El artista Pedro Cabrita Reis llena de luz la Llotja de Palma

El prestigioso artista portugués inaugura este viernes ‘Mar interior’, la instalación realizada para el emblemático edificio gótico compuesta por casi 700 lámparas led que representan la cuna del Mediterráneo, «más que agua, fronteras y guerras»

Pedro Cabrita Reis: "Me interesa el Mediterráneo porque es un lugar de encuentro"

G. Bosch

Raquel Galán

Raquel Galán

«El Mediterráneo es más que agua, más que fronteras, más que guerras. Es una parte en el interior de cada uno de nosotros que vive, nace y muere en esta especie de cuna». Así definió este jueves el artista Pedro Cabrita Reis el Mar interior, como llamaban al Mare Nostrum en la cultura clásica y el título de la instalación que desde este viernes llena de luz la Llotja, el emblemático edificio gótico que vuelve a abrir sus puertas al arte.

Los cerca de 700 fluorescentes led colocados por el prestigioso creador, uno de los más reconocidos de Portugal, representan «la cuna de nuestra historia, con momentos oscuros, otros más felices [...]. Y aún hoy puede continuar ofreciendo a quien mire este mar, no con los ojos del rostro sino con los de la inteligencia y el alma», lo que al artista le interesa: «posibilidades infinitas de investigar, pensar, leer, ir al encuentro de otros creadores de la palabra, la música...»

El artista con la presidenta del Govern y el alcalde de Palma, entre otros.

El artista con la presidenta del Govern y el alcalde de Palma, entre otros. / G. Bosch

Quien ha expuesto en la Tate, el Louvre, el Pompidou y el Reina Sofía recuerda que «son esos ojos los que crean una obra de arte, que no sirve para ilustrar ideas, sino más que nada para provocar problemas y cuestionamientos. Si no fuera así, no podría decir lo que digo a menudo a los estudiantes y en conferencias: que el arte, más que nada, tiene como objetivo expandir la inteligencia. Apenas tiene que ver con los cánones de belleza, interrogantes filosóficos u otros», remarcó.

En palabras de Cabrita Reis en la Llotja de Palma, «compete a los artistas destruir y reconstruir los cánones. Por eso van un poco alejados y muchas veces son odiados, criticados o no comprendidos. Van un poco por delante, abriendo puertas para que la luz pueda entrar y que la gente la absorba y transforme en algo que rápidamente olvidará, porque ya es parte de uno mismo y no le da importancia».

Pedro Cabrita Reis, ayer junto a su creación realizada expresamente para la Llotja.

'Mar interior' se podrá visitar hasta febrero / G. Bosch

El protagonista de la apertura tras la exposición Cartografia de l’imaginari la pasada primavera espera que ocurra lo mismo con Mar interior, que los visitantes de la instalación «la sientan y que, cuando salgan por la puerta, se la lleven haciéndosela suya, ya que las obras de arte son de todos y de cada uno que las mira. Esa es su riqueza más importante. Por eso se dice que no pertenecen a los museos ni a los coleccionistas y ni siquiera a los artistas, sino a la gente que las lleva».

El anonimato del fluorescente

La luz de su obra, que permanecerá en Palma hasta febrero, «forma parte del vocabulario» de la trayectoria del portugués desde hace décadas. «Al principio utilizaba bombillas redondas, pero las encontraba demasiado románticas», hasta que descubrió «la importancia del anonimato de la luz fluorescente y ahora led. No tienen nada, es un fragmento de una línea recta, no tienen corazón, alma ni espíritu. Era la luz que se utilizaba en los ambientes fabriles y reforzaba el anonimato», explicó sobre este cambio. Y respecto a la metáfora que representa, «es un síntoma presente, silencioso y discreto de un vasto articulado mental en el que lo importante es la búsqueda del origen de la vida».

En Mallorca utiliza la luz para recrear el Mediterráneo dentro de la Llotja, «un sitio mágico, aunque todos los lugares mágicos tienen secretos inescrutables que proponen a los artistas una especie de laberinto espiritual». Cuando le plantearon intervenir allí, no se lo pensó. «Es más que un regalo, es un desafío, a los que nadie da la espalda», destacó.

Como sucede a todos los creadores, detrás de una obra «hay interrogaciones, dudas, problemas e incluso algún momento de furia», pero pudo más el reto de ver qué hacer en un lugar tan magnífico. «Y yo que soy vanidoso, orgulloso y arrogante, según muchos, me di cuenta de que aquí podía brillar».