Entrevista

Fernando Alfaro debuta en la novela con 'Mundo turbio': "No hay bestia tan feroz como la memoria"

El líder de los grupos Surfin' Bichos y Chucho hilvana una narración tremenda a partir de su cancionero

Fernando Alfaro, en una imagen promocional de la novela 'Mundo turbio'.

Fernando Alfaro, en una imagen promocional de la novela 'Mundo turbio'. / TONI VILLAR

Ramón Vendrell

Fernando Alfaro (Albacete, 1963) se estrena en la novela con 'Mundo turbio' (Contra), obra en la que, cuenta, se impuso "el reto" de trasladar a "una narración lineal" sus canciones con Surfin' Bichos, Chucho y en solitario. La estructura, además, tenía que seguir la cronología del cancionero. "Era imposible -prosigue- que cada capítulo tuviera que ver con las canciones del disco correspondiente, pero sí que cada capítulo tiene mucho que ver con el espíritu y el momento emocional de cada disco". La práctica totalidad de los personajes creados por el autor en sus piezas musicales desfila por el texto. El libro, subtitulado 'Una novela y todas las canciones', incluye en efecto las letras de todas las canciones de Alfaro. Como no podía ser de otra forma siendo el escritor quien es, 'Mundo turbio' es literatura 'hardcore'.

'Mundo turbio' narra una vida entera por el lado salvaje, un territorio arrinconado hace tiempo por la cultura, no digamos por la sociedad. ¿Por qué se ha metido en zona maldita?

En una de las notas que Ángel Turbio [el protagonista] toma para luego dibujar historias habla precisamente de "individuos hipersanos en un mundo que se muere", o algo parecido. Es lo opuesto a lo que él quiere contar y a lo que él vive. Él se entrega a su arte hasta el extremo de experimentar en sí mismo todo lo que quiere contar, que es un poco la excusa que hemos tenido muchos para vivir lo que tú has llamado 'el lado salvaje'. Una cierta experiencia para llegar hasta el final, para intentar encontrar la verdad de alguna forma. ¿Que va en contra del 'zeitgeist'? Totalmente. Aunque no es una reacción a la especie de pulcritud moral o moralista que vivimos. Es un libro que intenta contar cómo hemos enfrentado la vida gente de mi generación.

La lectura de 'Mundo turbio' es una experiencia siempre intensa y en no pocos tramos, asfixiante. ¿También lo ha sido la escritura?

Una de las novelas que más me han gustado en los útimos años es 'No hay bestia tan feroz', de Edward Bunker. Él se refiere al ser humano, yo lo aplicaría a la memoria. No hay bestia tan feroz como la memoria. Traer de vuelta mis canciones suponía traer de vuelta recuerdos y eso fue en muchos momentos un choque emocional, aunque también placentero. Voy a recurrir al topicazo del parto. Ha sido como llevar dentro mucho tiempo la novela, hasta correr el riesgo de que se muriera dentro por temor al dolor que sabía que me iba a producir sacarla. Tardé muchísimo en arrancarme, pero luego fue todo rápido, incluso un poco febril.

No quería escribir a la ligera sobre la cárcel porque es un tema grave. Pretendí ser ultrapreciso

En la literatura delincuencial es especialmente importante crear una voz narrativa autorizada, y todavía más en la literatura carcelaria. De ambas hay en 'Mundo turbio'. ¿Cómo ha logrado ser creíble?

No llegué a cometer ninguna tropelía para que me llevaran a la carcel y así darle verismo a la narración. He tenido y tengo mucha relación con personas que han estado en la cárcel una o varias veces con situaciones similares a las que se relatan en la novela. A pesar de que la gente que ha estado en prisión no suele hablar de ello, he podido hacerlo durante muchos años con conocidos e incluso amigos. No quería escribir a la ligera sobre la cárcel porque es un tema grave. Igual que en aspectos como la geografía quise ser impreciso, buscando una especie de mirada miope, con la cárcel pretendí ser ultrapreciso.

También describe con precisión los rituales y las rutinas yonquis. ¿No teme ahuyentar a lectores?

