"No tendría que haber polémica: la mascarilla implica menos probabilidad de contagio en espacios cerrados"

El catedrático Miquel Bennassar y otros investigadores de la UIB publican una investigación que prueba que durante la pandemia el uso del cubrebocas redujo a la mitad los contagios (reducción que sería incluso mayor en espacios cerrados)

Miquel Bennassar, catedrático de Enfermería y uno de los autores de la investigación que prueba la eficacia de la mascarilla

Miquel Bennassar, catedrático de Enfermería y uno de los autores de la investigación que prueba la eficacia de la mascarilla / UIB

Mar Ferragut Rámiz

Mar Ferragut Rámiz

Investigadores de las islas acaban de publicar un estudio que prueba que el uso de mascarilla en espacios cerrados previene la transmisión de virus respiratorios.  La publicación de este artículo coincide con un pico de virus respiratorios que están tensionando los centros de salud y hospitales de todo el país y ha llevado al Gobierno central a decretar el uso obligatorio de las mascarillas en los puntos de atención sanitaria (en contra del criterio de algunas comunidades autónomas, como Baleares, que consideran innecesaria y alarmista la medida).

Este trabajo, financiado por el Colegio de Enfermeras de Baleares (COIBA), ha sido impulsado por investigadores de la Universitat de les Illes Balears (UIB), del Instituto de Investigación Sanitaria de les Illes Balears (IdISBa) y del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP). Ha liderado la investigación Aina Huguet, enfermera que realizaba tareas de rastreo en la Central de Coordinación COVID de Mallorca. Una de las principales conclusiones es que el uso de la mascarilla redujo a la mitad los contagios (reducción que sería mayor en espacios cerrados).

Miquel Bennassar, catedrático de Enfermería de la Universitat, es uno de los coautores del estudio y explica a este diario que ante la evidencia recogida, el debate actual sobre la obligatoriedad o no de la mascarilla no tiene sentido: "No tendría que haber polémica, si hay gente con sintomatología el uso de mascarilla en espacios cerrados se ha demostrado que disminuye la posibilidad de contagiar a otras personas". Su trabajo señala que usando mascarilla "el riesgo de contagio se reducía prácticamente a la mitad".

Sus resultados llevan a aseverar que, "en las epidemias de virus respiratorios, como la actual epidemia de gripe, es importante el uso de mascarillas, especialmente en espacios cerrados, tiempos de exposición largos y distancias cortas como el ámbito domiciliario o reuniones en espacios cerrados".

Otra cosa, apunta Bennassar, sería imponer el cubrebocas en espacios abiertos, indica: "Eso sí que no tendría sentido". Señala que al final la mascarilla tiene sus contraindicaciones, que en el caso del uso en exterior no compensan los beneficios: "Retienes más CO2, el sistema inmune deja de trabajar porque no se encuentra otros virus, inhalas la pelusita..." .

El investigador indica que se está poniendo el foco en los centros sanitarios, pero que donde habría que ir especialmente alerta es en los ámbitos familiares. En esos espacios con personas de confianza, apunta, "bajamos la guardia" cuando pueden ser momentos de fácil contagio. En este sentido, hay un componente 'social' importante. Bennassar recuerda que en la época más dura de la pandemia había gente que se cambiaba de acera para no cruzarse con otra persona. De ese "momento extremo" hemos pasado al "contigo no me pongo la mascarilla porque nos tenemos confianza".

El artículo 'Personal protective measures and settings on the risk of SARS-COV-2 community transmission: a case-control study', publicado en la revista de impacto Frontiers in public health es un trabajo firmado por Bennassar, Aina Huguet, Aina Yáñez, Enrique Castro, Laura Capitán y Cristian Sánchez.

La investigación muestra que cómo la ventilación del espacio, el uso de mascarillas y un menor tiempo de exposición se asocian con un menor riesgo de transmisión de SARS-CoV-2 en la comunidad. Así, los resultados del estudio "proporcionan evidencia que respalda las medidas de prevención y seguridad individuales y colectivas contra la transmisión del coronavirus".

El estudio se llevó a cabo mientras se realizaba el rastreo de los contactos estrechos de personas contagiadas por el virus SARS-CoV-2 (para poder aplicar las medidas de aislamiento oportunas. El objetivo era evaluar la eficacia del uso de las medidas de protección individual (mascarillas y lavado de manos) en la prevención de la transmisión de la COVID-19. Además, se analizó como influía en la transmisión del virus la ventilación del espacio, la distancia del contacto y el tiempo de exposición. También se evaluó la transmisión en diferentes ámbitos (laboral, escolar, doméstico, transporte, etc.), analizando el efecto del uso de mascarillas en diferentes contextos. Por último, se estudiaron algunos actores que influyeron en que se utilizara o no la mascarilla cuando se estaba en contacto con otras personas.

Entre los principales resultados, los autores destacan en primer lugar, como ya se ha explicado, que "la mascarilla es efectiva en la prevención de la transmisión". Si durante el contacto estrecho con una persona infectada (que aún no sabía que lo estaba) se había utilizado mascarilla, la probabilidad de infección era menor que si no se había utilizado. El riesgo de contagio si se usaba la mascarilla se reducía prácticamente a la mitad. En espacios interiores (tanto ventilados como no ventilados) la mascarilla se vio que era un elemento clave para disminuir la probabilidad de contagio, mientras que en espacios exteriores tenía poca importancia. Además, cuanto más tiempo se estuviera en contacto con una persona contagiada más importante era el uso de la mascarilla para la prevención del contagio.

Según los resultados recogidos, "un lavado de manos más frecuente no resultó ser importante" en la prevención de la transmisión, aunque hay que tener en cuenta que la mayoría de los participantes declararon que se lavaban las manos con frecuencia.

En cuanto a los síntomas, su estudio refleja que el único síntoma de la persona contagiada que se asoció a una mayor transmisión de SARS-CoV-2 fue la tos, que es precisamente uno de los principales mecanismos de transmisión del virus.

En la lista de conclusiones, los investigadores vieron que en los contactos de mayor riesgo (espacios interiores, con más tiempo de exposición y menos distancia con el contacto) era en los que menos se utilizaba la mascarilla (por la ya explicada sensación de "falsa seguridad"). Cabe desatacar que durante la pandemia gran parte de los contagios, aproximadamente el 80%, se producían en el ámbito domiciliario (familia y amigos).

Los datos del estudio se recogieron durante el rastreo de contactos estrechos. En futuras pandemias, aconsejan los firmantes, se podrían diseñar aplicaciones informáticas de análisis de datos en tiempo real para optimizar y priorizar el rastreo en función del riesgo de contagio y de las condiciones del entorno local, lo que permitiría optimizar los recursos sanitarios y contribuir a una menor transmisión del virus.

"Comprender la asociación entre el uso de mascarillas, la ventilación, el tiempo de exposición y la transmisión del SARS-CoV-2 podría optimizar los mecanismos de rastreo de contactos en tiempo real y centrarse en la población más vulnerable", razona Bennassar, "además, se podrían asignar recursos adicionales y prestar mayor atención a los contactos cercanos de los pacientes índice que presenten tos, ya que tendrían un mayor riesgo de infección".