Patinetes y bicis en los buses y trenes de Mallorca: «La gente no entenderá que algunos los necesitamos para poder ir a trabajar»

Los usuarios reconocen molestia puntuales, pero comprenden la situación de aquellos portan VMP

Un joven pasando con su patinete por los tornos.

Un joven pasando con su patinete por los tornos. / Bernardo Arzayus

Jordi Sánchez

Jordi Sánchez

Los usuarios parecen tenerlo claro, y tanto aquellos que utilizan patinetes y otro tipo de vehículos de movilidad personal, como aquellos que utilizan el transporte público sin más cargas que sus enseres personales, defienden la necesidad de mantener su presencia en tren, metro y autobús.

Lucía Rodríguez explica mientras espera el tren en la estación del Pont d’Inca Nou que «cuando se juntan varios en un vagón no se puede pasar», aunque termina reconociendo que, pese a haberse tropezado alguna vez con alguno de ellos, «los intentan poner debajo del asiento y los apartan cuando pasas». Concluye resaltando su apoyo a sus usuarios: «A mi me parece bien».

«Se entiende que puedas subir el patín e ir a trabajar a Palma si vives a las afueras», defiende Matias Salas, un usuario residente en Sa Cabana que hace un uso puntual de los servicios del SFM. Apunta que «cuando hay pocos esta bien», pero también reconoce que «cuando hay mucha gente o se ponen en la entrada no te dejan salir ni entrar». Su postura defiende el papel de los ayuntamientos: «El ajuntament de Marratxí está habilitando muchos carriles bici para conectar los barrios con palma y que puedan usarse los patinetes y las bicicletas».

Del lado de los usuarios que suben el patinete a la red de transporte, defienden férreamente la posibilidad de poder portarlos debido a las necesidades, sobre todo, para poder ir a trabajar.

Un propietario de un VMP, que ha preferido mantener el anonimato, explica que se trata de un elemento esencial en su día a día: «Cuando me bajo del tren, todavía tengo media hora de camino hasta llegar al trabajo. Si no pudiese subirlo, además de tener que ir andando la estación, tardaría más del doble para llegar a mi empresa y tendría que levantarme una hora más pronto. La gente no entenderá que algunos lo necesitamos para poder ir a trabajar ». «Es inviable», confiesa.

Otra usuaria de patinete eléctrico, Olga Lucia, tambien lousa como transporte hasta su puesto de trabajo, y se muestra «asustada» ante la posibilidad de vetar la presencia de estos vehículos en la red de transporte. «Yo siempre doblo mi patinete al subir al tren y al bus. Y si veo que está muy lleno, espero al siguiente tren».

También explica que en ocaciones ha contado con el beneplácito de los maquinistas: «El conductor siempre me dice que suba sin problema». Antes de irse, apresurada por no perder el tren en la Estació Intermodal, dice entre gestos de preocupación que «ojalá no lo prohiban», para sentenciar que «por lo que hacen algunos acabamos pagando todos».

Las posturas están claras y, pese a los posibles inconvenientes que estos vehículos puedan ocasionar en ciertas ocasiones, entre los usuarios la tónica dominante sigue yendo a favor de aquellos que lo necesitan.