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Directora general de Grupotel Hotels & Resorts
Entrevista

Margalida Ramis: «Tenemos el espejismo de una buena temporada, la próxima no será como esta»

La directora general de Grupotel alerta de que después de un verano «en el que todo el mundo tenía acumuladas ganas de viajar puede que tengamos un cambio de ciclo» - Considera que subir precios con los TTOO es «una cuestión de supervivencia»

Margalida Ramis, directora de Grupotel, en el Gran Vista, en Can Picafort, donde están las oficinas centrales de la cadena. Guillem Bosch

Margalida Ramis Fornés (Muro, 1967) se licenció en Ciencias Políticas y Sociología. La hija de Miquel Ramis «no tenía claro» si se iba a dedicar al turismo. La directora general de Grupotel está al frente de una cadena con 54 años de historia que fundó su padre, presidente de la compañía. Empezó en 1968, con el hotel Farrutx, en Can Picafort. Tras la compra de diez hoteles a TUI, su socio desde 1998, suma 8.898 habitaciones y 20.537 plazas en 46 establecimientos. El grupo, presente en Mallorca, Menorca, Ibiza, Barcelona, Gran Canaria y Lanzarote, no está interesado en el modelo de gestión, todos sus hoteles, excepto dos en alquiler, son de su propiedad.

¿El decreto de ahorro energético es una buena medida y oportuna en agosto?

Es evidente que algo se tiene que hacer por el cierre del suministro del gas, pero en pleno agosto y dando estos plazos... Hasta a inicios de semana no sabíamos si lo iban a modificar. A veces los políticos piensan que las cosas se hacen pulsando un botón. Todo lleva su operativa y más este año con los problemas que hay, ha sido quizás apresurado.

¿Lo notarán los clientes?

Vamos a probar, llega justo en plena ola de calor. En los hoteles de cinco estrellas es difícil de explicar, pero no afecta a las habitaciones. Nosotros siempre estamos intentando ser más eficientes en todos los aspectos energéticos, con la subida estamos reinventándonos.

Vuelven las viejas polémicas. ¿Ve la isla saturada? ¿Hay que poner límites a la llegada de turistas?

Como dice, vuelven las viejas polémicas. A parte de decir que hay que poner límites hay que concretar. Hay que apostar por un crecimiento en calidad, no en cantidad. Somos un destino hipermaduro y tenemos que saber vendernos mejor. Sobre esa sensación de saturación, bueno, hemos salido de Thomas Cook, un año de la pandemia y otro a medio gas. Hay otras cosas más importantes que pensar que estamos saturados. No porque hagamos una buena temporada en números de clientes significa que nos hemos recuperado. Tenemos el agujero que ha provocado todo este tsunami. Las empresas todavía están en pérdidas. La saturación viene muchas veces porque no se da soluciones a los problemas. Si nos pasamos veinte años hablando de que necesitamos una depuradora nueva en la zona norte y si un día hay un vertido ¿estamos saturados o es que no damos soluciones a los problemas? El saneamiento, el alcantarillado, en las zonas turísticas debería estar impecable porque es de donde recaudan las administraciones. Es como lo de prohibir llegar a ciertos lugares en coche, si en su día se hubiera puesto un transporte público ejemplar...

La temporada va bien, el gasto turístico crece, ¿el incremento de costes de los suministros afectará los beneficios, se neutralizará por la subida de precios?

Estamos acostumbrados a contar números de turistas, pero no significa nada sin rentabilidad. El gasto ha subido, pero ¿con qué lo estamos comparando, con 2021, cuando los precios ya no eran ni los de 2019? Para estimular la demanda, con unas ocupaciones del 60 %, necesitabas hacer ofertas. Lo más importante es el coste del turista. Se han repetido en los contratos los precios de 2020, y ya iba bien con el panorama que teníamos. Has tenido que absorber aumentos de energía del 300 %, el 17 % del convenio y la subida de materias primas, que en comida y bebida es incluso superior a la inflación. Nos estamos recuperando en cuanto a actividad, pero no rentabilidad. Las empresas tienen las pérdidas de los dos últimos años. Estamos contentos de volver a trabajar plenamente y somos un destino líder, pero vemos el año que viene con muchas incertezas.

¿La escalada inflacionista hará que alemanes o británicos se planteen renunciar a sus vacaciones?

Ahora tenemos el espejismo de esta buena temporada, pero con la guerra de Putin, el suministro de gas y los problemas de Alemania, sobre todo, ¿dónde vamos a llegar? Si empiezan a cerrar fábricas o bajar la producción a largo plazo... No nos queda otra que pedir aumentos de precios, el verano próximo creemos que no va a ser como este, en el que todo el mundo tenía una acumulación de ganas de viajar un poco locas. Puede que tengamos un cambio de ciclo.

¿Está siendo complicado pactar mejores precios con los turoperadores para 2023?

Acaba de empezar la negociación. Subir precios es una cuestión de supervivencia por los costes que llevamos acumulados, por el fuel de los aviones se van a encarecer los paquetes.

Este es el verano de la falta de taxis. ¿Se tendría que liberalizar la actividad con la entrada de competencia?

Es otro tema de falta de gestión total. Los taxistas de la zona norte ahora han llegado al acuerdo de poder cargar cuando descargan en distintos municipios, ¿tenemos que llegar a 2022 para que pase esto? Los hoteleros llevamos pidiéndolo años. Es una locura que un cliente no pueda ir a cenar porque no encuentra un taxi. Hay una necesidad imperiosa de mejorar ese transporte.

