¿Quién vive en la ciudad? Millones de personas. ¿Para quién se han diseñado y se siguen diseñando las ciudades? Para los hombres. En concreto, para los hombres, blancos, burgueses, adultos y heterosexuales o BBVAH, según el acrónimo acuñado por la economista Amaia Pérez. ¿Por qué? Porque el trabajo de producción se hace en el espacio público y el trabajo de reproducción (los cuidados) mayoritariamente se llevan a cabo en la esfera privada. Hombres en la calle, mujeres en casa.
Relacionadas
Ése es el meollo del argumentario para defender la necesidad del urbanismo de género, que entre otras cosas recuerda que muchos de los trabajos asociados a la reproducción (ir a la compra, acompañar a personas dependientes...) se llevan a cabo en el espacio público. Y algunas tareas deben poder llevarse a cabo en el espacio público, como amamantar.
Así, se explica en la introducción deCiudades Cuidadoras, Guía de Buenas Prácticas para aplicar la perspectiva de género en el diseño urbano, un trabajo encargado por IBDona a Arquitectives.
"Equilibrar los privilegios en las ciudades"
Cristina Lorente, fundadora de Arquitectives junto a Pablo Amor, resume que el objetivo es tener ciudades integradoras, focalizadas en el cuidado «hacia un mismo, hacia los otros y hacia el medio ambiente». La idea es «equilibrar los privilegios» en el espacio público, que sigue totalmente inclinado al BBVAH.
La propuesta no es nueva. Ya desde los 70 se empezó a impulsar el urbanismo de género. Y actualmente ya hay muchas urbanistas, arquitectas, mujeres en organismos municipales con poder. ¿Sigue existiendo ese desequilibrio? Lorente responde rotunda que sí y razona que, aunque se van haciendo cambios y mejoras, al final el urbanismo está marcado por el sistema capitalista, que prioriza la producción por encima de todo. Las ciudades en general siguen siendo poco amables y las del archipiélago no son la excepción, señala la guía, que ha analizado 26 espacios públicos reformados o rehabilitados los últimos diez años de doce municipios de las islas.
De cada espacio, se han valorado varios parámetros: de la iluminación (¿deja zonas a oscuras?) a los usos (¿hay alguno, como las terrazas, que monopolice el espacio?) ; la presencia o no de papeleras o baños públicos; el tipo de pavimento o juegos infantiles; las señales... En cada caso se evalúa si se cumplen o no las recomendaciones , usando un código de colores, como un semáforo.
En el análisis hay puntos verdes, pero sobre predominan los rojos y naranjas, con lo que la conclusión es que queda muchísimo por hacer (y eso que hablamos de espacios reformados o habilitados en la última década, cuando en teoría ya había más concienciación). Lorente habla de algunos casos «dramáticos», como la plaça Pública de Valldemossa: ocupada por coches, sin mobiliario urbano, sin vegetación... Otros enclaves salen mejor parados.
Dos casos en Palma
En Palma, se evalúan dos calles recientemente peatonalizadas: Nuredduna y Costa i Llobera. La peatonalización siempre es una mejora, pero desde Arquitectives detectan varios ‘puntos rojos’ en estas dos vías.
En Costa i Llobera, aunque la disposición de los bancos es adecuada ya que favorece las relaciones, la calle es un mero lugar de paso debido a la estructura lineal y a la uniformidad del pavimento, que además es duro e impermeable, lo que incrementa la temperatura y lo convierte en un espacio desapacible en verano. Los árboles son jóvenes y no dan sombra y no se han incluido otras opciones, como arbustos en jardineras.
El suelo también es punto rojo en Nuredduna (en contraposición, el informe aplaude el caso de Es Cap Vermell, en Capdepera, con áreas blandas y permeables, además de sombras).
En esta calle palmesana, recientemente peatonalizada, la disposición de los bancos no favorece la relación y la estructura y disposición lineal de los elementos (los bancos y jardineras se sitúan alineados en el centro de la calle) provoca que el espacio sea poco versátil a la hora de plantear actividades. Arquitectives se ha fijado también en la accesibilidad y la calle suspende: las terrazas pegadas a las paredes dificultan el paso de personas invidentes y los juegos infantiles no están adaptados. Además, no se pensó en incluir elementos que den sombra a este espacio para el juego infantil ni en los ubicados en la plaza de la Columnas.
Urbanismo de género en Mallorca: la Plaça de la Vila de Sencelles, un buen caso de remodelación hecha pensando en las personas
En la presentación del documento (enmarcada dentro de los actos del 8M), la consellera de Presidencia, Mercedes Garrido, destacó que «hay que estar empoderadas en todos los ámbitos» y por eso «el urbanismo feminista es una necesidad».
La fundadora de Arquitectives defiende que además de conseguir espacios «amables» hay que aumentar la significación y visibilidad y bautizar más calles y plazas con nombres de mujer. Los datos de Palma muestran el claro desequilibrio en esta cuestión: de las más de 800 calles que tiene Palma, solo 75 llevan nombre de mujer (de los espacios analizados en la guía, solo hay uno: la plaça Margalida Perelló, en Artà).
Cristina Lorente valora que el plan de movilidad de Palma (el PMUS) incluye la perspectiva de género, pero cree que se debería ir más allá con esta cuestión y que se incorpore a las normativas, como se hizo con la accesibilidad. De momento, su guía queda como manual de buenas prácticas para los técnicos municipales, aunque también podría plantearse para hacer formación. Y así poco a poco ir conformado ciudades que cuiden.