El último viaje de Josefina a su pueblo de Granada tras una vida de trabajo en Mallorca

La andaluza vino con 20 años buscándose la vida

Ahora, con 76 años y en cuidados paliativos, ha podido regresar a la casa de su infancia gracias a la ONG Ambulancia del Deseo

VÍDEO | El último viaje de Josefina: de Mallorca a su pueblo de Granada tras una vida de trabajo

Ambulancia del Deseo

Mar Ferragut Rámiz

Mar Ferragut Rámiz

La historia de Josefina es parecida a la de tantas otras mujeres andaluzas que llegaron a Mallorca en los años 60 y 70 para buscarse la vida. Su historia es similar, pero a la vez es única, con un giro de guion inesperado que, tras unos meses especialmente duros por culpa de la enfermedad, le ha devuelto la sonrisa a los 76 años. Josefina ha podido cumplir su último deseo, el anhelo que suelen compartir aquellos que se ven obligados a dejar su lugar de origen: volver a su pueblo. Volver a casa.

El deseo se hizo realidad el pasado lunes. Pocos días antes, Josefina y unas de sus hijas recibieron a este diario en su piso de Pere Garau para contar un relato en el que nada ha sido fácil.

Josefina, en su casa de Palma días antes de marcharse. | B.RAMON

Josefina, en su casa de Palma días antes de marcharse. | B.RAMON / Mar Ferragut

Josefa Castilla Sánchez llegó a la isla con veinte años. No fue mucho tiempo al colegio, en seguida empezó a trabajar en el campo, así que sabía leer, pero no escribir. Se vino con lo puesto y trabajó toda su vida limpiando casas en Palma. En el autobús conoció a otro andaluz emigrado. Él trabajaba en la construcción. Se casaron y tuvieron dos hijas. Se divorciaron hace veinte años.

Nadie le regaló nada y la vida podría haber sido mucho más amable con ella durante sus años en Mallorca: tuvo sus alegrías, pero también mucho sacrificios y demasiadas dificultades. Pero todos tenemos algo que nos mantiene en movimiento, una chispa que nos hace tirar adelante. Y en el caso de Josefina ese algo era su pueblo: Vélez de Benaudalla, en Granada. La mujer ahorraba durante todo el año para poder ir cada verano de visita y su sueño siempre fue poder regresar cuando se jubilara.

Los voluntarios de Ambulancia del Deseo esperando para entrar al barco. | F. A.D.

Los voluntarios de Ambulancia del Deseo esperando para entrar al barco. | F. A.D. / Mar Ferragut

Y así lo hizo. Cuando dejó de trabajar, volvió feliz a su casa de la infancia, que había ido reformando poco a poco para ese momento. Se apuntó a la escuela de adultos y aprendió a escribir. Volvió a disfrutar de estar cerca de sus dos hermanos. Lamentablemente, la enfermedad hizo imposible que siguiera viviendo sola y tuvo que volver a Palma a vivir con su hija Ana.

Esta nueva época en la isla fue especialmente difícil, con un duro periplo hospitalario y oscuros diagnósticos médicos. Josefina es diabética, padece arterioesclerosis y una isquemia crónica y desde 2022 sufre necrosis en una de las piernas. El pasado abril los médicos que la atendían llegaron a vaticinar que le quedaban unos días de vida. La pena de Josefina era inmensa: «Lo he pasado muy mal, solo quiero irme», decía con lágrimas de las que aprietan el corazón. Ella solo quería regresar por última vez a Vélez de Benaudalla y así se lo pedía a su hija y también al patrón de su pueblo, San Antonio.

No era un ruego fácil de cumplir, ni siquiera para un santo. Josefina hace tiempo que vive postrada en una cama y está sedada para poder afrontar el dolor. Su hija Ana tuvo que asumir en primer lugar que dejaría aquí a su hijo de 14 años y se iría con su madre al pueblo, para acompañarla y atenderla «el tiempo que sea». Después tocó plantearse cómo afrontar la logística de la mudanza. Y fue entonces cuando conoció la iniciativa de la Ambulancia del Deseo.

Josefina y su hija Ana, en la iglesia del pueblo. | A.FEIXA (EFE)

Josefina y su hija Ana, en la iglesia del pueblo. | A.FEIXA (EFE) / Mar Ferragut

Esta ONG cumple peticiones de personas con enfermedades terminales u hospitalizadas que necesitan ayuda para poder desplazarse y cumplir «un deseo». Miquel Ángel Garrido, técnico de emergencias sanitarias y uno de los responsables de esta Fundación afincada en Murcia, recuerda casos como el del señor en estado terminal al que acercaron a la playa en la que solía pescar o aquel enfermo de ELA al que transportaron a la boda de un familiar.... Ana les contactó en octubre explicando su caso. Josefina reforzó sus plegarias a San Antonio para que les aceptaran.

Y en una semana les llegó la respuesta: sí, les llevarían desde el puerto de Valencia hasta Vélez, un recorrido de más de siete horas en ambulancia medicalizada que completaron el pasado lunes, tras haber contratado otra ambulancia para llegar al puerto y tras una noche viajando en barco.

Garrido explicó que no fue fácil trasladar a Josefina desde el camarote del barco hasta la ambulancia, pero que intentaron en todo momento que fuera lo más cómodo posible para Josefina. Para ella, la primera parada de la ambulancia antes de ir a su casa era obligatoria para ella: ir a ver a San Antonio a la iglesia del pueblo para darle las gracias por lo que ella considera un milagro. Allí fue recibida por el párroco y algunos conocidos. En torno a las seis de la tarde, Josefina y su hija llegaron, exhaustas pero contentas, por fin a su casa, donde les esperaba otra comitiva de familiares y amigas de toda la vida para darles la bienvenida. «Ha sido muy emocionante», admitía Garrido.

Este trayecto ha sido arduo, como lo han sido estos años de lucha contra la enfermedad. Pero su hija Ana cree que ver ahora «la cara de felicidad» de su madre lo compensa todo. El último viaje de Josefina acaba con su sonrisa.

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