No me lo planteo en estos términos. Tengo la teoría de que lo hago un poco como autoprovocación. Soy una persona muy aprensiva. Ángel, también, pero a la vez entra en esa carnicería que supone ser yonqui por vía venosa. Es parecido a lo que yo he hecho en mi vida. Sé que puede provocar rechazo en el lector, pero si buscas masajes no entres aquí.

¿Es en parte 'Mundo turbio' un saludo a los caídos?

Totalmente. Es el recuerdo de un superviviente. He hecho una escabechina importante en la novela; sabía desde el principio que iba a hacerla porque estamos hablando de un superviviente. Uno de los títulos que barajé fue 'Supervivir'. Pensaba que era un neologismo mío, pero no, existe el verbo. Solo quiere decir sobrevivir, pero a mí me parece más: sobrevivir con una vida súper.

Fui a un colegio de curas y tuve fases de mi vida en las que fui muy creyente. Esto te determina, seguro, incluso en etapas en las que estás en el extremo opuesto de las creencias católicas

¿Tiene algo que ver el catolicismo con la corriente tempestuosa que recorre sus canciones y también 'Mundo turbio'?

Mi composición como persona está muy marcada por la religión. Fui a un colegio de curas y tuve fases de mi vida en las que fui muy creyente. Esto te determina, seguro, incluso en etapas en las que estás en el extremo opuesto de las creencias católicas. Creo que me ha influido más esta educación sentimental que la estética y el lenguaje de las historias salvajes que se cuentan en las Sagradas Escrituras; yo tampoco eran tan asiduo lector de la Biblia. En un autor como Nick Cave esta influencia es mucho más evidente. Aunque al principio de Surfin' Bichos estaba bastante presente, en parte también porque una de las influencias troncales del rock and roll es la música americana de raíz y allí la religión está muy adentro y tiene esa cosa lunática, casi profana, que me atraía en tiempos de rebeldía juvenil.

¿Dónde y con qué estilo de vida escribió 'Mundo turbio'?

Habría preferido mayor estabilidad mental, emocional y geográfica. Gran parte de la novela la escribí en mi apartamento en Albacete. Pero también escribí en el pueblo si íbamos a pasar un fin de semana, porque cuando haces una movida de estas termina siendo un poco adictivo, por eso lo haces. Mi pareja viajaba aquí y allá por cuestiones de trabajo y si iba a verla pues me llevaba el ordenador. Luego iba a ver a mi hija a Barcelona y, como estaba estudiando para el examen MIR, nada menos, tenía que ir a la biblioteca para estar con ella. Eso me vino muy bien porque esos días escribía diez horas diarias. Fue una escritura bastante itinerante y accidentada.

Claro que da pudor, pero sin poner toda la carne en el asador no habría levantado el lápiz

¿Le causa apuro que su hija le lea?

Tengo dos hijas. Precisamente una de ellas estuvo cenando anoche conmigo aquí en casa y le regalé y le dediqué un ejemplar de 'Mundo turbio'. Tengo una relación con ellas de mucha sinceridad. Nunca les cuentas todo, pero es que nunca le cuentas todo a nadie, ni siquiera a ti mismo. No me preocupa. Creo que poner toda la carne en el asador es la única manera de escribir algo que valga la pena. Mis hermanos, y somos once, van a ver reflejadas cuestiones jodidas de mi biografía. Claro que da pudor, pero sin poner toda la carne en el asador no habría levantado el lápiz.

¿Tiene tendencia a tomarse a sí mismo demasiado en serio, como se le recrimina en algún momento a Ángel Turbio?

La tenía, la tenía. Creo que es una dolencia común en la juventud. Cuando maduras y muy particularmente cuando tienes hijos vas perdiendo esa solemnidad, esa gravedad que a veces te atenaza. Es una de las pocas cosas que la vida te va presentando para compensar que te vas haciendo viejo y te vas a morir. El capítulo final de 'Mundo turbio' empieza con un paseo junto al cementerio de madrugada que podría ser épico y oscuro pero acaba caricaturizando al personaje, que se acojona y se moja los calcetines. El narrador se ríe de Ángel.

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