Relato de una madre desesperada: «Nadie me alquila una vivienda en Mallorca por tener hijos y encima me piden dinero por visitar pisos»

Vanessa Aguilar denuncia el veto a las mujeres con niños y que le piden abonar una reserva sólo por ir a ver una casa en Palma: «No es un hecho aislado, ya me ha sucedido en tres ocasiones»

(VÍDEO) Vivienda en Mallorca | Veto a las mujeres con niños: "Soy madre y nadie me alquila. He decidido decir que no tengo hijos"

Redacción

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El rostro de Vanessa Aguilar desvela preocupación y noches en vela. Busca piso desesperadamente en Mallorca. Tiene un mes para dejar el que habita en régimen de alquiler con sus dos hijos. «Se me acababa el contrato y la propietaria me ha dicho que lo necesita, por lo que no me va a renovar», cuenta. 

De repente, esta madre de 32 años y con contrato fijo se enfrenta a «una jungla» para encontrar casa. «Este mercado con precios elevadísimos y requisitos cada vez más exigentes, por no decir abusivos, para acceder a un piso margina al más débil y vulnerable, como las madres solas con hijos», asegura. Vanessa trae pruebas de lo que dice, como las condiciones leoninas que le pasan por escrito los propietarios de los pisos o algunas inmobiliarias.

«Para ver algunas casas me están pidiendo que firme un contrato y pague una reserva, que no acabo de entender si es un mes de fianza o más. ¿Cómo voy a pagar por un piso que ni he podido ver? Si no pagas esa reserva, te dicen que podrás ver el piso cuando se vacíe, pero ese momento nunca llega porque cuando vuelves a llamar ya se ha alquilado», explica. «Y no es un caso aislado, ya me lo han pedido en tres pisos», detalla. «También me han llegado a decir si quería el piso ya, sin verlo. Les he pedido fotos, pero después no he recibido ninguna respuesta», protesta.

Vanessa Aguilar, en Palma.

Vanessa Aguilar, en Palma. / DM

Solvencia económica: 2.600 euros en la cuenta

«En anuncios de algunos portales me he encontrado también que solicitan solvencia económica. Esto es, que tenga un mínimo de 2.600 euros en la cuenta», indica. «Un dinero que yo no puedo llegar a ahorrar con mi sueldo y porque he ido de alquiler durante cinco años».

Una de las mayores quejas de esta mallorquina son los «portazos» que se está encontrando por tener hijos. «Me ponen excusas todo el tiempo, que han tenido malas experiencias o cuando digo que los tengo no me vuelven a contestar. Ya he decidido decir que no tengo hijos», sostiene Vanessa, que además de su sueldo cobra la manutención de sus dos hijos de parte de su padre.

La búsqueda de vivienda la ha extendido a pueblos, como Can Picafort. «Trabajo en Palma, pero me da igual mudarme a algún municipio. Cogeríamos el tren y el bus y nos levantaríamos a las 5 de la mañana para venir a la ciudad», dice. Es consciente de que su rastreo en el mercado inmobiliario coincide con el inicio de la temporada turística en la isla, «una situación que empeora las cosas».

Vanessa Aguilar, en Palma.

Vanessa Aguilar, en Palma. / DM

Puertas cerradas con trabajo fijo y nóminas

«Nunca pensé que las cosas estuvieran tan mal. Me parece increíble tener un trabajo fijo y nóminas, tener recibos de que has pagado el alquiler cuando toca, y que todas las puertas estén cerradas», confiesa desesperada. «Sólo pido un estudio o un piso con una única habitación. Pagaría el alquiler con toda mi nómina y con la manutención y otras ayudas pagaría los suministros y la comida», asegura. «Cuando alguna vez he preguntado por qué no quieren niños, me han contestado de mala manera que es su piso y que con él hacen lo que les da la gana», espeta.

De momento, no se plantea alquilar una habitación o compartir piso. «Si lo tengo que hacer, lo haré, pero cuando me voy a trabajar no quiero dejar solos a mis hijos con personas que no conozco. Hasta ahora mi madre se quedaba con ellos», indica. 

«He mirado pisos en la península para irnos. En Palencia, por ejemplo, los hay de tres habitaciones por 400 euros, pero para eso necesitaría tener los primeros meses un apoyo familiar hasta que encontrara un trabajo. Y no es mi caso. Todos estamos aquí», asevera. 

«Me han llegado a decir que vaya a un centro de acogida, pero tengo pánico a que los servicios sociales puedan quitarme a mis hijos. Estoy tan desesperada que he llegado a pensar en pegar una patada a la puerta de un piso vacío y okuparlo».