Fallece Francisca Artigues Nicolau, la madre siempre al lado del artista mallorquín Miquel Barceló

La progenitora del pintor de Felanitx murió ayer jueves a los 97 años

Francisca Artigues Nicolau posa frente a uno de sus bordados

Francisca Artigues Nicolau posa frente a uno de sus bordados / Efe

Francisca Artigues Nicolau, la madre del pintor Miquel Barceló, ha muerto a la edad de 97 años. El funeral por la que se consideraba la primera admiradora del polifacético artista mallorquín, fallecida el pasado jueves, tendrá lugar hoy viernes en la Església Parroquial de Sant Miquel de Felanitx.

Madre de tres hijos

Madre de tres hijos, Miquel, Toni y Margalida, Francisca Artigues confesó a este diario en 2013 que ya de niño el que luego llegaría a ser un reconocido pintor universal “tenía muchas ideas raras y dibujaba por las paredes, así que yo le decía, ‘te voy a matar’”.

Durante décadas, Artigues bordó sobre manteles, edredones, cortinas o servilletas los dibujos de su hijo Miquel, una apasionada entrega a la que se dedicó en Felanitx y que cobró otra dimensión en la exposición Vivarium, que se presentó primero en Suiza, en Sankt Gallen, y en el Jardín Botánico de Madrid a finales de 2018 y principios de 2019. “Con este Vivarium estuvo tres años bordando y seguíamos añadiendo imágenes. Podría haber sido infinito, ya paramos por agotamiento", señaló en tono bromista el pintor durante la presentación de esta muestra.

La exposición

Obra de Francisca Artigues y su hijo Miquel Barceló de la exposición 'Vivarium' / Efe

Cultivó la pintura en su juventud

Francisca Artigues, nacida en Felanitx en 1926, fue una persona clave en toda la carrera de su hijo Miquel. En 1955, se casó con Miquel Barceló Gelabert. En su juventud pintó al óleo, técnica que luego combinó con la acuarela con paisajes de ribera y de nuevo el óleo dedicado a la pintura abstracta.

El autor irlandés Colm Tóibin escribió sobre la relación entre madre e hijo: “En la versión que su hijo tiene del mundo, ella ve su propia sombra, como si sus ojos y sus propias manos y su propio cuerpo y la mente que la acompaña en la vida se hubieran salido de ella, se hubieran exiliado de ella a otro reino en el que, con inmensa seguridad y una impresionante amplitud de miras, ambos producen imágenes y trabajan con pintura y arcilla, o simplemente sueñan con lo que podría ser la existencia”.