Ciclismo

El ‘jubilado’ Alejandro Valverde sigue dando guerra

El ciclista murciano, con 43 años, fue cuarto el domingo en el Mundial de gravel en un año 2023 donde debía debutar como técnico y asesor del Movistar, pero en el que ha seguido entrenando como un profesional y ganando carreras cicloturistas como la Quebrantahuesos.

Valverde, en el esprint por el cuarto puesto del Mundial de gravel.

Valverde, en el esprint por el cuarto puesto del Mundial de gravel. / RFEC

Sergi López-Egea

Para algunas personas el término jubilación no existe. Alejandro Valverde es una de ellas. Hace un año, en el Giro de Lombardía, decidió cerrar una carrera profesional que lo había convertido en uno de los mejores corredores españoles de todos los tiempos; el primero que, realmente, se había convertido en un especialista de clásicas con sus cuatro victorias en la Lieja-Bastoña-Lieja. Si no ganaba, siempre acababa, como mínimo, entre los 10 mejor clasificados de las carreras en las que participaba.

El domingo, en el segundo mundial de gravel, rozó el podio. Fue cuarto, con 43 años, ante los mejores especialistas y algunos profesionales y estrellas de carretera en activo.

Las primeras dudas

Hace un año una duda embargó a todos los que profesionalmente, desde diversas facetas, habían compartido la carrera de Valverde, prácticamente dos décadas, siempre en lo más alto de este deporte. ¿Será capaz de asumir un nuevo reto profesional?

El Movistar, su equipo, con el que estuvo desde que Telefónica decidió patrocinar en 2012 a la escuadra española con más años en el pelotón, le ofreció un nuevo trabajo. Debía desarrollar diversas funciones, desde asesorar a los más jóvenes y asistir como técnico a algunas carreras, hasta una vertiente de relaciones públicas en las tres grandes citas del calendario internacional, por orden de disputa, Giro, Tour y Vuelta.

Valverde, la verdad, es que se le ha visto poco, casi nada, en las carreras de 2023. En febrero acudió a la Clásica de Jaén Paraíso Interior, ganada por Tadej Pogacar, otra bestia como él de este deporte, y poco más. Allí hasta se puso unos kilómetros al volante del coche auxiliar del Movistar para, desde entonces, desaparecer del combate de la competición profesional. Sólo asistió a unos actos promocionales de Telefónica en Bilbao (salida del Tour) y en Barcelona (inicio de la Vuelta). En la ronda española, sin embargo, fue la imagen del espot de su firma comercial, donde aparecía tumbado en un diván, aunque, eso sí, vestido con el uniforme del Movistar.

"¿Qué hace Valverde?"

“¿Qué hace Valverde?”, se preguntó a los responsables de su equipo, en marzo, durante la disputa de la Volta. Ya se había saltado el guion en carreras como la París-Niza y la ronda catalana. Y fue allí donde se deslizó, casi como si fuera una imprudencia, el nuevo cometido de ‘El Bala’, como siempre se le ha conocido: “Esta liado con el gravel”.

El gravel es la nueva modalidad de este deporte que seduce en todo el mundo -principalmente en Estados Unidos- a miles de cicloturistas. Para definirlo de la mejor manera, las bicis de carretera no pueden ir por los sitios donde sí llega una de gravel que, a su vez, puede rodar sin problemas por donde va una de carretera, bicis parecidas, aunque más cómodas, con ruedas de tacos y que superan en velocidad, por el mismo esfuerzo, a las de montaña en cualquier sendero.

Así que Valverde se dejó cautivar por esta esta especialidad, hasta el punto de que en abril el Movistar anunció la creación de su equipo de gravel, lógicamente con la estrella murciana al frente. Desmotivado en su nueva faceta técnica y con pocas ganas de viajar por el mundo si no iba con la bici, Valverde seguía entrenando por los alrededores de Murcia, con su ‘grupeta’, como él la denomina, siempre los mismos, a los que les encanta que los ataque al final del entrenamiento, los que en junio de 2022 fueron atropellados por un conductor insensible. Valverde acabó entonces en el hospital.

El hermano y la bici eléctrica

Uno de los integrantes del grupo es su hermano Juan, que está al frente del equipo de promesas murcianas que patrocina Alejandro. Es también el que monta una bici eléctrica, un poco trucada. En un momento determinado de la salida, Juan recibe la señal de Alejandro y pone el motor en marcha. El grupo, en fila india, Alejandro a rueda del hermano. El resultado siempre es el mismo, los Valverde se han quedado solos mientras el resto ha ido sucumbiendo a su poder, el electrónico de Juan y el físico de Alejandro.

Es lo que le divierte y casi se podría decir por lo que se desvive. La ‘grupeta’ de Valverde, en cambio, sí lo ve todos los días, al contrario de los cicloturistas que se apuntaron a La Indomable de Berja (Almería), donde debutó con el gravel, o a La Quebrantahuesos, en Sabiñánigo (Huesca), donde retomó la bici de carretera porque era el homenajeado en la prueba cicloturista de carretera más concurrida de España: 8.148 aficionados populares se apuntaron en junio a la prueba, supuestamente no competitiva, del Pirineo aragonés y francés.

Cuarto en Italia

Tanto en Almería como en Sabiñánigo los ciclistas populares contemplaron poco a Valverde; de hecho, sólo lo pudieron saludar en la salida. Valverde ganó en solitario La Indomable y batió el récord de la Quebrantahuesos. Se escapó prácticamente de salida para demostrar que nadie le podía hacer sombra. Hasta se ganó algunas críticas por si era necesario tal dominio frente a corredores que cogen la bici como una afición.

Pero, a su vez, necesitaba continuar sintiéndose profesional. Por eso, acudió el domingo al Mundial de gravel, en Italia, al frente de la selección española. Por muy poco no pudo luchar por las medallas, sobre todo por el bronce, en una carrera que ganó el esloveno (uno más en el país de Pogacar y Primoz Roglic), Matej Mohoric, vencedor en 2022 de la Milán-San Remo. Hasta llegó antes que Wout van Aert, que de inicio era el gran favorito, y que acabó en octava posición lastrado por una caída.

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