Violencia machista

¿Cómo desconecto de mi ex en internet? Guía para una ruptura digital

Las expertas alertan de los dispositivos que permiten el acoso y el espionaje por parte de las exparejas

Una adolescente consulta su teléfono.

Una adolescente consulta su teléfono. / EUROPA PRESS

Elisenda Colell

Según las últimas encuestas de victimización en Catalunya, la violencia digital hacia las mujeres no deja de crecer. En 2019, la primera vez que se preguntó sobre la cuestión, el 26% de las encuestadas decía haberla sufrido alguna vez en su vida. En 2021 esta cifra alcanzaba ya el 28%. De hecho, los últimos datos apuntan a que una de cada diez catalanas dice haberla sufrido solo en el último año. "Esta violencia está creciendo de forma exponencial y la mayoría de casos que vemos afectan a la relación digital con una expareja", cuenta Eva Cruells, del proyecto Fem Bloc contra las violencias digitales machistas. La entidad ha elaborado la primera guía sobre como abordar el acoso digital de un ex, que además cuenta con consejos prácticos de cómo hacerlo.

La guía se ha elaborado a partir de casos reales, que ayudan a comprender el alcance de la realidad y cómo afrontarla. María (nombre ficticio) llevaba 7 años con Joan. La chica se sentía vigilada porque él le hacía comentarios sobre cosas que ella solo había hablado con sus amigas por Whatsapp. "¿Qué hacías el martes en el restaurante mexicano?" fue la pregunta que le heló la sangre. Había ido con una amiga y no se lo había contado.

Whatsapp web

Resulta que la chica envió a su amiga la foto que se hicieron en el local comiendo unos nachos. Y a partir de allí descubrió que su novio tenía abierto su el perfil de Whatsapp en el ordenador. Desde allí controlaba lo que hacía y lo que decía. En estos casos, las expertas recomiendan cambiar la contraseña del móvil y desvincular el ordenador de su novio desde la misma aplicación. "En estos casos en el que sigue la convivencia hay que analizar muy bien el riesgo de la víctima. Un bloqueo o un comentario directo puede generar una agresión: hay que poner por delante la integridad física y emocional", cuentan las tecnólogas.

Luego está la historia de Jennifer. Apareció en el asesoramiento seis meses después de separarse de su marido porque la controlaba. Justo están tramitando la custodia de los niños en los juzgados. Ella cambió de barrio pero se lo sigue encontrando una o dos veces por semana. La última, en el CAP, en una cita médica. Por correo, él le echaba en cara que tenía la agenda muy llena y también le hablaba de canciones que son, precisamente, las que ella estaba escuchando. Se sentía vigilada y le preocupaba pero tampoco quería tener mala relación con él.

El iPad de los niños

Se trata de un caso de manual de cómo el exmarido seguía teniendo vinculada a sus dispositivos la cuenta Google de ella. "No pensamos en los dispositivos que dejamos con la ruptura: el ordenador que queda en casa, el iPad de los niños...", comentan desde Fem Bloc. A Jennifer, su ex le rastreaba el calendario 'online' pero también el historial de Youtube y la ubicación de Google Maps. Tenía acceso completo.

En este caso, le recomendaron cambiar las contraseñas y desvincular el ordenador, el iPad de los pequeños y todos los dispositivos que no fueran los que ella usa. Una fórmula que, a la vez, sirvió para no entrar en conflicto con el agresor y evitar una respuesta violenta. "Otro problema que tenemos es que muchas veces las mujeres se relacionan con la tecnología desde el miedo. Les piden a ellos que les creen las cuentas y les gestionen los disposivos: ahí es donde se empieza a perder el control", apuntan desde FemBloc.

Geolocalizada en la discoteca

Por último está el caso de Rebeca. Es de los menos habituales pero igual de real que el resto. Ella conoció a un chico en una discoteca de Barcelona. Estuvieron viéndose durante tres meses, y ella se quedó en casa de él algunos días. Le dejó de ver pero últimamente se lo encuentra muchos sábados y viernes que sale de fiesta. "No siempre, va a días. A veces sí a veces no. Pero es raro", sospecha ella. La chica tiene contraseñas seguras y medidas de seguridad en el teléfono. "¿Cómo sabe dónde estoy?", se pregunta.

"Primero siempre piensas en un seguimiento analógico: que si hablaba con los camareros, con sus amigas...". Pero al final se dieron cuenta de que Rebeca tenía una especie de moneda en su bolso. No la reconocía. Era un dispositivo de geolocalización que el chico le había insertado. "Se crearon para colocarlos en el llavero, el bolso, la moto o el móvil con el fin de encontrarlos en caso de robo o pérdida. Pero no hay un protocolo para su uso y muchos agresores lo utilizan para seguir a sus exparejas", cuentan las expertas. "Nos hemos encontrado con casos en que los introdujeron en el cochecito del bebé o que los cosieron en los bolsillos de los abrigos".

Las expertas recomiendan denunciar estos casos, aunque a menudo no sirva de mucho. "El problema que tenemos es el de probar que son ellos quienes han colocado el dispositivo allí: pero hay que denunciar, siempre que las víctimas puedan y quieran, para que se sepa que esto ocurre y tengamos datos del alcance. Es una forma de presión", asegura Cruells.

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