto estado. La impresión que extraigo de lo que leo es que el señor Biden tiene algún problema de memoria. También porque tiene una edad, queda claro, pero hay personas de su misma edad sin estas limitaciones, que funcionan perfectamente.

Usted se encuentra en plena forma, no tiene el problema de Biden.

Un poco he de tener, porque las neuronas se van desgastando, y de todas formas no me harán presidente de Estados Unidos, por suerte. Personalmente me gusta Biden porque me parece un buen hombre y, cuando pienso en la alternativa, me gusta todavía más.

Para acabar, ¿en qué principio económico ha cambiado usted de opinión?

Es lógico cambiar cuando adquieres experiencia. En lo económico, he aprendido que no todo es tan blanco ni tan negro. Que nadie es bueno ni malo del todo, que nada es tan sencillo. Y que la distinción famosa entre los regímenes capitalista y socialista, bah, tiene que tomarse cum grano salis.

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