¿Cómo han capeado la dificultad de completar plantillas?

Se ha agravado este año por diferentes razones y el impasse de la pandemia. Y por la falta de vivienda, por el destino masivo al alquiler vacacional que la encarece muchísimo, y el nivel de vida mas alto. Al final no les compensa venir. Antes el problema siempre estaba en las cocinas, luego empezó en salas y este año había falta de conserjes, recepcionistas, camareras de piso...

¿Qué subida considera justa en la negociación del convenio de hostelería, otro 17 %?

Ese 17 % ha sido un verdadero sacrificio por el periodo que hemos pasado. Los trabajadores han mantenido su poder adquisitivo, saliendo de la crisis debe ser el único colectivo. Con el panorama que tenemos hay que esperar a ver qué pasa con todos estos nubarrones. Todavía no es el momento de poner cifras, las cargas salariales tienen que ser asumibles.

La negociación de la Ley de Turismo estuvo rodeada de polémica por el cambio de postura de la patronal hotelera, que al final selló la paz con Negueruela. ¿En qué lado se posicionó?

Se presentó en una feria cuando no se sabía nada de ella. A parte de las negociaciones, ellos sabrán en qué términos se desarrollaron, veo una ley hecha en un momento muy inoportuno. El turismo, el motor económico de estas islas, no se merece una ley para hablar de unas camas elevables. No han tenido en cuenta la inversión multimillonaria en renovar la planta y ahora vienes con unos plazos para cambiar calderas, etc. Se podía haber hecho apuntando intenciones para el futuro y con más consenso. Supongo que no se hará una nueva ley de turismo cada vez que haya elecciones. A la Federación no le quedó más remedio que negociar lo que se podía. En temas de circularidad el sector es el líder en Balears y ¿ahora tenemos que hacer un informe? Es más burocracia. Nosotros tenemos certificaciones medioambiental en todos nuestros hoteles. Nos están restando competitividad, imagine en una pequeña o mediana empresa. Lo mismo con el producto local, yo le he dicho al conseller que si no compramos más es porque muchas veces no está disponible. Hubiera sido mejor ayudar a los productores locales en temas de digitalización .

¿Tienen planes de expansión?

Tras la compra de Nordotel a TUI (10 hoteles), al final del año pasado, tenemos que integrarnos mejor e invertir en la calidad que queremos. Siempre estamos mirando, pero ahora tenemos bastante trabajo en consolidarnos.

¿Se plantean saltar al extranjero, quizás al Caribe?

Siempre lo hemos valorado, pero vino la pandemia. Ahora mismo estamos muy ocupados.

¿Cómo valora la entrada en la isla de grandes cadenas internacionales, con los fondos de inversión, en hoteles emblemáticos como Formentor?

Es un tema del mercado. Los fondos han provocado una subida de precios, pero tampoco se han dado tantas operaciones con precios astronómicos, sí algunas especiales como la de Formentor por lo que significa. Han llegado en busca de chollos, pero en Mallorca no hay gangas. El hotel Punta Negra también fue un precio astronómico, pero es especial. Mi padre lo tuvo alquilado. En el libro del 50 aniversario de Grupotel se recuerda que albergó una cumbre hispanoitaliana con Felipe González.

¿Su padre sigue yendo a las oficinas?

Sí, todavía está en activo y se ocupa de las cosas importantes que le interesan, y yo encantada. Tiene 80 años y está fenomenal. Y ahora mis dos hijos mayores ya se han integrado en la empresa, en tiempos de la pandemia.

Salvo alguna excepción, los pioneros de la industria hotelera mallorquina siguen en primera línea. ¿Es por desconfianza en las nuevas generaciones?

Según quién no está a pie del cañón, pero la razón principal es que esto es su vida. Son una generación que se han hecho a sí mismos y les encanta lo que hacen.

¿Cuándo TUI estornuda, Grupotel se resfría? ¿Han vivido con preocupación la recuperación de sus socios?

[Ríe] Hombre, es una preocupación muy grande, no solamente de Grupotel, que por supuestos, son nuestros socios, sino también de todo el sector. Era el turoperador número uno, ha perdido bastante cuota de mercado, pero aún así es el de referencia alemán y británico. Tienen un reto impresionante por delante con la deuda, ahora con el cambio de presidente para afrontarlo con más fuerza, con necesidades de adaptarse a un nuevo modelo, están un poco retrasados. Nuestro interés es máximo y la preocupación también.

¿La regulación de los cruceros es acertada?

No es lo más importante, es un titular muy bonito para el que le interese, pero qué necesidad hay en plena salida de la pandemia. Otras ciudades estarían locas por tenerlos y nosotros en plena pandemia se nos ocurre limitar, no sé para qué.

¿El alquiler turístico reparte los beneficios del turismo?

Hay una dualidad clara. El segmento vacacional reglado tiene normas, inspectores, informes e impuestos. Y está el resto que campa a sus anchas, ¿dónde están aseguradas las camareras que limpian esas viviendas, qué impuestos pagan? Competimos con una oferta que se ha desmadrado y lo que se les ocurre es hacer más normas para la parte que ya las tiene. Es muy injusto. No veo ninguna preocupación por arreglarlo, no digo que sea fácil. Lo veníamos alertando mucho antes de que se popularizara y luego hablamos de un turismo de calidad. Cualquiera tiene una plaza, y barata, y contribuye a la economía sumergida. Es como si tuviéramos dos equipos de fútbol, una que juega con todas las normas y otro que puede hacer el gol en propia puerta.

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