La adquisición del hotel Rocamar de Sóller para su posterior demolición contará con un inesperado beneficiario. Los 971.671 euros que desembolsará Turismo irán a parar al empresario Jaume Ensenyat Julià, padre del jefe de inspección de la citada conselleria, Josep Ensenyat Alcover.

Así consta en el documento firmado el pasado 10 de julio por el propietario del Rocamar, Francisco Castañer, y el Consorcio Bolsa de Alojamientos Turísticos -organismo englobado en la Conselleria-. En el apartado cinco del acuerdo se especifica: "El pago se efectuará en el momento de la formalización de la escritura pública y, en el mismo acto, se procederá a cancelar el préstamo con garantía hipotecaria constituido el 23 de marzo de 2005 mediante el cual Jaume Ensenyat y Antònia Alcover prestan 990.000 euros a Francisco Castañer".

Además de erigirse en el lunar más feo de la bahía de Sóller, el inmueble en ruinas acumula una década de intrigas. El pasado 24 de noviembre parecía que se daba carpetazo al asunto. El Consorcio Bolsa de Alojamientos Turísticos -donde se citan el Govern, las patronales hoteleras y los sindicatos mayoritarios- acordó por unanimidad la compra del inmueble cerrado al público desde el año 1999. Se cumplía así un viejo anhelo, el derribo del mamotreto. La operación se diseñó durante la pasada legislatura del Pacto de Progreso pero no se hizo efectiva hasta diciembre, con el equipo de Carlos Delgado al frente. El dinero para su adquisición procede del fondo de tres millones de euros recaudado por Turismo durante el proceso extraordinario de regularización de plazas hoteleras.

Con la aparición del padre del jefe de Inspección en el contrato sellado por el Consorcio se pone la guinda al viejo hotel y su enmarañada historia. "Josep Ensenyat es el jefe del Servicio de Inspección pero no tiene nada que ver. [...] No ha intervenido para nada en el proceso que ha sido aprobado por el Consorcio después de que lo demandaran sindicatos y hoteleros. La decisión se ratificó en esta legislatura pero se adoptó en la anterior -las valoraciones económicas también las encargó el anterior equipo-", asegura el director general de Turismo, Jaime Martínez. Sin embargo, el pasado miércoles, el alcalde de Sóller, Carlos Simarro, el concejal de Obras, Gabriel Darder, y el propio Martínez se dieron cita en casa del jefe de servicio de Inspección.

Respecto a la relación entre la compra del Rocamar y la cancelación del préstamo de Ensenyat, el director general de Turismo explica que de esta manera se garantiza que el edificio está "libre de cargas" y se "salvaguardan los intereses de la Conselleria".

Especulación con el PTM

El hotel cerró sus puertas hace trece años por orden de la conselleria de Turismo, después de que un joven estuviera a punto de precipitarse debido al mal estado de las barandillas del balcón. Su dueño, Francisco Castañer, denunció que el Govern le había "robado" las 190 plazas de su establecimiento.

El Ejecutivo liderado por Francesc Antich durante el primer Pacto de Progreso trató de adquirir el inmueble con el dinero de la ecotasa. "La operación se fue al traste porque un intermediario quería ganar 30 millones de pesetas", explica una fuente próxima a la negociación.

Pasaron los años. Las ratas y la basura se apropiaron del complejo. Y cuando nadie se acordaba de él, el Consell de Mallorca de Maria Antònia Munar lo sacó a escena a través del Plan Territorial de Mallorca (PTM). Una importante operación especulativa se urdió en torno al Rocamar. A cambio de hundir el Rocamar, el PTM permitía levantar 5.175 plazas entre turísticas e inmobiliarias sobre 90 hectáreas de sa Ràpita (Campos).

El préstamo de Jaume Ensenyat a Francisco Castañero por 990.000 euros (19.000 euros menos de lo que pagará ahora la conselleria de Turismo) se rubrica el 23 de marzo de 2005, tres meses después de la aprobación del Plan Territorial de Mallorca.

El cambio de color político en el Consell, la crisis y la intervención de los fiscales dieron al traste con los intercambios de plazas pergeñados en el PTM. El dueño del Rocamar compareció en 2008 ante los fiscales anticorrupción. "Todo el mundo ha hecho planes con mi hotel y a mí, que soy el propietario, nadie me ha consultado nada", se lamentó Castañer ante el fiscal Joan Carrau. "Con el edificio no puedo hacer nada, ni tan siquiera venderlo, ya que me privan de remodelarlo para hacer viviendas o reabrirlo", agregó.

En su relato ante Carrau aseguró que la conselleria de Turismo le había "robado" las 190 plazas de su establecimiento tras el cierre decretado en 1999. "El inmueble ha perdido todo valor urbanístico y turístico. Lo que tenía que ser una jubilación de oro se ha convertido en una pesadilla porque con la desaparición de plazas me han arruinado", manifestó. La historia del Rocamar sigue viva: el acuerdo de compraventa se debe ratificar el 30 de septiembre.