El ala izquierda del PP está de capa caída. En marzo los sectores más centristas y regionalistas del partido apoyaron a José Ramón Bauzá porque la alternativa, Carlos Delgado, les resultaba mucho peor. A los seis meses han descubierto que Bauzá es un clon del alcalde de Calvià. No debieron tardar tanto tiempo en darse cuenta. Veinte días después del congreso celebrado en marzo, el presidente popular nombró vicepresidente ejecutivo a su adversario. ¿Sólo su adversario? Probablemente este no es el calificativo más adecuado para referirse a alguien que ha llevado al PP ante los tribunales y ha enmarañado todo el proceso electoral con continuas acusaciones de pucherazo.

José Ramón Bauzá pertenece a un partido que en cuanto tiene ocasión se aferra a la Constitución, a la leyes y a las banderas... salvo cuando las normas no se ajustan a sus deseos. El Estatut d´Autonomia de les Illes Balears afirma en su preámbulo y en su artículo cuatro que la lengua catalana es la propia de Balears. Como esta evidencia científica no es del gusto –de eso se trata, de gustos– de Carlos Delgado, José Ramón Bauzá remeda una ley orgánica aprobada con los votos del PP por el Parlament de Balears, el Congreso y el Senado y en su página web escribe que editará "los libros de texto en las modalidades insulares: mallorquín, menorquín, ibicenco y formenterense". El pueblo está ansioso por distinguir los matices entre el formenterense y el ibicenco. Más aún, desea fervientemente que extienda el secesionismo lingüístico para que quede clara la distinción entre el alaroner, el pollencí y el felanitxer.

Lo sorprendente es que el presidente del PP en las Balears tenga una página web trilingüe en mallorquí, castellano y english y se olvide del menorquí, del eivissenc y del formenterenc. Si alguien pone en duda esta afirmación puede corroborarla en http://joseramonbauza.com.

Bauzá se refiere a la cuestión lingüística en un vídeo de su web: "No creo en debates estériles". Tiene razón. Por tanto nos limitaremos a decir que el asunto de los libros es una estupidez inviable desde el punto de vista económico y de dudoso encaje en el Estatut d´Autonomia. El presidente del PP balear se aferra a este asunto porque Carlos Delgado fue el verdadero ganador del congreso de marzo. Si los vencedores hubieran sido quienes apoyaron a Bauzá con sus votos y los de los militantes que controlan, jamás hubiera asumido las peregrinas tesis catalanofóbicas del alcalde de Calvià.

El triunfo del ala derecha del PP no solo se refleja en cuestiones ideológicas. También ha comenzado la marginación del ala izquierda, la que le consiguió los votos en la part forana. La decisión de que no haya imputados en las listas electorales del PP resulta, de entrada, impecable desde el punto de vista propagandístico, ético y estético. Bauzá ha logrado un buen número de titulares y artículos laudatorios. Pero también ha tenido el efecto secundario de eliminar a algunos de los pesos pesados del partido, cuyos posicionamientos políticos se encuentran lejos de Delgado. Font, Flaquer, Serra... ya son historia del PP. Fuera de las listas y de los núcleos decisorios, pronto serán olvidados y quienes un día fueron adorados como semidioses comprobarán asombrados que su móvil deja de sonar.

Los políticos superan el primer examen, pero fallan en la reválida. Zapatero pasó el ejercicio de Irak, pero se ha empantanado en el de Afganistán. Bauzá ha aprobado la de los imputados del pasado pero queda la prueba del nueve: ¿Qué hará cuando quien esté bajo la lupa del juez sea uno de los suyos? Solo entonces sabremos si con Font se ha limitado a marginar al sector más regionalista del PP balear o si estamos ante un hombre de convicciones firmes frente a la corrupción.

Bauzá está relegando a las personas e ideas que le auparon al poder. Sin embargo, si exceptuamos a los sacrificados y al ex diputado Miquel Munar, ¿por qué callan quienes le otorgaron su respaldo? Porque la política es también una actividad alimenticia. Los barones del PP, y los que no lo son tanto, saben que están cerca de volver a tocar poder y nadie quiere quedarse al margen del reparto del botín. Se trata de políticos de sólidas convicciones marxistas. De Groucho, no de Carlos. "Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros".