El pasado miércoles, la casa del del jefe de Inspección de Turismo, Josep Ensenyat, acogió una reunión en la que participaron el alcalde de Sóller, Carlos Simarro, el concejal de Obras, Gabriel Darder, y el director general de Turismo, Jaime Martínez. El encuentro era de "carácter privado" pero durante la cita se abordó la operación de compra y derribo del hotel Rocamar, por la cual, el Govern balear desembolsará cerca de un millón de euros. La vivienda de Josep Ensenyat se encuentra a escasos metros de los despojos del Rocamar en el Port de Sóller.

Lejos quedan los años sesenta, cuando los propietarios del hotel obsequiaban a sus clientes con naranjas y algarrobas de Sóller. Hoy, el establecimiento es un nido de ratas y escombros. La historia del hotel se torció en 1999, cuando Turismo ordenó su precinto porque un joven estuvo a punto de precipitarse al vacío debido al mal estado de las barandillas de los balcones.

En privado, Francisco Castañer siempre ha sostenido que la larga sombra de Jaume Ensenyat, el padre del funcionario, se escondía tras los intentos fallidos de darle una salida al hotel. Pese a ello, aceptó su préstamo de casi un millón de euros en 2005.

Jaume Ensenyat procede de una acaudalada familia de Sóller y entre sus posesiones destacaba el antiguo Atalaya Club, el hotel vendido en 1996 y sobre el cual se ha levantado el lujoso Jumeirah Port Sóller. Con la venta del establecimiento, Ensenyat se introdujo en el sector hotelero de Centroamérica, adquiriendo un hotel y un palacete en Cuba, donde reside durante largas temporadas. Amigo del editor Pere Serra y presidente del Casal de Cultura-Museu de Sóller, Jaume Ensenyat siempre ha estado vinculado al sector turístico y cultural de Sóller. Ahora se perfila como el principal beneficiario de la compra del hotel por parte de la conselleria de Turismo, que lo quiere adquirir con el fin de demolerlo.