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Opinión

A Xelo Huertas solo le queda el PP

Podemos clausura su innecesario bautismo de sangre desprendiéndose del cargo más importante que ocupa en España

Pablo Iglesias prefería un senador a la presidencia para Huertas. manu mielniezuk

Recién estrenada en el Parlament, Xelo Huertas tuvo que sufrir una llamada impertinente de quien suscribe, sobre su voluntad de permanecer como delegada sindical del ayuntamiento de Marratxí cuando ya ejercía de segunda autoridad de Balears. Atenta hasta el extremo, explicó su continuidad temporal, y remató con extrañeza:

-Creía que me llamabas para lo otro.

-¿Qué es lo otro?

-El acoso de Bauzá.

Detalló a continuación su truculenta experiencia como funcionaria de Marratxí, con José Ramón Bauzá al frente de la alcaldía y de la gerencia de Urbanismo. "Estuve 18 meses de baja por depresión. Yo no lo denuncié, pero estuve en tratamiento psiquiátrico y psicológico, y mi historial indica que el proceso se debió a causas laborales".

Huertas ha aprendido a guarecerse de su propia facundia, y ayer se despachó con un críptico "me voy de vacaciones" tras confirmarse su expulsión como miembro de Podemos. Sin embargo, en los días de vino y rosas de junio de 2015, la presidencia recién adquirida alimentaba la locuacidad de la mujer que afrontó la política como un desquite. Su hundimiento anímico en Marratxí se debió a que "Bauzá me dejó en un rincón sin nada que hacer. Era mi jefe, y la gente a la que le gusta trabajar no lleva bien que la dejen siete horas para jugar solitarios o leer los periódicos".

Esta conversación, imposible más de un año después, debió disparar las alarmas ante el despegue de una legislatura agitada para la presidencia del Parlament. Sin embargo, la investida recordaba sedante que "mi experiencia como funcionaria me ayuda en mi nuevo cargo". También sirve de excusa la aureola cardenalicia que nimba al representante del legislativo autonómico, una jerarquía poco propicia a las sacudidas.

Jarabo se lo dio, Jarabo se lo quitó. El innecesario bautismo de sangre de Podemos se produce por un delito de opinión, que no de comisión. La exigente policía alemana no se atrevió a detener al autor de la matanza de Berlín, porque había manifestado su intención de apuntarse al terrorismo suicida con un lenguaje equívoco. El partido emergente expulsa a su cargo de más relumbrón en toda España a raíz de un exabrupto en un foro interno.

De una tacada, Alberto Jarabo se desprende de tres de sus lugartenientes. El año pasado sin ir más lejos, el líder de Podemos en Balears promocionó en Menorca a la diputada también expulsada Montse Seijas. Situó asimismo al entonces desconocido Daniel Bachiller en la negociación del tercer Pacto de Progreso, y le prorrogó la delegación en los presupuestos de 2016.

Y sobre todo, Jarabo y Laura Camargo paralizaron la firma del Pacto hasta que garantizaron la presidencia del Parlament para Huertas. Se enfrentaron a la voluntad expresa de Pablo Iglesias, que hubiera preferido el senador autonómico para consolidar sus opciones en Madrid. De este modo, Francesc Antich debe la carambola de su escaño senatorial a la todavía presidenta de la cámara.

El PSOE advirtió seriamente a los heraldos de Podemos sobre la conflictividad de Huertas. Su enfrentamiento con Armengol no desmerece del arrinconamiento a que la sometió Bauzá, la presidencia del Parlament iba a reivindicarla frente a ambos diputados. A propósito, Huertas también estuvo a punto de estudiar Farmacia. Solo se decantó por Ciencias Políticas a raíz de un retraso en la llegada de su expediente académico. Dado el encono actual contra Jarabo, en algún momento habrá que valorar si la expulsada posee un magnetismo especial para las relaciones tempestuosas.

Enfrentada con la mitad progresista de la cámara, a Huertas solo le queda el PP. El carácter o ausencia del mismo de Miquel Vidal ofrece el contrapunto idóneo para la litigiosidad de la presidenta. Su arbitraje en la cámara ha consistido en permitir el juego bronco de los populares, hasta el límite de la patada en la pantorrilla. El diputado ultramontano Antoni Camps ha derramado su épica sobre "las diputadas más valientes del Parlament", incluyendo a Seijas en el lote.

El estrepitoso romance de Huertas con el PP, mientras Joan Huguet teje incansable una telaraña jurídica que dificulte su expulsión de la presidencia, ha sido compatible hasta la fecha con el apoyo a los presupuestos progresistas. Al ser preguntada por su voto ocasional al PP, Seijas rompió a llorar frente a este entrevistador. En cuanto a la etiqueta de los encuentros futuros de Huertas con Jarabo, puede aplicar el criterio que me describió con Bauzá. "La relación es cero, pero nos saludamos y nos hablamos lo normal".

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