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Veteranos de los Bombers de Palma

«Nos hemos ido con las botas puestas»

Los bomberos Fernando de España y Toni Estelrich acababan su última guardia a las ocho de la mañana del domingo, pero cinco minutos antes acudieron a un incendio en El Terreno

Fernando de España y Toni Estelrich, recién jubilados tras 41 años en los Bombers de Palma. Manu Mielniezuk

Fernando de España y Toni Estelrich entraron a la vez en el cuerpo de Bombers de Palma. «Hicimos las prácticas en diciembre de 1980 y nos dieron el título el 25 de febrero de 1981, dos días después del golpe de estado», recuerdan. Tenían 19 y 21 años. Y 41 años después los dos se pusieron de acuerdo para jubilarse a la vez. A las ocho de la mañana del domingo finalizaban su última guardia, y a las ocho menos cinco salían para colaborar en un gran incendio que arrasó dos viviendas en la calle Polvorí, en la barriada de El Terreno. Fue su último acto de servicio. «Nos hemos ido con las botas puestas».

Dotaciones de los Bombers movilizadas en El Terreno. | SON QUINT PARC NATURAL

Los dos bomberos, de 60 y 62 años, habían empaquetado ya su equipo y se disponían a entregar la bolsa. Estaban a punto de finalizar su última guardia de 24 horas en el parque central de Son Malferit, «y no había pasado nada». A las ocho menos cuarto, mientras estaban en la sala de teléfonos de la central, se recibieron los primeros avisos sobre un fuego grave en un edificio de la calle Polvorí. Primero salió una dotación del parque de sa Teulera, pero rápidamente solicitó refuerzos. «Salimos todos, en el parque de Son Malferit no quedó nadie», comenta Estelrich.

Toni Estelrich, en una foto de 1981.

Incluidos los dos bomberos, a los que les quedaban cinco minutos para jubilarse. Estelrich y España se unieron a los equipos de extinción. «Pero esto no es nada especial, se ha hecho toda la vida». Cuando llegaron se encontraron a una bombera que estaba siendo atendida por los servicios sanitarios tras sufrir un golpe de calor y el operativo en marcha. No llegaron a participar directamente en la extinción del fuego, pero durante las horas siguientes colaboraron con sus compañeros. «Montamos una carpa de descontaminación, para que los bomberos que salían con el uniforme completamente negro se pudieran limpiar, y ayudamos a uno u otro, donde hacía falta, no paramos», comentan. Finalmente salieron de su última guardia cuatro horas después, a las doce del mediodía.

La guardia había empezado a las ocho de la mañana del día anterior. Sus compañeros de turno les hicieron un pasillo y les mantearon al empezar su último día de trabajo. «Nos habíamos preparado porque sabíamos que si salía algún servicio nos tocaría ir. Cuando estábamos a punto de acabar la guardia nos reíamos, pensando que no había pasado nada, y mira...».

En 41 años en los Bombers las han visto de todos los colores. Hasta el punto de que les resulta difícil concretar cuáles han sido las intervenciones más graves en las que han participado. Estuvieron juntos en el incendio que arrasó el hotel Valparaíso, en la Bonanova, en 1995. «Allí dos bomberos nos quemamos las córneas y tuvimos que estar dos semanas con los ojos vendados», dice Fernando, que recuerda también que él y otros compañeros «casi nos quedamos en el gran fuego de la Serra de na Burguesa, en 1993, cuando una gran ola de llamas pasó por encima de dos de nuestros vehículos. Cuentan que cuando empezaron no existían los Bombers del Consell, por lo que los de Palma cubrían toda la isla. «Llegábamos a hacer diez salidas al día, y no teníamos el material que tenemos ahora».

Eran otros tiempos. A falta de medios tiraban de experiencia. «Entrabas en los incendios agachado en el suelo para evitar el humo. Siempre llevabas un pañuelo mojado para taparte la cara. Y cuando la oreja te quemaba, sabías que era el momento de salir», comentan.

Los dos mantienen muy buen rollo con los jóvenes que han entrado en los últimos años, pero se quejan de que la organización de los bomberos se ha burocratizado mucho, y consideran que era el momento de irse. «Podríamos habernos ido hace tres años, pero al final hemos pensado que ya tocaba». Junto a ellos se ha jubilado otro veterano, Jordi Covas.

«Somos muy buenos amigos, y decidimos irnos juntos y hacer la última guardia en Navidad», cuentan. «Y si nos aburrimos, nos volveremos a presentar».

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