Jolly Rogers (Black flag)

En esta época de banderas, himnos y consignas me ha venido a la memoria (mi pobre neurona ensimismada en su soledad ha dado un brinco de alegría) la frase de Cyrano de Bergerac (tan vigente ahora cuando se cumplen 368 años de su prematura muerte a sus míseros 36 años) “Un hombre honesto no es ni francés, ni alemán, ni español, es ciudadano del mundo y su patria está en todas partes”.

Todos somos patriotas en mayor o menor medida, pero la patria no se elige, es un derecho de nacimiento, linaje o casualidad, por eso tengo el máximo de los respetos por aquellas personas que en pleno dominio de sus facultades mentales deciden ser terraplanistas, satánicos o del atlético de Madrid… De la misma manera que respeto y admiro a quiénes son miembros y dedican su tiempo y esfuerzos a la numismática, las ONG que defienden la vida animal, los colectivos LGTBI (y sus quinientasventitresmil variantes adicionales), el club de Petanca de Cascoporro de Abajo (el de arriba es más de Fairy o del Fary no estoy seguro), el Osasuna Promesas, los amantes de las setas alucinógenas o el club de los que creen que Nicolás Cage es un pésimo actor (entre los que me cuento) o que Donald Trump merece un número de Pantone Naranja a su nombre (Pantone 16-1449 TPX Gold Flame).

Tengo conocidos (y conocidas) con los que comparto ideales y afinidad política (si es que lo mío puede considerarse un ideal inteligible) que me parecen unos perfectos idiotas, a los que trato de evitar a toda costa y a los que saludo desde la lejanía con un leve arqueamiento de ceja como hace todo buen mallorquín (y algún nostálgico Zapaterista). Tengo amigos gays (todos los heterosexuales y mucho heterosexuales tenemos uno o varios), con los que he pasado algunos de los momentos más excepcionales de mi vida (incluso hablando de tías), con los que no comparto afinidad sexual pero sí otras y mucho más importantes y variopintas curiosidades. Y por supuesto tengo amigos (muy amigos) con los que no comparto ningún ideal, ninguna idea política ni deportiva, pero qué cómo dijo Voltaire (en la era de la iluminación y de muchos iluminados) “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.

Gran parte de las dificultades que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas” (Bertrand Russell) y curiosamente todos se dedican a lo mismo, aunque no todos en el mismo partido (están convenientemente repartidos).

Pues a lo que íbamos, más allá de dónde nacieran, cuáles fueran sus ideales y ambiciones (bueno, las ambiciones, como las de Jesulín sí las podemos intuir) o su modo de vida, en la Edad de Oro de la piratería (o del Corso), alrededor del año 1700 se impuso la Jolly Rogers como el emblema de los piratas en Europa, Caribe y las Américas. Una calavera sobre dos tibias entrecruzadas que además expresaba un particular culto a la muerte.

En la Wikipedia (y otros artículos filibusteros) se pueden consultar las distintas variantes de la Jolly (huesos, espadas, relojes de arena…), pero una cosa distinguía a los piratas del resto de contendientes en la mar océana, ellos eran piratas por decisión propia (los menos), por ser outsiders en una sociedad que los repudiaba (los más) o por qué más cornadas da el hambre (y el hombre), la inmensa mayoría.

Cuando en las prístinas aguas turquesas del Caribe, las revoltosas corrientes de las Azores, las templadas costas de Madeira, la miríada (cien veces cien) de pequeñas islas y arrecifes de Bahamas, Turk & Caicos, la Florida, la Española, Jamaica, Aruba, Barbados, Antigua, Cartagena de Indias las flotas anglosajonas (corsarias o no) y la muy española armada veían asomar en el horizonte a la temida black flag Jolly Rogers de los (muy libres y muy delincuentes) piratas a buen seguro qué gran parte de la marinería y de la chusma (conjunto de galeotes que servían en las galeras reales) hubieran intercambiado sus puestos por unas horas de libertinaje o unos pocos años de auténtica libertad.

Pirata (desempeña su actividad en el mar), Bucanero (realiza también actividades de pillaje en tierra), Filibusteros (fly boat, piratas de incursiones costeras, preferentemente en las Antillas), Filisteos (no vienen a cuento, pero me hacía ilusión meterlos a piñón) y Corsarios (con patente de corso o permiso de un gobierno para atacar solo barcos de países enemigos).

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