El verano que iba a significar la desaparición del coronavirus en Balears, atendiendo a las curvas de contagios que a finales de mayo apuntaban a su extinción, se ha transformado en un periodo negro de consolidación de la pandemia. El julio preocupante ha sido sucedido por un agosto desbocado. Los registros han empeorado conforme avanzaba el mes, hasta coronar una perspectiva aciaga inimaginable en el peor momento de la primera oleada.

Balears empezó agosto con 2.612 contagios de coronavirus. Durante los últimos siete días del año acumuló 2.470 casos nuevos, según los datos recogidos por el Govern. Es decir, la comunidad ha igualado en una semana los enfermos registrados durante los seis meses anteriores en que se contabilizaron infecciones. Por sí solo, este dato justifica la reacción radical del Reino Unido y Alemania al prohibir de facto el turismo hacia Mallorca.

El primer caso del coronavirus en la isla se diagnosticó en febrero. En aquel momento se abordó como un ejemplo exótico, sin sospechar que la infección protagonizaría la actualidad y propiciaría un asombroso hundimiento económico. Sin embargo, la primera oleada fue benévola para Balears y se limita a un sarpullido estadístico, por comparación con el estallido veraniego. Durante el mes de agosto se ha triplicado ampliamente el total de contagios reconocidos.

Pedro Sánchez declaró ayer que le preocupaba "el estado de la pandemia en Madrid""el estado de la pandemia en Madrid". Solo el sesgo centralista le impedía extender el temor hacia Balears. Esta comunidad superó los cien nuevos contagios durante 21 días de agosto, sin interrupción desde el día 18 de dicho mes.

Además, Balears coronó los doscientos nuevos casos durante once días de agosto. En cuatro ocasiones se sobrepasó la marca diaria de los trescientos contagios. Cabe recordar que, durante los seis meses anteriores, no se había alcanzado el centenar, y mucho menos como una tónica mantenida. Los 174 enfermos anotados ayer mismo en el primer registro de septiembre, y agravados por cinco fallecimientos, hubieran desatado las alarmas en cualquier fecha del primer semestre del año. Sin embargo, ahora se examinan desde la perspectiva balsámica de una tregua.

Los datos pésimos al borde de lo estremecedor se contrarrestan con los cinco mil enfermos recuperados ya del coronavirus en Balears. Con todo, este reflejo de la calidad asistencial no desvanece la situación acuciante que se cierne ahora mismo sobre los recursos hospitalarios locales.

Como farallón de la estructura sanitaria, Son Espasesen la "segunda ola" admitida por el Govern, hasta 106 el pasado lunes. De ellos, 24 se hallaban repartidos por las tres unidades de UCI acondicionadas por el comité de crisis del hospital para albergarlos.

Pese al medio centenar de camas de hospitalización preparadas para la covid en Adultos y Pediatría de Son Espases, la sombra del colapso planea de nuevo sobre los recursos públicos. Al margen de las medidas preventivas contra la pandemia, todas las tendencias del coronavirus son reversibles, según está demostrando ahora mismo el apaciguamiento en Cataluña.

La posible estabilización a la baja del número de contagios en Balears tampoco será tranquilizadora, porque el repentino rebrote masivo en agosto confirma la elevada probabilidad de otro empeoramiento inesperado. Las hipótesis esgrimidas para asentar los datos de contagios no merecen un crédito excesivo, porque ni siquiera existe una correlación con los turistas que se retiraron mucho antes de que Mallorca exportara la pandemia.