La celiaquía (intolerancia al gluten) dejará de sumar un punto en los procesos de admisión de nuevos alumnos en los centros educativos para el curso escolar 2020-21, tal y como ha quedado establecido en el nuevo decreto de escolarización que regirá estos procesos y que se presentó a finales del mes pasado.

Jeroni Lliteras, técnico de la dirección general de Planificación, Ordenación y Centros, justifica la eliminación de intolerancia alimentaria en que “hoy en día, esta patología no requiere que los alumnos que la padezcan sean escolarizados en un centro educativo concreto. Y todos los comedores escolares tienen hoy la capacidad de adaptar sus menús a esta circunstancia”, subraya.

El técnico educativo recalca que en la actualización del listado de dolencias crónicas que otorgan un punto en los procesos de admisión de alumnos se ha seguido siempre “el criterio médico, se ha confeccionado en base a informes médicos”.

Se ha añadido la circunstancia hasta ahora inédita, añade, “de que el alumno que tenga una dolencia crónica grave que requiera una intervención sanitaria inmediata específica será también beneficiado con un punto”.

De especialista para anafilaxias

Asimismo, los alumnos que padezcan alguna alergia alimentaria que les ponga en riesgo de sufrir una anafilaxia (reacción alérgica grave, en ocasiones letal, por la exposición a un alérgeno de manera accidental), deberán presentar un informe de un especialista que les esté tratando en el hospital, revela el técnico de la Conselleria.

El responsable de Educación rechaza que este requisito se haya introducido en el nuevo decreto de escolarización a raíz del luctuoso suceso acontecido en el colegio la Salle al detallar que ya estaba incluido en el primer borrador del decretro que se presentó al Consejo Escolar en este último mes de abril.

Como se recordará, la trágica muerte de una niña de cinco años de edad en ese centro escolar a consecuencia de una reacción anafiláctica alimentaria se produjo el pasado 24 de mayo.

Todas estas circunstancias así como las enfermedades crónicas que se quieran acreditar ante el centro escolar al que opte el alumno deberán hacerse mediante un “certificado médico oficial en el que constará la identificación del facultativo, su firma y número de colegiado, la enfermedad que padece el alumno y la fecha de expedición. Y para ser válido deberá estar cumplimentado con una letra legible y comprensible”, detalla el decreto.

Comisión técnica mixta

El técnico añade que el próximo mes de septiembre se creará una comisión técnica con personal de las conselleries de Educación y Salud para “verificar su validez y evitar un uso fraudulento de estos certificados médicos”.

Un uso fraudulento que, en caso de ser descubierto, no quedará impune: “Si se demuestra que en la emisión del certificado médico se han producido irregularidades o se han falseado datos, el servicio de escolarización otorgará al alumno una plaza de oficio en el centro escolar donde queden libres, pero nunca en el colegio en el que había solicitado plaza, como penalización”, advierte Jeroni Lliteras.

La entrega de certificados médicos así como todos los datos que contengan estarán debidamente protegidos, añade Lliteras, que concluye recordando que la entrega de los certificados deberá ir acompañada de una cláusula de protección de datos firmada por los padres o tutores legales que deberá facilitar la escuela.

Diabetes, lupus o epilepsia siguen puntuando

La adjudicación de un punto por este criterio complementario requiere que la patología del alumno figue en el listado de enfermedades crónicas pediátricas. Y en esta lista figuran patologías congénitas del metabolismo como la fenilcetonuria; enfermedades reumáticas como el lupus eritematoso; digestivas como la colitis ulcerosas o la enfermedad de Crohn; respiratorias como la fibrosis quística; cardiopatías congénitas con riesgo de muerte súbita; todas las enfermedades oncológicas; insuficiencias renales o estar trasplantado; males endocrinos como diabetes o neurológicos como la epilepsia y otras como hemofilia, espina bífida o labio leporino, por citar solo las más conocidas.