Una quinta de primera

Solamente un dato para indicar cómo transcurrió la sesión que comentaremos: los músicos de la orquesta, sin ninguna reserva, aplaudieron repetidamente al director al final del concierto, a la par con el público asistente, con una buena parte de él, puesto en pie.

Este hecho ya bastaría para calificar de excelente la interpretación de esa obra magna como es la Quinta de Mahler, que el pasado jueves ofreció nuestra Simfònica en el Auditorium de Palma, a las órdenes de Guillermo García Calvo.

Maestro e instrumentistas sacaron a la luz todo el potencial musical de una partitura que es mucho más que el siempre agradecido Adagietto, un movimiento que de por sí mismo encumbraría al autor y que nos lleva inevitablemente a las imágenes de la Venecia decadente, filmadas por Visconti. Pero sí, la Quinta de Mahler va más allá, es mucho más. Describe, sin decirlo explícitamente, las emociones que el compositor vivió en su infancia, en una familia en la que la muerte estuvo muy presente y en la que el maltrato del padre hacia la madre era una constante. ¿Cómo no iba a afectar eso a una mentalidad tan sensible como la de Gustav? Pues eso y mucho más se esconde en esa obra única, llena de matices y de guiños, como el de las cuatro notas con las que empieza, implorando al destino, a la manera beethoveniana (muy bien el trompeta Michel Herment y su equipo) o a la especie de vals, primero humilde y luego aristocrático del tercer movimiento, o la utilización de las trompas en prácticamente toda la partitura (enhorabuena a toda la sección y en especial a José Fortea).

Todos los músicos, todas las secciones, sonaron de maravilla, emocionaron cuando era el momento, pero nos removieron cuando la música así lo pedía. Una interpretación brillante y enorme. Una Quinta de primera.

Poco más podemos añadir a esa velada que abrió el ciclo que nuestra orquesta ofrecerá en el Auditòrium de Palma hasta el mes de mayo. Quizás sea bueno decir que el público acudió en masa, a pesar de las dificultades de acceso, motivadas por las eternas obras en el Paseo Marítimo.

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