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Inversiones

El final de los subsidios públicos lleva a la quiebra a la Fundación Kovacs

Entró en concurso tras haber cobrado 9,4 millones por su terapia de medicina alternativa con grapas

El final de los subsidios públicos lleva a la quiebra a la Fundación Kovacsmassutí

Ni un año sin subsidios y conciertos públicos ha resistido el doctor Kovacs. Ante la falta de inversores privados que se interesasen por sus tratamientos solo financiados con dinero público balear, la Fundación Kovacs presentó en noviembre del año pasado un concurso de acreedores que supone de facto la suspensión de pagos y la liquidación por quiebra de un ente que llevaba inactivo desde mediados de 2016. El expediente, tramitado ante el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Palma se resolvió rápidamente por "insuficiencia de masa", la fórmula que se usa cuando el patrimonio de la entidad que entra en concurso de acreedores (la antigua suspensión de pagos) no da ni para cubrir las deudas y los gastos del proceso.

Así pasa a la historia una de las instituciones más polémicas de las últimas dos décadas, en las que el doctor Kovacs logró que gobiernos presididos sucesivamente por Jaume Matas (PP), Francesc Antich (PSOE) y José Ramón Bauzá (PP) le entregasen 9,4 millones de euros para financiar sus investigaciones de medicina alternativa y abonar el coste de un tratamiento con grapas para la espalda cuestionado tanto por la comunidad médica como por el Colegio de Fisioterapeutas. La "neurorreflejoterapia", según la denominación acuñada para la terapia de grapas por el propio doctor Kovacs, le sirvió a la fundación para facturar entre 2003 y 2014 un total de 9,4 millones de euros a la sanidad pública, más de lo que recibieron durante esos mismos años centros médicos privados clave en la lucha contra la lista de espera como la Policlínica Miramar, la Clínica Rotger y la Palmaplanas.

La justificación que daba Kovacs para haber cobrado 9,4 millones de euros por esos convenios era que su tratamiento, consistente en clavar grapas en la espalda, fue capaz de ahorrar a las administración pública entre 2003 y 2014 un total de 42 millones de euros. La vehemencia con la que el propio doctor explicaba en público los beneficios de su hallazgo contrastaba con la frialdad con la que lo despacharon las comisiones nacionales de Neurocirugía y Neurología, que ya en 2002, antes de que las grapas para la espalda empezasen a pagarse con dinero público, calificaron el tratamiento de Kovacs de medicina alternativa "falta de evidencia científica" y quizá relacionada con un efecto placebo, es decir, algo así como pasar por el curandero o someterse a técnicas pseudomédicas como el reiki o la imposición de manos.

Como consecuencia, Kovacs y sus grapas fueron excluidos del catálogo del Sistema Nacional de Salud. Sólo Balears aceptó pagar dinero público a la Fundación Kovacs, con gobiernos presididos por el PP y el PSOE. Aunque el predicamento del doctor entre la clase política balear hay que buscarlo más arriba, en el Palacio de la Zarzuela: tres altos cargos distintos del segundo Govern Antich (2007-2011) confirmaron a este diario en el año 2012, que en 2010, los entonces Príncipes de Asturias y hoy Reyes de España, Felipe VI y Letizia Ortiz, habían llegado a preguntarle al president Antich y su equipo en una visita oficial por el estado de las subvenciones para investigación de Kovacs, subsidios que a las pocas semanas salieron del atasco previo para entrar en la caja del doctor y de una fundación que durante años tuvo como presidente de honor al Rey Juan Carlos I..

Las ayudas de Bauzá

La llegada de Bauzá al poder en 2011 no redujo la influencia de Kovacs en el Govern de quien entonces se presentó como renovador del PP. El ya expresident estrenó el cargo con la incorporación a su equipo personal como jefe de gabinete de Javier Fonsjefe de gabinete de Javier Fons, que durante años había trabajado para la Fundación Kovacs. Las grapas sobrevivieron así a los recortes. Durante una legislatura en la que el Govern Bauzá cercenó los sueldos de médicos y sanitarios, al tiempo que reducía los horarios de atención den los centros de salud y creaba copagos de medicamentos y tasas de acceso a servicios sanitarios, la Fundación Kovacs siguió facturando a la sanidad pública 48,71 euros por cada consulta y 632,55 euros por la primera tanda de grapas que clavaba a cada paciente (442 euros más por cada repetición posterior). De ese modo, en los tres primeros presupuestos de Bauzá (2012, 2013 y 2014), Kovacs logró la asignación de 2,48 millones de euros.

El Pacto acaba con las grapas

A finales de 2013 la influencia de Kovacs empezó a menguar hasta reducirse a la nada. La entrada de Martí Sansaloni como último conseller de Sanidad de Bauzá llevó aparejada la reducción a la mitad del concierto con Kovacs. Y el cambio de Govern en junio 2015 acabó con él: en octubre, la entente entre PSOE, Més y Podemos, con Francina Armengol como presidenta del Govern, rescindió el contrato con Kovacs. El director general del Servei de Salut, Juli Fuster, que ya había firmado en una etapa previa convenios con el polémico doctor, justificó esta vez, en el momento del final de los pagos a Kovacs, que la sanidad balear tenía otras prioridades más urgentes y no disponía de recursos para "ofrecer terapias alternativas que no figuran en la la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud".

Solo un año después, la Fundación Kovacs, ya sin concierto público ni inversores privados, se abrazaba al concurso de acreedores y finalizaba su historia. Ya nadie atiende ni en el espacio cedido por Cruz Roja en el que operó gratis durante años, ni en la oficina del número 36 del paseo de Mallorca. En la actualidad, el doctor dirige en el Hospital Moncloa de Madrid un servicio al que le ha puesto su nombre: la Unidad de la Espalda Kovacs. En él ejerce un mes al año, como explicaba él mismo en una reciente entrevista, en la que detallaba que también está embarcado en investigaciones en el extranjero. Además colabora con un medio de comunicación nacional en la edición de unos fascículos que abordan "mitos sobre el dolor de espalda", mientras se ve cuestionado por la Sindicatura de Comptes de Balears que, como hizo antes el Consell Consultiu, cuestiona el interés público de sus investigaciones y sospecha que los fondos asignados se podrían haber destinado a gastos distintos a los que motivaron las subvenciones.

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