Santiago Rovira Vallhonesta (La Roca del Vallès, Barcelona, 1957) es desde diciembre pasado el jefe de los Bombers del Consell. Gestiona una plantilla de 200 personas, distribuidas en ocho parques, que atienden cada año más de 5.500 servicios. Tras una dilatada carrera en puestos de responsabilidad en los bomberos de Barcelona y Cataluña, pretende llevar a cabo una profunda reforma en el cuerpo.

–Fue presentado como el Messi de los bomberos. ¿Tan bueno es?

–Me siento más Guardiola que Messi, los auténticos cracks son los bomberos de base. Desde Interior me pusieron sobre la mesa un proyecto a dos años, hasta final de legislatura, que les permitiera hacer un cambio de ritmo en el funcionamiento del servicio de bomberos. Me he encontrado un grupo de gente joven, ilusionada y sobre todo que no tenían miedo a lo que les decía, que no me han censurado. Me atrajo el proyecto de dirigir un servicio pequeño, en comparación con los de Barcelona o Cataluña.

–¿En qué situación ha encontrado el cuerpo?

–Los Bombers de Mallorca sufrían un abandono presupuestario que venía de lejos. El coste por habitante de este servicios es ahora de unos 14 euros al año, cuando en Barcelona es de 23 y en Cataluña de 27. Estamos muy por detrás de los servicios punteros del estado español, pero el incremento en los presupuestos de este año nos permitirá abordar algunos cambios fundamentales.

–¿Qué medidas considera más urgentes?

–La renovación del parque móvil, el vestuario y los equipos de protección individual son las líneas de trabajo principales. Necesitamos como mínimo tres parques nuevos, pero eso no puede llevarse a cabo en un plazo corto, porque los presupuestos no se improvisan. Se necesitan de cinco a diez años para corregir las carencias de los Bombers de Mallorca.

–El diagnóstico suena duro.

–Mi discurso es crudo, pero para resolver el problema, lo primero es tener claro cuál es el problema.

–¿Hacen falta más bomberos y parques?

–La plantilla es insuficiente. Para cubrir una guardia en los ocho parques actuales necesitaríamos 270 bomberos, y lo estamos haciendo con 185. Tampoco está completo el despliegue territorial. Nos faltan parques para cubrir las zonas de ses Salines, Andratx y el área metropolitana de Palma, donde estamos contando con la ayuda de Bombers de Palma. Y necesitamos desplegar la cartera de servicios; no solo tenemos que incidir en labores reactivas, sino en la prevención, que ahora está limitada a la población infantil, y en el tema reglamentario.

–¿Qué pasos se están dando para corregir esta situación?

–El proyecto es incorporar cada año 15 bomberos nuevos, que es una buena cifra para hacer una formación inicial de calidad. Las tres autoescalas que tenemos se tendrían que haber renovado en 2003, porque ya agotaron su vida útil. Vamos a renovarlas y a adquirir dos más para que todos los parques principales la tengan. Pero este proceso tarda al menos un año y medio, principalmente por cuestiones burocráticas. De los 44 vehículos que tenemos, renovaremos 28 en los próximos dos años.

–¿Por qué construir un parque en Andratx si ya hay uno en Calvià?

–Andratx es un callejón sin salida y las ayudas solo llegan desde un sitio, por lo que debe tener una consideración especial. Esa zona se cubre bien desde Calvià, pero se mejoraría el nivel de cobertura si hubiera un parque allí, igual que en ses Salines.

–En su etapa en los Bombers de la Generalitat, revolucionó su organización y la manera de actuar, ya que pasó a considerar Cataluña como una región única de emergencias. ¿Qué cambiará en Mallorca?

–La emergencia no entiende de límites administrativos. Yo creo que un territorio se defiende mejor con una guardia de 70 bomberos que con dos de 40 y 30, porque si todos los recursos disponibles se han de activar, es mejor que eso dependa solo de un mando. Ante una emergencia, hay que poner en marcha todos los recursos disponibles, y si tienen que volver atrás a medio camino, que lo hagan, aunque se dejen de cubrir otras zonas durante un tiempo. Los recursos están para utilizarlos. A la emergencia se la combate con contundencia en los primeros momentos y cada segundo que se gana son menos daños potenciales.

-¿Qué tipo de siniestros son más frecuentes en la isla?

