El hombre llamado a convertirse en presidente de la nación más poblada del planeta aterrizó ayer a las 18.50 horas en el aeropuerto de Son Sant Joan. Xi Jinping, nombrado hace apenas dos semanas vicepresidente del Gobierno chino, llega así a la isla para hacer la misma escala técnica en vuelos de larga distancia que trajo a Mallorca a otros dos presidentes del régimen comunista: el líder al que está llamado a suceder, Hu Jintao, y el histórico ex presidente Jiang Zemin.

A los pies de la escalerilla del avión le esperaban el president del Govern, Francesc Antich, y el delegado del Gobierno en las islas, Ramón Socias, acompañados por mandos militares. Hoy tomará el relevo institucional la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, que se entrevistará esta tarde en Palma con el vicepresidente del gigante asiático de los 1.200 millones de almas.

El poder que asumirá en breve Xi Jinping y la pujanza de la que ya es la segunda economía del mundo (este mismo año superó a Japón) han hecho reaccionar a la diplomacia española, que sale así del letargo que originó que en las siete visitas desde 2004 a Mallorca de dirigentes chinos de primera línea ningún alto cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores se desplazase a la isla. El encuentro entre Xi Jinping y Jiménez que rompe esta frialdad diplomática se celebrará esta tarde a las 19.30 horas. Después, la ministra y el futuro líder del mayor régimen comunista compartirán mesa y mantel en Palma.

Aunque Xi, de 57 años, ya pudo conocer anoche la gastronomía mallorquina. Nada más aterrizar el vicepresidente chino dirigió a su séquito hacia el restaurante Bahía Mediterráneo. Allí cenó. Aunque no precisamente en secreto: su movimiento por la ciudad no pasó desapercibido. Un nutrido despliegue de policías nacionales y locales, el cierre de vías y plazas como la del Bahía Mediterráneo, y una nada discreta caravana de ocho coches de lujo blindados convirtieron al líder chino en protagonista de la fría noche palmesana.

Tras la cena con su gabinete de confianza, Xi puso rumbo sin más escalas al Hotel Valparaíso, alojamiento predilecto de los altos cargos chinos que hacen escala en Mallorca en vuelos de larga distancia. De hecho, hace siete meses el Valparaíso se preparó para recibir al todavía presidente del régimen comunista, Hu Jintao, pero el terremoto que segó más de 800 vidas en China el pasado mes de abril provocó un drástico cambio de planes del dirigente.

Aunque la visita frustrada y la que mañana realizará Xi Jinping reúnen muchas similitudes. A falta de agenda oficial (según los portavoces chinos, la escala en Mallorca es meramente técnica), fuentes de la expedición confirmaron que Xi tiene intención de acercarse a la Cartuja de Valldemossa, después de recorrer el castillo de Bellver y la catedral con una comitiva que entre escoltas, diplomáticos, políticos y periodistas suma 200 personas. No parece en cambio que vaya a producirse una de la paradas que sí se programaron hace siete meses para Hu Jintao: el presidente de la primera potencia mundial de la copia reservó tiempo en su agenda para conocer las bondades (peligrosamente imitables) de una de las escasas industrias no turísticas que le quedan a Mallorca, la que da forma a la bisutería y las perlas de la emblemática Majorica.

Xi, según las fuentes consultadas, no prevé detenerse en Majorica. Pero tampoco le sobra tiempo. El futuro presidente de la República Popular China despegará de Palma rumbo a Beijing mañana por la noche. Su visita habrá durado así apenas 30 horas, pocas, pero muchas más de las que duró el viaje relámpago de la última celebridad política que aterrizó en Mallorca: Michelle Obama, primera dama de Estados Unidos, tardó solo dos horas en bajar del avión, desplazarse al palacio de Marivent, hacerle a su hija Sasha unas fotos con la Familia Real, almorzar, despedirse y salir volando de las isla.

En 2012 será el sucesor oficial

Más pausado llega Xi, hombre corpulento que se crió en los campos durante la Revolución Cultural y dio el salto a la política siguiendo los pasos de su padre, el ex viceprimer ministro reformista Xi Zhongxun. Aunque el hijo parece llamado a superar los logros políticos del padre. Si se cumple el guión establecido hace diez días con su nombramiento como vicepresidente, Xi se convertirá en 2012 en secretario general del Partido Comunista Chino, paso previo a heredar la presidencia de Hu Jintao.

El actual vicepresidente y futuro presidente será así el encargado de pilotar las reformas económicas precisas para completar la adaptación de su país a las economías de mercado, misión delicada en una nación en la que hay 300 millones de pobres (según el Banco Mundial). Pero antes de que el futuro líder de la segunda potencia económica mundial le meta mano al capitalismo, intente erradicar la pobreza y abra su país al comercio internacional, los empresarios chinos de Palma suspiran por reunirse con él. Lo intentarán mañana, según explicó ayer Toni Yoh, el líder de la pujante comunidad asiática en Mallorca, potencia turística que también suspira por Xi, aunque para venderle el sol y las playas de la isla al país de los 1.200 millones de potenciales turistas.