Entrevista | Pablo López Cantante

Pablo López: “La primera vez que me subí a un avión fue para ir a Mallorca”

El cantante tiene programado un concierto en Son Fusteret el próximo 1 de julio donde interpretará sus nuevos temas sobre la esperanza y la derrota

Pablo López tocará en Son Fusteret el próximo 1 de julio.

Pablo López tocará en Son Fusteret el próximo 1 de julio.

Lleva tatuado un colibrí, no por la buena suerte o por que alguien le esté velando, si no por la vida. Tan compleja y “quasi imposible”. Y sobre este símbolo ha girado su nuevo universo de esperanza. Pablo López cogió un avión por primera vez en su vida para venir a cantar a Mallorca y, el próximo 1 de julio, volverá a volar -literal y metafóricamente- a la isla para traer a Son Fusteret sus nuevas canciones Quasi y El abrazo más grande de todos los tiempos.

Hace poco subió un video a Instagram donde mostraba a una chica emocionada en su concierto y preguntaba a sus seguidores si alguna vez le habían visto la cara a una canción. Le hago la misma pregunta.

Me pasó una vez. Fue en Valencia, si mal no recuerdo, en 2019. Le vi la cara a El Patio, en uno de los conciertos 360 de los que hacía yo solo con el piano. Vi bajar a una niña por las escaleras con una paz… Y se subió al escenario a cantar. Me impactó muchísimo, más allá del misticismo y la colgaera que podamos tener los músicos, ver una cara tan tierna… Es justo a lo que me refería. Cuando veo esas caras siento que todo tiene sentido. Que todo el masoquismo a la hora de escribir y mi estilo de vida merece la pena. A partir de que le ves la cara a alguien que ha venido a verte sientes que todo ese paripé extraño tiene sentido.

Cuando veo las caras del público siento que todo tiene sentido

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Hablemos de su último “colibrí”, El abrazo más grande de todos los tiempos, ¿ya le ha puesto cara?

Te diría rotundamente que no. El niño tímido y vergonzoso que habita en mí hace que no quiera saber nada. He abierto ya en algunos conciertos con esa canción, pero es una mezcla de emociones tan grande cuando me subo al escenario que no miro a la cara a nadie, es como si la quisiera esconder. La canción era una necesidad humana que tenía, habla de la esperanza de que todavía puedo salir a la calle y enamorarme, en todos los sentidos. Que puedo conocer a alguien nuevo en un mundo machacado, no solo por la pandemia, si no por las nuevas tecnologías, y darle un abrazo que sea para toda la vida. De las 20 personas que puedes ver en un día, las ves tanto en Instagram que no las reconoces.

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La figura del colibrí está muy presente en sus últimos trabajos e incluso la lleva tatuada en la piel.

El colibrí es un casi imposible. Un quasi imposible. Es un ave que biológicamente es difícil de asimilar: su latido, su aleteo, su tamaño,… Eso le ha ganado un puesto de ser casi mitológico. Cuando te aparece un colibrí algunos dicen que es símbolo de buenas noticias, otras que alguien está a tu lado sin que tú lo sepas, pero todos coinciden en que está vivo. Esa es mi canción. Y si la tuviera que representar con una imagen terrenal -aunque vaya volando por ahí- sería la de un colibrí.

Ha mencionado otro de sus últimos sencillos, Quasi, que habla de los “casi” y los “puede”. ¿Piensa mucho en eso, en los “qué pasaría” o “qué hubiera pasado”?

La verdad es que no, porque me machaco mucho pensando en la derrota, como cuando uno no quiere llegar a los penaltis en un partido por evitar la incertidumbre y se deja ganar, abandona. No tengo la sensación de “qué hubiera pasado” porque he sido siempre mucho de cortar por lo sano.

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Me machaco mucho pensando en la derrota

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En noviembre pudimos escuchar Lo saben mis zapatos en la voz de Raphael, ¿cómo se asimila eso?

Escuchar la voz de Raphael en general es difícil de asimilar. Él decidió, una vez que vino a verme en el Teatro Rialto de Madrid en 2021, que esa canción la había escrito yo para él. Me hizo mucha ilusión. Después de que la cantara, me costó mucho volverla a tocar sin pensar en el momento en que la toqué con Raphael. Es una putada, son un montón de horas más de psicólogo (risas).

Escuchar a Raphael cantar mi canción son un montón de horas más de psicólogo

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Hablando de otros grandes de la música, hace poco estuvo en el concierto de Beyonce, ¿cómo fue la experiencia?

Me encantaría decirte que estuve hablando con ella -con todo el respeto a mi Raphael- pero no tuve la oportunidad (risas). El concierto fue una experiencia maravillosa porque pude sentir esa sensación hermosa de que te corten un ticket -como se dice por argentina-, buscar tu butaca, algo para comer y concentrarte en disfrutar estés con quien estés. Es muy diferente a formar parte de la escena y de lo que pueda pasar. Además, Beyonce es una barbaridad, lo que tiene en el pecho y la garganta. La sencillez en lo majestuoso la encuentras una vez en la vida y a mi me pasó aquel domingo. Lo disfruté muchísimo.

La sencillez en lo majestuoso la encuentras una vez en la vida y a mi me pasó en el concierto de Beyonce

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Con el ajetreo que debe tener con la gira no debe tener la oportunidad de asistir a muchos conciertos.

Exacto. Tener la oportunidad de ver a artistas que admiro y poder hablar con ellos son experiencias maravillosas. Un concierto es un milagro.

Y ahora aterriza en Mallorca, ¿recuerda la primera vez que cantó aquí?

La primera vez que toqué allí fue para mí algo catártico porque vencí, o me enfrenté, a la dicotomía que siento que es la aerofobia y la aerofilia. Fue la primera vez que me subí a un avión para ir a un festival de Los40 en Mallorca. Yo sentía que había conseguido un hito. Tengo una relación con la isla que, aunque parezca una tontería, es muy especial. Volé literalmente para pisar vuestra isla gigantesca, que me conozco de arriba a abajo. He vivido tantas cosas allí…

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