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Análisis

Xelo fue un error, que el PP compartió con Podemos

La segunda autoridad de Balears exigía en su salida una mínima dignidad, ausente en la evacuación de una presidenta del Parlament que...

Xelo fue un error, que el PP compartió con Podemos

La segunda autoridad de Balears exigía en su salida una mínima dignidad, ausente en la evacuación de una presidenta del Parlament que no requiere metales wagnerianos con valkirias altisonantes. Le basta la tonadilla de Paulina Rubio, Nada fue un error. La ímproba Xelo Huertas fue un error, quiso situarse por encima de una ley tan evidente como una señal de dirección prohibida. La conductora kamikaze ha sido arrollada, porque la alta política es implacable con los novatos sobrecargados de ego.

Huertas ha convertido su expulsión protocolaria en un triunfo de la democracia. Jamás la anodina presidencia de la cámara había provocado tal estrépito, y entre sus ocupantes figura Maria Antònia Munar. Los ciudadanos no han obtenido ningún rédito de la polvareda, la ahora suprimida solo defendía "mis derechos". Sufrirá destierro en un escaño garantizado con muchos miles de euros, por lo que se resistía a pasar del tratamiento de estrella de Hollywood a un rincón disperso en los ecos de sociedad. Sus bravatas judiciales quedan amortizadas antes de sustentarse.

Una vez desahuciada por Podemos, la expresidenta gozó del altruismo inesperado del PP, que puso en marcha su campaña "Apadrina a una dirigente de la izquierda radical venezolana". Tras su espantada de la semana pasada, los populares advirtieron el elevado precio que pagaban por compartir el error de Podemos. En cuanto a Huertas, una vez rechazada por todos los partidos del arco parlamentario, podrá empezar a preguntarse si el problema reside en sí misma.

Sin desmerecer el estudio unánime elaborado por los letrados de la cámara, el artículo publicado ayer en estas páginas por el catedrático Joan Oliver Araujo disipó las dudas residuales de los miembros de la mesa del Parlament. En concreto, el párrafo en que se les amonesta que su "negativa a cumplir el mandato del Reglamento, que para ellos es un acto obligado, podría acarrearles consecuencias que traspasan el ámbito político".

El bochorno de la destitución en falso de Huertas se propaga combustible a cualquier texto sobre el particular. Los motivos indefinidos para expulsarla del trono no ocultan que la expresidenta ejerció su verborreica libertad de expresión en la convicción de que la cúpula de Podemos no se atrevería a tomar represalias contra su augusta figura. Tampoco puede quejarse Armengol, sobradamente conocedora de las carencias por ponerlo suave de la presidenta exigida por Alberto Jarabo. Sin embargo, la titular del Govern tenía que colocar a su pareja de consellers de Sanidad, y al jefe de Puertos que dilata a conciencia la aprobación del Port Petit del Molinar.

En cuanto a la petición de que Podemos seleccione a un candidato aceptable para sustituir a la defenestrada, presupone que Huertas no fuera la integrante más aceptable del grupo. Xelo fue un error, no está tan claro que fuera el único. Siempre en vanguardia, Balears estrena en todo el Estado la destitución de una presidenta de cámara autonómica.

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