"Más que un itinerario histórico lo que pretendemos es hacer una reflexión sobre la vida espiritual de Ciutat. Bienvenidos al viaje". Ni la hora temprana ni la lluvia, que por momentos fue copiosa, impidió que ayer, medio centenar de personas vivieran la experiencia que protagonizó Paquita, el personaje del verano que ´creó´ para DIARIO de MALLORCA el escritor Carlos Garrido en su relato La Corona del Temple. Un paseo cultural por los principales puntos de interés de Palma y que descubrió numerosos secretos ocultos bajo las fachadas.

"Había pasado muchas veces por aquí pero nunca me había fijado tanto en los detalles. Al pensar en mí como la protagonista de la historia y meterme de lleno en la trama cambió mi concepto de la ciudad. Si antes la quería, ahora mucho más". Paquita Capó, que durante años había regentado el Bar Martí en la barriada de Santa Creu saltó a la fama de la noche a la mañana. "Me llamaba mucha gente para preguntarme que iba a pasar pero de verdad que yo no sabía nada", contaba a algunos de los participantes en la actividad organizada por ARCA.

Buscando demonios

Sin un mapa en la mano pero con un dibujo mental con la forma de la Corona del sephirot que animaba a encontrar los seis demonios ocultos en Ciutat, se inició el recorrido. Primera parada, Can Belloto, una casa señorial del siglo XVII situada en el carrer de Sant Feliu. "Antiguamente, existía la creencia de que si a las malas influencias les ponías cara no entraban en tu casa, por eso, es normal encontrar figuras o esculturas demoniacas en las fachadas", explicó Garrido. Y justo encima de él, el primer demonio. "Estoy muy emocionada porque conozco a Paquita desde hace años y poder hacer esta ruta con ella es algo impactante. Soy además una incondicional de las actividades de ARCA y hoy (por ayer) no sólo voy a aprender sino que voy a disfrutar", cuenta Maria Jaume, una de las participantes.

Tras cruzar el Born, el siguiente punto de encuentro era el Ajuntament. En su exterior manierista, sobre las pilastras de las puertas laterales, caras de demonios. "En este punto hay un cambio. Pasamos de la parte baja de la ciudad, de una parte animada por el comercio a la parte más antigua y tranquila". La tercera parada en el carrer d´en Morei esquina con la calle Almudaina, justo por donde pasa el famoso arco del mismo nombre en uno de los pocos restos de la primera muralla romana de Palma. En una de las vigas del saledizo, allí, otro demonio.

Mientras se proseguía el camino por las calles empedradas, Carlos Garrido recordaba viejas historias de ritos esotéricos que motivaron la desaparición de los templarios. Así se llegó al cuarto punto. Justo debajo de la escultura de Sant Jordi y el dragón en la iglesia de Sant Francesc, otro diablo, esta vez grande y con cuernos. El dibujo mental guió después al grupo hasta Monti-sion, donde se encuentra una de las primeras manifestaciones barrocas de Palma. La cabeza del demonio, el quinto, ya había sido localizada. El sexto, aquel que daba la pista definitiva para llegar al Temple se halla en Can Catlar, una de las mejores fachadas señoriales de ciudad enmarcada en un conjunto situado entre el gótico y el renacimiento de la calle del Sol.

El oratorio

El camino ya estaba hecho. Llegaba el momento de descubrir los misterios del Temple. "Es un sitio especial, mágico. En sus orígenes era considerado como uno de los enclaves más importantes y eso lo demuestra la fortaleza que construyó en torno a él independientemente de la muralla", subrayó el colaborador de este rotativo.

Dentro, el medio centenar de personas se dejaron seducir por el oratorio -más grande desde su reforma-. Todo respiraba historia, desde la cruz roja de los templarios a otros motivos ornamentales. "Cuando me propuse escribir la novela necesitaba un objeto que llamara la atención. Paquita tenía que rescatar algo y cuando vi esa piedra junto al altar, justo en el sitio más sagrado del lugar -de hecho, se encontraron en las últimas excavaciones once lápidas musulmanas- me dije: eso será". Mientras los flashes de las cámaras retrataban la piedra, Paquita apuntaba. "No olvidaros de que yo tengo la auténtica, esa es sólo una réplica". La historia puede tener segunda parte.