-De los 5.540 servicios del año pasado, un tercio fueron rescates en accidentes de tráfico, accidentes laborales o en la montaña. Otro tercio, asistencias técnicas como retirar árboles derribados por el viento o fugas de gas. El 20 por ciento fueron incendios y el 15 restante, falsas alarmas.

–¿Hasta qué punto es importante la prevención en materia de emergencias?

–Hay que incidir sobre las personas, porque así reduciremos la frecuencia de accidentes. La autoprotección está limitada a la población infantil, pero deberíamos trabajar también con otros grupos como los inmigrantes. También es preciso vigilar que los edificios cumplan el reglamento para evitar que el siniestro no crezca. El tema de la prevención es muy importante, porque con ciertas pautas se pueden evitar situaciones de riesgo para las personas.

–Se cumplen ahora 25 años de la creación del cuerpo de bomberos de Mallorca. ¿Qué retos de futuro se marca?

–El primer jefe de los Bomberos de Mallorca, Antonio Ferragut, tuvo un gran mérito porque creó desde cero una organización, que por algún motivo es muy difícil hacer evolucionar. Deberíamos dar el salto, y para eso necesitamos muchos más recursos, pero la coyuntura económica no parece la más idónea. Ahora debemos establecer unas medidas urgentes, una hoja de ruta, para intentar que no se den pasos atrás. Es un proyecto ambicioso a largo plazo.

–Los bomberos son quizá el servicio público mejor valorado por la sociedad.

–Sí, pero eso es un gran problema, ya que como no hay indicadores de productividad y el cliente, el ciudadano, está contento, tenemos poco argumentario para pedir inversiones. En general, en el ámbito político, la seguridad se asocia a la Policía, que es un mundo absolutamente diferente. [A los políticos] se les prepara para dirigir unidades policiales, pero no para gestionar bomberos y lo que acaba pasando es que muchas veces creen que nuestro lugar está en el parque, cuando en realidad está en la calle.

–¿Cómo se presenta la campaña de incendios forestales, tras un invierno tan lluvioso?

–El diagnóstico más fiable podremos hacerlo en junio en función de las lluvias que haya. De momento, hay mucho combustible arbustivo y vegetación agrícola. Las estimaciones del Ibanat son que el verano puede ser duro y que el riesgo es alto.

-Cada año se registran en Mallorca varios incendios grandes en naves. ¿Qué falla en las industrias de la isla?

–El problema es la propagación de naves adosadas y la falta de compartimentación entre ellas, que evitaría que se propagara el fuego de una a otra. También hay falta de infraestructura hidráulica y la que hay no se controla adecuadamente.

–La época estival propicia también los rescates en la montaña. ¿Está bien cubierto este servicio?

–Hemos detectado una tendencia al alza de estos servicios. El año pasado cubrimos 140 y este año llevamos ya 42. Con el Grupo de Rescate de Montaña de Inca y Sóller se abarcan bien estas incidencias, en las que es muy importante también la colaboración de la Guardia Civil.

–¿Qué pasó en las últimas oposiciones de los Bombers de Mallorca, supuestamente amañadas?

–Desde mi punto de vista, hubo un error que desencadenó el resto de acontecimientos. No es presentable que cuatro días antes del examen, se reúna una parte del tribunal y se pongan sobre la mesa las preguntas del examen. Todo el mundo tiene amigos y pérdidas de aceite hubo por todas partes. En estos casos debe haber alguien que custodie las preguntas en un sobre lacrado hasta el día de la prueba. En el momento en el que el cuestionario lo conoce más de una persona, no se puede controlar.

–¿Por qué había gallinas en las jaulas para perros del parque de Alcúdia?

–La Unidad Canina de Rastreo no existe, no aparece en el reglamento. Los perros son propiedad de los bomberos, no del cuerpo, y solo están en las jaulas a veces cuando su dueño tiene guardia. Son como bomberos voluntarios. Alguien dijo que pondría gallinas en las jaulas para aprovechar las perreras vacías y de ahí surgió la polémica. La tasa de éxito de estos perros es de uno entre diez, ya que no son profesionales. No necesitaríamos más de uno o dos, pero deben vivir en un mundo aparte, estar aislados como un perro antidroga. Sería un servicio útil y quiero dejarlo encarrilado, pero no es una de las prioridades más urgentes.