El mundo del deporte de élite mueve muchos millones. Y si no que se lo digan al Barça y el lío que tiene montado con lo que pagó, o dejó de pagar, o se olvidó de liquidar a Hacienda, para fichar a Neymar.

Urdangarin tiene su propio caso Neymar, su pelotazo particular, su elevadísima comisión, por conseguir que el Govern de Jaume Matas aprobase un patrocinio de 20 millones de euros para el equipo ciclista Banesto.

Nadie puso entonces el grito en el cielo con los millones tirados a la basura. ¿Qué necesidad teníamos de poner publicidad en un equipo ciclista, con lo mal visto que estaba ese deporte tras los casos de dopaje?

Para más inri nuestra escuadra no ganó nada, con lo que el supuesto impacto publicitario fue menor.

Si las grandes pruebas ciclistas se corriesen en Alemania o Gran Bretaña (de donde proceden la mayoría de nuestros turistas), hubiera tenido algún sentido reforzar la marca Balears, pero de Francia casi no nos llegan visitantes.

Eran otros tiempos, aunque tampoco sobraban los millones de euros y siempre había necesidades más perentorias que una escuadra ciclista.

Urdangarin fue cuco: se enteró de que el Banesto dejaba el equipo y pensó que el Govern balear podía ser el próximo pagano. Acertó de pleno, gracias a la completa sumisión de Jaume Matas. Su idea le salió redonda: se llevó medio millón camuflado y calentito.