S’Esparter, el crimen más sádico de la Guerra Civil en Mallorca

‘El cercle de Felanitx’, de Miquel Barceló Perelló, recuerda en el último relato, la novela póstuma ‘L’hivern de 1947, a la vila’, el martirio al que fue sometido Rafel Estades Adrover

Rafel Estades Adrover

Rafel Estades Adrover / Bartomeu Mestre i Sureda, 'Balutxo'

La verdad duele y duele decir desde un periódico que corren malos tiempos para los quioscos. Los quieren hacer desaparecer, como también quieren hacer desaparecer la memoria histórica. Maldita sea la ley. Hay libros, como El cercle de Felanitx, de Miquel Barceló Perelló, que solo deberían venderse en los quioscos. Maria Estades Escarrer, la hija de s’Esparter, me daría la razón. Ella regentó el quiosco de la plaça Major de Palma durante años, no le quedó otra. Tuvo que sacar a sus tres hijos adelante. Su padre fue una víctima más de la represión franquista que sacudió Mallorca en los primeros años de la Guerra Civil. Pero no fue una víctima cualquiera. El de s’Esparter fue el crimen más sádico y despiadado de aquel episodio, el más negro del siglo XX en esta isla olvidadiza, y sus asesinos nunca fueron castigados. Se les amnistió pero siempre serán recordados, porque la desmemoria tiene rendijas, y por ellas se cuelan las ratas, las bichas extremistas. 

"Os mataremos a todos, a todos, no dejaremos raíz"

Maria Estades Escarrer, la hija de s’Esparter, no se podía contener al ver un tricornio. Le temblaban las piernas y susurraba: ai, mon paret, ai, mon paret. «Os mataremos a todos, a todos, no dejaremos raíz», le amenazaron els civils, como siempre les llamaba ella, cuando se presentaron en su casa en busca de s’Esparter a los pocos días del inicio de la represión monstruosa del 36.

Mucho, o poco, según se mire, se ha escrito de aquellos primeros días del golpe de Estado del 36 en Mallorca, y en particular en Felanitx. Gracias al Diccionari Vermell de Llorenç Capellà; Morts de cara al sol, de Joan Pla, con prólogo de Jaume Vidal Alcover; Mallorca any 1936, de Jean A. Schalekamp; Felanitx, 1931-1952, de Ramon Rosselló Vaquer; y Felanitx 1931-1939. República, guerra i repressió, de Aina Adrover y Joan Cabot, entre otros títulos, el denominado Alzamiento Nacional hace ruborizar a sus defensores. Ahora bien, pocos libros como El cercle de Felanitx se detienen en el que fue, sin duda, el crimen más perverso de la Guerra Civil, el de s’Esparter, en el último relato, la novela póstuma L’hivern de 1947, a la vila.

Los clavos en la inauguración del monumento al Crist Rei de Sant Salvador

Rafel Estades Adrover, s’Esparter, malnom que recibió por el oficio de sus padres y que él extendería como comerciante y exportador de albaricoques, almendras y algarrobas, nació en Felanitx en 1889. Regidor de Esquerra Republicana, fue teniente de alcalde con Pere Oliver i Domenge. En 1934, el 1 de julio, el odio se acrecentó hacia su figura. Aquel día se inauguró el monumento a un Crist Rei que todavía yace en pie en Sant Salvador, y algunos de los coches que acudieron al acto, entre ellos el del obispo Miralles, pincharon sus ruedas, teniendo que subir a pie. Unos jóvenes habían colocado unos clavos a medio camino de la carretera del santuario, tomado por los falangistas. ¿Quién se había atrevido a semejante fechoría? Sin pruebas, enseguida salió el nombre de s’Esparter. La Guardia Civil lo detuvo pero no pudo retenerlo, al tener coartada. Maldita sea la memoria vengativa.

El Crist Rei de Sant Salvador, en Felanitx

El Crist Rei de Sant Salvador, en Felanitx / Bartomeu Mestre i Sureda, 'Balutxo'

Desde su quiosco de la plaça Major de Ciutat Maria Estades encargó un ramo de flores con la bandera republicana y se lo envió a los familiares del alcalde Oliver, íntimo amigo de s’Esparter, el día en que aquel murió, en 1968. Nada les gustó ese detalle a las autoridades franquistas, que de inmediato interrogaron a las floristas de la Rambla palmesana para tratar de averiguar quién o quiénes habían sido los atrevidos. "Muy bien hecho", le decían a Maria Estades sus amistades y conocidos, en voz muy baja, cuando pasaban por su quiosco. En julio del 36, s’Esparter decidió no huir de Mallorca, como sí hizo Oliver, que llegó hasta Barcelona vía Menorca. S’Esparter pensaba que nunca le harían nada y decidió esconderse un tiempo en casa de su hija, Maria. ¿Por qué iba a temer alguien inocente? La simulación no fue un ejercicio sencillo, las sospechas pesaban sobre su casa y, según cuenta Barceló, fue sor Francisca la que, «si no la primera, sí la que amb més captinença i astúcia va observar que, justament, al corral de veïnat, de ca s’Esparter, en la roba estesa hi havia alguna vegada peces d’home que no hi havien de ser». Sor Francisca comunicó el paradero de s’Esparter a la superiora de las monjas de la Caridad, y estas a las nuevas autoridades. «El dia 3 de gener, a les 11 de migdia, varen trobar s’Esparter dedins el llit de sa fia», nos recuerda la glosa.  

El martirio, la humillación, el asesinato

Al registrar la casa del carrer des Call, los falangistas se encontraron a un Esparter «más delgado, con cabellos largos y barba de meses». Una vez detenido fue atado a uno de los arcos de la Sala, para ser insultado y humillado. Sobre él cayó todo el odio acumulado en aquel 1 de julio del 34, cuando los clavos de Crist Rei. Camino a Palma, donde s’Esparter tenía que ser fusilado, los falangistas que le llevaban en coche se detuvieron a la altura de Porreres, para clavarle tachas en la cara, la cabeza y el cuerpo. «D’una butxaca s’havia tret una grapadeta de tatxes i se l’havia posada dins la boca. També havia tret un martell que duia agafat al cinturó de cuir, just per damunt la camisa. Amb la punta de la llengua va treure cap enfora una tatxa que li quedà entre els llavis amb un poc de salivera. La va agafar amb els dits de la mà esquerra, li va cercar la coroneta, a s’Esparter, i la hi clavà, secament, sense fer cap renou, com si l’os fos tou». Al llegar al cementerio de Palma, todavía vivo, lo remataron. Al supuesto ideólogo de aquel martirio, Francisco Milta Antich, nacido en 1908 en Felanitx, vecino de s’Esparter, nunca lo persiguieron. Murió tranquilo en 1983. Miquel Barceló se refiere a él en su libro como S'Arpellot, Es Cavallot, en realidad, como escribió hace unos días en el Diari de Balears Bartomeu Mestre i Sureda, 'Balutxto', en un article, 'El crim de guerra més abjecte', que emocionó a los familiares de S'Esparter. Maria Estades, la hija de s’Esparter, nunca pudo conciliar el sueño, nunca olvidó ni perdonó. Ni le dejaron hablar de ello. «Alerta amb els civils», le aconsejaron hasta el día de su muerte, un 18 de julio, ya entrada la democracia.

'El cercle de Felanitx', de Miquel Barceló Perelló, junto a otros títulos dedicados a la Guerra Civil en Mallorca

'El cercle de Felanitx', de Miquel Barceló Perelló, junto a otros títulos dedicados a la Guerra Civil en Mallorca / .