­Los jueces y fiscales de Palma no daban crédito al conocer la noticia de que el inspector Gómez puede volver a ser policía,no daban crédito al conocer la noticia de que el inspector Gómez puede volver a ser policía al declararse la nulidad de su expediente de expulsión. “Habrá que buscar una solución porque este señor no puede volver a vestir el uniforme”, señalaba un juez, que no entendía que esta expulsión no hubiera sido automática.

Pepote Gómez fue durante años uno de los policías más admirados de la Jefatura. Como jefe del Grupo de Atracos resolvió muchos casos, algunos de ellos muy complejos. Los jueces y fiscales confiaban ciegamente en él. Una confianza que en algunos casos llegó a pasar incluso la línea de la amistad. Las relaciones entre el inspector y algunos jueces de instrucción de Palma era muy estrecha, más allá del trabajo. El mismo respeto transmitía la abogada María Ángeles López Calderón. Entre sus amistades más cercanas contaba con un numeroso grupo de magistrados, con los que solía frecuentar lugares alejados de los juzgados. Sin embargo, esta confianza se truncó cuando se descubrió que el inspector era un policía corrupto. Al tener las primeras noticias de que Gómez pudo extorsionar a La Paca a cambio de una elevada cantidad económica, que conseguiría además por mediación de su pareja, no se daba crédito. Nadie sospechaba que Pepote podría protagonizar un escándalo de tanto calado.

Pero las pruebas eran contundentes y no dejaban lugar a la sospecha. El contenido de la grabación era tan evidente que demostraba que el policía, hasta entonces tan admirado, estaba extorsionando a la mayor traficante de drogas del poblado de Son Banya.

Precisamente, la relación diaria que tienen jueces, fiscales y policías les obliga a respetar un principio de confianza. Los magistrados deben fiarse de los datos que les aportan los policías, porque ellos son los que están realizando la investigación de un delito. Cuando se acepta una petición de la Policía, el juez da por hecho que se le está contando la verdad y que no se le está engañando. Sin embargo, el inspector Gómez traspasó esta línea de confianza y engañó a los jueces de Palma. Por ello, ninguno de ellos quiere volver a trabajar con Pepote. Algunos magistrados no daban ayer crédito a la noticia. Ninguno está dispuesto a trabajar con Gómez. “Por aquí que no venga, porque lo voy a sacar a patadas del despacho porque yo no trato con policías corruptos”, señalaba un juez.

Una situación parecida les ocurre a los fiscales. Ni uno solo de ellos se fía de este policía.