Olor a libros nuevos, caras de sueño y algún que otro llanto son algunas de las cosas que nunca cambian, por mucha novedad que depare el inicio de curso. Los nervios del primer día se instalan en madres, padres, alumnos y este año también se nota en los profesores, que afrontan su primer curso de la reforma educativa de la Lomloe y los nuevos currículos.

Todo esto, en una jornada en la que los pequeños viven más que nunca la alegría de los reencuentros, puesto que es su primer regreso a las aulas sin restricciones por primera vez después de la pandemia. Si han superado una crisis sanitaria de tal calado, es de esperar que puedan hacerle frente al tórrido calor de estos días, aunque con cierta dificultad porque los más de 170.000 estudiantes matriculados en las escuelas públicas y concertadas volvieron ayer en plena alerta amarilla por calor.

La pequeña Vicky, de cuatro años, viene acompañada de sus padres en su primer día. «No está nerviosa, aunque este año cambia de clase y de profesora», explica su madre, Victoria, mientras le da un último abrazo a su hija antes de entrar al CEIP Aina Moll i Marqués. Está a punto empezar su segundo año en este colegio: «El primer curso le costó un poco adaptarse, pero esta vez volvemos con ilusión porque ya costará menos volver», cuentan los padres de Vicky.

Son las nueve de la mañana y las familias se amontonan en las puertas de los colegios. En el Aina Moll la entrada se hace escalonada y por distintas puertas. Pep, Elvina y su perro Pitu acompañan a la joven Lucía, también de cuatro años, en un día tan especial. «¿De qué tienes más ganas?», le pregunta su madre. «De cole», exclama Lucía emocionada.

Alumnos como Vicky o Lucía empezaron ayer un año escolar peculiar; la reforma educativa de la Lomloe se aplicará este curso en todas las etapas de Infantil. Los docentes lo afrontan con «nervios» y cierta «inquietud», aunque «han leído y se han preparado mucho», explica la directora del CEIP Aina Moll i Marqués, Aina Garcías: «Es todo nuevo para nosotros, pero hemos trabajado para hacerlo lo mejor que sepamos», comenta en declaraciones a este diario.

La dirigente recorre apresurada el centro mientras visita las aulas de los pequeños, que ya están dando sus primeras clases, para asegurarse de que todo sale bien: «El primer día siempre es un poco caótico», ríe. Aún así, los únicos escolares que tienen permitido entrar con sus padres al centro son los de tres años: «Las familias pueden estar con ellos los primeros días para ayudar a que se adapten, pero solo podemos hacerlo en el primer curso de Infantil», señala Garcías.

Para la responsable del Aina Moll, la novedad más destacada este curso es «sin duda» la libertad que deja la ausencia de restricciones: «Empezamos con mucha ilusión porque por fin podemos abrazarnos, además de volver a las metodologías de antes de la pandemia como talleres y actividades con varios grupos juntos», celebra. En la escuela lo único que queda de la pandemia son medidas como la entrada escalonada el primer día, la higiene de manos o los turnos de recreo por curso, iniciativas que empezaron con la covid y se han quedado por dar buenos resultados.

Sin embargo, la sensación de alivio, que se extiende a toda la comunidad educativa, se vio eclipsada por el agobiante e inusual calor que pasaron alumnos y profesores. Algunos padres se libraron de las temperaturas extremas al dejar a los pequeños a primera hora, pero a partir de las diez de la mañana, el bochorno se convirtió en el inevitable tema del día en los pasillos y en el patio.

«Si en algún momento un alumno se agobia por el calor, dejamos que vaya al lavabo y se refresque. Si en el aula la temperatura es extrema y no aguantamos más, salimos un poco a que nos dé el aire y luego retomamos la clase», indican la directora del CEIP Santa Catalina, Joana Bestard, y la secretaria del centro, Francisca Gómez.

Todas las aulas en este colegio tienen los ventiladores funcionando a tope, al igual que en el Aina Moll, las persianas bajadas y las cantimploras y botellas de agua fresca muy a mano. «Espero que esta temperatura sea una situación puntual, sino tendremos que tomar medidas más estrictas», explican las responsables, que de momento han proporcionado una serie de indicaciones que las familias tendrán que seguir hasta que amaine el bochorno.

Compensa la «tranquilidad» con la que llevan los docentes y el equipo directivo de este centro la reforma educativa: «Nosotros ya aplicábamos algunas de las metodologías que se proponen, como el trabajo por proyectos», aclaran Bestard y Gómez. La saga de Harry Potter, los animales en peligro de extinción o la fisonomía del propio barrio de Santa Catalina son algunas de las temáticas que han servido para que los niños realicen proyectos en las aulas, al estilo de lo que plantean los currículos de la Lomloe: «Nos iremos adaptando de forma progresiva, poco a poco, pero ya tenemos parte del trabajo hecho».

Y es que, al fin y al cabo, por muchos años y reformas educativas que pasen, la mayor dificultad para todos los primeros días es el regreso a la rutina. La vuelta al cole, tediosa para algunos e ilusionante para otros, ha estado marcada este año no solo por el calor y la anhelada normalidad, sino también por la felicidad de los reencuentros y el afecto de los abrazos.

El que se dan Núria y Paula en la entrada del Aina Moll es especialmente cariñoso. «¿A que no sabes dónde he viajado este verano? Tengo que contarte un montón de cosas», le dice una a la otra, mientras entran a clase cogidas de la mano. Juntas afrontaron ayer un día caluroso, pero lleno de emociones e ilusión.

«No tenemos la posibilidad de climatizar todas las escuelas»

«Es evidente que no tenemos la posibilidad de climatizar todas las escuelas de Balears, pero haremos todas las inversiones necesarias», admitió ayer el conseller de Educación, Martí March, en rueda de prensa, preguntado por las temperaturas extremas en las aulas. El responsable aseguró que todas las nuevas infraestructuras educativas se han construido, en parte, con la intención de limitar el calor, y recordó que hay un plan de climatización del Ministerio de Educación a nivel estatal de 200 millones de euros. El titular de Educación también informó de que el regreso a las aulas se desarrolló ayer «con total normalidad» y «sin ninguna incidencia».

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Vuelta al cole: Regreso a la rutina en la Part Forana R. P. F.

ANECDOTARIO

Restricciones | «¿Mamá, tengo que llevar mascarilla o no?»

Aunque el curso pasado ya terminó sin mascarillas los últimos meses, ayer por la mañana, en la entrada del colegio, los nervios se apoderaron de algún que otro niño que por un momento pensó que tendría que taparse la boca y nariz de nuevo.

Movilidad | Caos en el transporte escolar de algunos colegios

El primer día de transporte escolar fue caótico en algunos colegios de Mallorca, hasta el punto de que hubo familias que tuvieron que buscarse la vida al quedarse sin sitio en el autobús o darse cuenta a última hora de un cambio de parada.

Tiempo | Sombrillas en los patios para combatir el calor

Cada uno combate el calor como puede. Mientras que el CEIP Son Juny organiza jornadas de agua, alguna que otra escuela acabó optando por instalar sombrillas de playa en el patio al ver que los niños se arremolinaban en torno a la poca sombra que había.