Cuando Mallorca se gastó 27 millones de euros en traer agua potable en barcos para paliar la sequía

En total se trajeron a la isla 16.700 millones de litros de agua en la conocida como 'Operación Barco'

Fue una operación conjunta entre Cort, Emaya, el Govern y el Ejecutivo central

El Govern se endeudó por once años para pagar la operación

Jordi Sánchez

Jordi Sánchez

Hace tres décadas Mallorca sufrió una de sus mayor crisis hidrológicas. La isla se quedó sin agua potable y, en una operación conjunta entre Cort, Emaya, el Govern y el Ejecutivo central, se realizó un pseudotrasvase del río Ebro, por el que el agua potable llegaba a la isla a través de barcos que iban y volvían de Tarragona.

 La conocida como ‘Operación Barco’ provocó que cada tres días el Móstoles -un carguero acondicionado para transportar líquido potable- llegaba a puerto con 60.000 metros cúbicos de agua limpia en una época en que por la mayoría de grifos de la ciudad emanaba agua salada. El 10 de abril de 1995 el Móstoles vertió agua del Ebro por primera vez a la red de suministro de Palma.

Sin embargo, el primer cargamento que llegó a la isla tuvo que ser desechado: el agua sabía a pintura. Los depósitos del Móstoles fueron pintados poco antes de llevar a cabo el primer transporte y, pese a que no suponía un riesgo para la salud, después del fuerte olor a pintura que percibieron cinco catadores se decidió bombear todo el cargamento al mar y, por consecuencia, se perdió.

Desde las instituciones y autoridades encargadas de la operación, señalaron que aquel primer viaje se trataba de "una prueba" y restaron importancia a lo sucedido asegurando además que el buque únicamente transportaba la mitad de su carga en aquella ocasión.

Pese a la gran cantidad de agua que se traía a la isla, cientos de familias mallorquinas se quedaron sin suministro, ya que los cargamentos no llegaban a abastecer a las familias del extrarradio, quienes estuvieron sin recibir suministro corriente durante dos años. 

El plan inicial del Govern, poco antes de sufrir la fuerte sequía, era instalar una potabilizadora de agua salada en la isla. Sin embargo, tal y como relató a este diario el exgerente de Emaya, Arturo Cadenas, debido a los retrasos en los pagos del Gobierno central y al incremento de la presión turística, la importación de agua se precipitó. 

«No era una solución en sí misma, era una necesidad inmediata. No se podía permitir que llegara a las casas agua con concentraciones salinas tan elevadas», afirmaba en 2015.

La ‘Operación Barco’ arrancó en 1995 y finalizó el 30 de noviembre de 1997. Durante esos dos años y medio, la embarcación realizó 276 viajes y trajo a la isla 16.700 millones de litros de agua. 

Toda la logística tuvo un coste de una 4.500 millones de pesetas - unos 27 millones de euros-, las cuales tuvieron que ser abonadas por los auyntamientos de Palma y Calvià. El Govern, por su parte, se vio obligado a aportar una subvención de 4,3 millones. No fue hasta 2006 cuando se terminaron de pagar todos los gastos.