Motivar a las personas que sí cambian: ¿cómo conseguirlo?

Domènec Biosca

Domènec Biosca

El día que los directivos se atrevan a cambiar el orden del nombre Recursos Humanos por Humanos con Recursos, empezaremos a creernos que los empleados son personas con corazón y alma, con un potencial de crecer profesionalmente, debiendo especializarnos en ilusionar a nuestra gente sustituyendo el discurso del sacrificio.

Del esfuerzo, del apretarse el cinturón, que me recuerdan lo del trabajo con el sudor de tu frente, que acaba dividiendo, por un lado, a los responsables y por el otro a los que no creen ni quieren creer en el ejercicio de su responsabilidad. 

Es preferible poner el foco en el esfuerzo, dirigiéndolo hacia las motivaciones que generan ilusiones. Por cierto, los motores más potentes para “querer cambiar” y en consecuencia las de actuar.

Porque muchos aún se creen que el puesto de trabajo es de su propiedad, con su inicial formación sin actualizarla, y que el sueldo se lo paga la empresa por su trabajo. Como consecuencia nos rodea la cultura de los derechos, las rigideces, el absentismo y otras actitudes y aptitudes contra la competitividad y con algunos jefes de ordeno y mando alimentando el fin las empresas y las instituciones y en consecuencia más paro.

Quizá formando a los que sí quieren creer acabaremos siendo los suficientes para poder satisfacer, sorprender, vender y fidelizar a los clientes, convirtiéndoles en recomendadores positivos para poder competir. Si de entrada no nos desanimamos y nos creemos la mentalidad de cambio, el final de la película nos la sabremos de memoria.

Una vez más, convencido de que las personas sí cambian si las consideras personas con corazón y con recursos que hay que saber gestionar, ayudándoles a crecer para conseguir su eficiencia, consiguiendo integrarlas en los valores del trabajo en equipo y en el desarrollo de sus habilidades naturales y aprendidas con la partitura común de conseguir la felicidad de los clientes convencidos de que es su misión.

Esta reflexión acabamos de explicarla en una comida con empresarios en una ciudad española, obviamente los que me felicitaron decían “Tienes más moral que el "alcoyano" y los que ya habían iniciado el tránsito de dirigir hacia el liderar me preguntan ¿Cómo motivar? ¿Cómo ilusionar? Para aquellos colegas que no estaban les concretaremos de forma breve, directa, lo que debe hacerse a sabiendas de que la motivación depende básicamente de cómo se vivan estas dieciocho circunstancias: ¿Lo consigue?

  1. El deseo personal de querer aprender.
  2. El nivel de extensión de los talentos que cada uno posee.
  3. El nivel de cumplimiento de los compromisos mutuos.
  4. El nivel de cumplimiento de las conductas sociales positivas.
  5. El nivel de confianza en sí mismo.
  6. El nivel de conocimientos extra profesionales.
  7. El nivel de la autocrítica.
  8. El nivel de la autoexigencia.
  9. El nivel de influencia de las retribuciones económicas.
  10. El nivel de la influencia de las retribuciones variables.
  11. El nivel de influencia de las comodidades profesionales.
  12. El nivel de influencia de la marca de la empresa.
  13. El nivel de influencia de los reconocimientos.
  14. El nivel de influencia de las posibilidades de promoción.
  15. El nivel de influencia entre la familia y el entorno social.
  16. El nivel de influencia del ambiente de la empresa.
  17. El poder trabajar con su hobby y/o con las habilidades que más domina.
  18. El nivel de la gestión de las emociones.

Como la motivación es 'in' y también 'out', es decir, nos motivamos y nos motivan, resulta muy complejo si no dominamos el buen uso de las dieciocho circunstancias comentadas. Cuanto menos la pongamos en práctica, más se acabará pregonando que solo el sueldo motiva; discurso que se centra en dos necesidades, olvidando las otras dieciséis. Por cierto, en este momento de la reflexión, con un auditorio atento y tomando nota, un asistente propietario de tres hoteles con todo su cariño de buen amigo me exclamó: "¡Esto es teoría, una utopía, la realidad es distinta!". Y tiene razón, tal y como hemos repetido en varias ocasiones, cuando un talento y/o valor, y/o creencias, y/o conducta, no se domina, no se practica, se le “castiga” llamándola teórica, cuando se domina o se quiere aplicar, se le llama práctico. Seguía teniendo razón cuando exclamó que su realidad era distinta, porque no ha puesto en marcha la partitura de las dieciocho ilusiones, porque no cree y en consecuencia desconfía de su gente y también ellos le tratan con la misma desconfianza. Quise aclarar que las acciones de motivación no funcionan sobre todo el personal de golpe, es un proceso que necesita de continuidad, convirtiéndose en el estilo del líder que como una marea va contagiando, captando y consiguiendo ir afiliando a más personas al creer para crear excelencias.

Deseo acabar remarcando la importancia de activar uno de los valores más influyentes, el reconociiento, que para que tenga éxito provocando el citado contagio, debe hacerse desde la autenticidad y sinceridad, personalizándolo, dedicándole el tiempo suficiente para explicarlo, comentándolo y reflexionándolo, sin prisas ni interrupciones y, obviamente, conociendo las circunstancias tanto profesionales como personales que dibujaran las distintas formas de reconocer.

Ojalá esta reflexión le anime a dedicar tiempo, atención y alma a los valores de las buenas personas, porque será el primer paso para querer cambiar mejorando, sustituyendo la mentalidad de cambio por el cambio de mentalidad hacia la excelencia en la satisfacción de los clientes organizándonos como un solo equipo de todos afitriones vendedores proactivos y polivalentes con el objetivo de convertir a los clientes en embajadores”.

Como siempre quedo a su disposición en dbiosca@educatur.com tanto en las coincidencias como en las discrepancias.