Opinión

La naturaleza egoísta del ser humano

Nos creemos el centro del universo y nos da igual si nuestro transitar estorba o cambia la naturaleza de otros planetas

Lo confieso: la mayoría de las veces no me siento orgullosa de lo que somos y de lo que hacemos como sociedad. Miro a mi alrededor y no entiendo la mitad de las cosas que ocurren. Dicen que ahora todos vamos por la calle mirando hacia abajo, dicen que al móvil. Yo creo más bien que vamos mirándonos el ombligo. Nos creemos el centro del universo y nos da igual si nuestro transitar estorba o cambia la naturaleza de otros planetas. ¿Acaso no somos la Tierra, el planeta más importante? Si echamos la vista atrás y estudiamos un poquito de historia podremos darnos cuenta de que no estamos exentos de la extinción, así que no nos tomemos tan en serio. Que solo nos aplaudimos cuando le vemos las orejas al lobo.

¿Se acuerdan de aquel recital a las ocho de la tarde en el año dos mil veinte? No, ¿verdad? Me lo temía. Es que lo que nos sucedió, lamentablemente, no nos hizo mejores. Supongo que con esta introducción habrán pasado tres posibles cosas: algunos lectores han dejado de leerme por prepotente; otros estarán de acuerdo conmigo por afinidad de pensamiento y a otros les habré aburrido. Para los que se han quedado, les cuento: el otro día leí que: «El desabastecimiento del fármaco para la diabetes usado como adelgazante obliga a los médicos a prescribir una pastilla que ha agravado el estado de los pacientes». Seguro que usted conoce a alguien de su entorno –o quizá usted mismo que lee esto– que ha empezado a usar las inyecciones Ozempic, sin ser diabéticos, para bajar de peso. Sí, lo sé, prescritas por médicos, pero muchos de ellos desde la medicina privada, no desde la sanidad pública, lo que ha hecho que los pacientes que de verdad necesitan de esa inyección para tener una buena calidad de vida y tener su enfermedad controlada, se hayan visto perjudicados.

¿Sabe usted las consecuencias de una hipoglucemia o de una hiperglucemia en un diabético? ¿No? Pues búsquelo en Google, que lo tiene ahí, a mano. No me malinterpreten, no estoy criticando que haya personas que quieran bajar de peso y que quizá les cueste más y deban buscar alternativas. Lo que me irrita es esa gente que quiere bajar de peso desde la comodidad de pincharse una inyección, porque es más fácil y rápido, sin renunciar al esfuerzo de tener que declinar ciertos alimentos y, sobre todo, ciertas bebidas, como el alcohol, que todos sabemos, porque es de primero de nutrición, que es lo que más engorda. ¿Para qué renunciar al placer de comer y de beber si puede adelgazar por nosotros un medicamento cuya escasez va, sin remedio, a perjudicar las patologías de enfermos que verdaderamente lo necesitan? Pero ¿y el tipito que se le está quedando sin pasar por el gimnasio ni cerrar el buche? Es que eso no tiene precio. ¿Y cómo se le infla a uno la autoestima cuando le dicen «qué delgado te veo»? ¿Cómo vamos a renunciar a algo así? ¿Saben que la medicina alternativa que están recetando los endocrinos a los pacientes diabéticos debido a que es imposible conseguir el Ozempic provoca aumento de peso e índices elevados en la glucemia? ¿Saben que tener los índices de glucosa elevados puede provocar ceguera a largo plazo? Pero ¿y el tipito que se le está quedando? No sé a dónde iremos a parar como sociedad, pero no nos auguro un buen destino.

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